Las filtraciones demuestran que al PSOE le domina el desconcierto. Pedro Sánchez confía a su competidora directa, Yolanda Díaz, todo el protagonismo electoral. Muévete ya, que nos hundimos, transmiten a la militante del Partido Comunista (PCE). Le piden que (1) acelere el acuerdo con Podemos, (2) presente candidaturas municipales y autonómicas y (3) no compita en provincias con pocos diputados. Como demuestra el esperpento de la ley del sí es sí –“ha sido esa”- han improvisado un plan para superar la imagen de un gobierno chamuscado. Los culpables serían Iglesias y Podemos, la solución, Yolanda y el PCE, Sánchez y el PSOE, los árbitros.
El argentino Sarmiento dejó escrito “del ridículo no se vuelve”. En ese atolladero se mueven hoy los dirigentes socialistas. Estamos en tus manos, le dicen desde el PSOE al PCE. Quién nos lo iba a decir: los socialistas reflotando a los comunistas, prácticamente desaparecidos en Europa. Como si al Partido Socialista le sobrara combustible. ¿Y por qué Díaz? Es más moderada que Iglesias, señalan, pensando en los electores impactados por lo que ven.
La vicepresidenta segunda está en ello. Ha desencadenado, dice, un proceso de escuchas; va a preguntar a los grupos sectoriales que nutren el proyecto; estará a lo que decidan las confluencias; importa de cada territorio lo que brote; y otras tantas naderías. Al descarrilado Sánchez le responde: “El escenario de las generales queda aún demasiado lejos como para definir una estrategia electoral sin saber qué agrupaciones van a sumarse formalmente”. Espacio comunista, espacio de camuflaje; Yolanda acampa en los Cerros de Úbeda.
Sigue literalmente al histórico comunista Gramsci y su “hegemonía cultural”. La vicepresidenta reutiliza las viejas trampas del eurocomunismo. “Tender puentes”, traduce ella. El inventor del artefacto, Santiago Carrillo, lo usó para compatibilizar veraneos familiares en los 80 con sus amigos los Ceaucescu, sanguinarios dictadores comunistas rumanos, con una imagen de demócrata en España. La misma metodología que La Pasionaria, con largo historial en el criminal Komintern de Moscú, antes de llegar del brazo de Alberti al Congreso. “Democracia auténtica (la comunista)”, explica Yolanda.
La vicepresidenta ni tiene en cuenta los datos reales ni le importan; ella es más de ideología, de lucha de clases. No es diferente a lo que, a gritos, dice su camarada Ione Belarra
No hay publicista que arregle esto. Incluida la querencia por la sovietización de la economía, como exhibe cuando, sin despeinarse, crucifica al presidente de Mercadona, Juan Roig: “Con los datos del IPC en alimentación hay alguien aquí que se está forrando”. La vicepresidenta ni tiene en cuenta los datos reales ni le importan; ella es más de ideología, de lucha de clases. No es diferente a lo que, a gritos, dice su camarada Ione Belarra: “Juan Roig es un capitalista despiadado que se llena los bolsillos”. El matiz está en la entonación meliflua de Díaz.
Reproduce sus prejuicios ideológicos al proponer subidas del salario mínimo sin examinar qué efectos pueda provocar en las posibilidades de empleo para los trabajadores con los salarios más bajos. Ni analiza ni evalúa, como demandan Banco de España o Fedea; ella sovietiza. Actúa con la misma prédica comunistoide cuando se pronuncia sobre la jubilación anticipada como la forma de facilitar el acceso de los jóvenes al empleo. Resultados: ministra campeona del paro juvenil en la UE.
Hace lo mismo que Sánchez cuando alardea de los datos del cuarto trimestre de 2022. Con un consumo de las administraciones públicas que crece un 1,9%, frente al de hogares y empresas que se reduce en un 1,8%, presumir de PIB es obsceno. Como ocurre con las cifras de ocupación, con una EPA trimestral que reporta la destrucción de 101.900 empleos del sector privado, o con el peor dato de toda la OCDE en previsiones de crecimiento 2019-2024.
Con el mayor crecimiento de deuda pública de toda la UE y un déficit descontrolado, pareciera que Nouriel Roubini pensó en nuestro gobierno sovietizado cuando escribió en su último libro (Megamenazas) “tal como están las cosas, las crisis de deuda del pasado no son más que una sombra de las que nos acechan”. Poco parece importar esa previsión a PSOE y PCE, unidos en una obsesión ideológica compartida. Y con la misma demostración de ineptitud.
Propone que se desarme a Zelenski, asediado por el terrorista Putin-Stalin, justo cuando los rusos preparan una movilización de 300.000 militares más
Sánchez recurre tambien a Díaz para camuflar la descarada posición pro-Putin presente en el Gobierno. Habla tú, le dijeron los socialistas, y habló. Con su voz de villancico, propone que se desarme a Zelenski, asediado por el terrorista Putin-Stalin, justo cuando los rusos preparan una movilización de 300.000 militares más y un escenario amenazante de tanques y trincheras para la primavera. Cuando los ucranianos que luchan por nosotros necesitan carros de combate, misiles de largo alcance y cazas, la vicepresidenta propone una “no intervención”.
“Hay un salto cualitativo en la posición armamentística que causa preocupación”, pontifica . O esto: “tenemos que abrir de una vez por todas las vías democráticas y propiciar en el marco de la OSCE salidas para la paz”. La OSCE, es decir, apaciguamiento. Como Bildu, ERC y Podemos, repite la verborrea “antiimperialista” contra la OTAN y EEUU. Ninguna sorpresa sobre quienes reprodujeron en España la campaña de Putin “los neonazis gobiernan Ucrania”. Como la protagonizada por Alberto Garzón con mentiras contra un jugador ucraniano del Rayo: “Vallekas no es lugar para nazis”.
El PSOE está apoyando una vieja estrategia del PCE para falsificar sus implicaciones estalinistas. Ignoran a Hanna Arendt, que demostró en Orígenes del totalitarismo que nazismo y estalinismo son “dos variantes del sistema totalitario”. En España -¡oh milagro!- habría extrema derecha, pero no extrema izquierda. Uno de los comunistas mejor disfrazados, Haro Tecglen, escribía en El País “yo no soy comunista, pero cuando oigo denunciar el comunismo, pienso 'he aquí un fascista'”. A ese cuento se aplica la fonética melodiosa de Yolanda Díaz amplificada por la artillería mediática.
¿Solución? El flujo de electores que escapan de esa coalición contra la España del 78. El 10% que contabilizan las encuestas no es suficiente. Se necesitan más, muchos más.
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