En el año 2000 la ONU lanzó lo que denominó "Objetivos de Desarrollo del Milenio", una agenda global para mejorar el bienestar global. Lo que en principio era una iniciativa típica de la ONU, fue tomando cuerpo y ampliándose, convirtiéndose en una dogmática de obligado cumplimiento al punto que, en España, se creó otro ente burocrático bajo la forma de una secretaría de Estado, a cargo de la cual está una señorita con nombre del folklore demonológico judío y quien, salvo por ser hija de Vestrynge, no se le conoce, como a su "superiora", la fúnebre y sonora Ione Belarra ("experta" en clima austral y en defender a las ratas), aportación alguna en ningún área de interés. Supuestamente, ambas, junto con la hija de Calviño, salvarán al planeta con nuestro dinero.
Mi valoración del progresismo es que es como un parásito y, ya sea a la izquierda, a organizaciones de la Sociedad Civil, a medios de comunicación (CNN, Prisa, etc.), la industria del cine, o instituciones financieras, corporaciones, Estados e incluso naciones, los utiliza para "avanzar en su agenta", una que no tiene nada que ver con el progreso sino con que gobierne una aristocracia socialista y que los votos no cuenten. De los organismos internacionales que más apoyo han dado a la Agenda 2030 está ese poderoso y omnipresente cenáculo del progresismo que es el Foro Económico Mundial (FEM), de cuya degeneración dio buena cuenta, en "La estafa de Davos", el Editor y fundador de este medio.
Vinculada al FEM y a otros entes globalistas tenemos a Doña Teresa Ribera, Vicepresidenta tercera y ministra para la Transición y un largo etcétera quien ha venido, como la que dice "está es la mía", a flagelarnos con sus grandes (malas) ideas y a cebarse especialmente con los sectores de la energía y del automóvil, todo con el declarado propósito de acabar con la energía nuclear y los coches de motor térmico. Por ello hoy, antes de repasar el sector del automóvil, haremos un alto Alemania, país que ha seguido fanáticamente la agenda progresista del FEM, la de esta ministra, que igual no sabe ni lo que es un kilovatio.
Disfunción germánica
En una ocasión anterior, cuando tratábamos las incipientes tensiones en las primas de riesgo y su relación con la inflación, señalábamos un fenómeno que pasó casi inadvertido, me refiero a la prima de riesgo de Alemania respecto a Suiza (siguiente gráfica), que ha roto (recta amarilla) una tendencia de cuarenta años (1982-2022).
Tanto a Suiza como a Alemania la hemos tratado aquí en distintas ocasiones y, en términos de balanza comercial y deuda pública, tiene valores respecto al PIB muy similares; sin embargo, que, por ejemplo España y Francia tengan una deuda respecto al PIB similar, no significa que "haya margen", eso es absurdo y propio de excusas baratas para que el Gobierno gaste más (y lo ponga peor). Lo correcto es enmarcar dicha variable con los activos del balance nacional, de forma similar a como hicimos al valorar los primeros QE o cuando el Reino Unido tenía colonias (hasta que no las pudo explotar más).
Por lo visto, la ministra y los progres de la UE, quieren que pase algo equivalente con otras industrias, como la automotriz, llevándonos al desastre por imponer si agenda progresista
Lo que están alertando los inversores en Alemania (a falta la segunda parte de la crisis inflacionaria), víctima del progresismo, son sus erradas decisiones sobre el mix energético de su modelo económico, porque no se trata solo de la generación de electricidad y calefacción, sino de que el gas es un insumo básico para toda una serie de industrias, como la química y, por ejemplo, BASF ya se está llevando producción a Estados Unidos. Por lo visto, la ministra y los progres de la UE, quieren que pase algo equivalente con otras industrias, como la automotriz, llevándonos al desastre por imponer si agenda progresista.
"Crimen automotriz"
Normalmente, cuando en el sector aparece dicha expresión suele pensarse en el caso del Ford Pinto - que seguro a la ministra ni le suena - y, de hecho, cuando Tesla empezó a pegar fuerte, se le intentó acusar de que sus coches se incendiaban, algo muy grave en los coches eléctricos; por supuesto, Musk, que siempre va con los deberes muy hechos, demostró que son seguros; luego estará el daño que, por su elevadísimo peso, causan a otros en caso de accidente, otro tema no debatido.
Hoy no nos referimos a eso, sino al grave daño que se le ha hecho a un sector que produce cerca del 10% de nuestro PIB y casi una quinta parte de nuestras exportaciones de bienes, perjuicio que se nota también en las matriculaciones (siguiente gráfica), cuya caída en 2022 respecto a 2019 supera el 30%, y que sitúa a sus empresas en una crisis seria. Para colmo y perjudicando aún más las ventas potenciales, quieren aumentar los controles en los conductores mayores de 65 años porque, dicen, son más peligrosos cuando los datos demuestran que es mentira. Claramente, el lobby automotriz, tanto en España como en la UE, no defiende sus intereses y yo diría que, además, viven en el siglo pasado; añádan luego la codicia progresista y el desastre está asegurado.
Rotura de ciclos e inflación
Como señalamos al tratar las previsiones económicas, tras matarse los ciclos anteriores (cierres COVID) y luego liberarlos ahora es muy difícil producir una recesión y, siendo el sector automotriz uno de los más cíclicos, ¿de dónde viene la caída de matriculaciones? Excusas desde "lo público" hay miles y sí, por los chips, los problemas con las cadenas de suministros, etc., pero por también por la imposición de nuevos productos que han obligado a "improvisar" a toda prisa, en un proceso del que los políticos que viven del cuento no tienen ni idea, nuevas líneas de producción (cambio productivo analizado aquí) y proveedores, formación de trabajadores, etc., por no hablar la confusión impuesta a los consumidores con prohibiciones que igual impliquen indemnizaciones, etc.
El globalista Feijóo, quien quiere eliminar los coches de más de diez años. Otro que le da igual que para muchos el coche sea indispensable para vivir y ganarse la vida, problema que Ribera y él no tienen porque
El resultado ha sido la pérdida de las economías de escala, generándose una inflación tremenda (siguiente gráfica) que, incluso, ha sido mayor en los precios de segunda mano (mercado principal de los pobres), sobre todo en los más ecológicos, en los otros la pérdida patrimonial es casi del 100%.
Para colmo, como este sector clave se ha vuelto el juguete de los políticos y en otra demostración de que los votos no cuentan, la antepenúltima ocurrencia la trae, armado con su pin 2030 en la solapa, ese "defensor" de la educación en español en Galicia, el globalista Feijóo, quien quiere eliminar los coches de más de diez años. Otro que le da igual que para muchos el coche sea indispensable para vivir y ganarse la vida, problema que Ribera y él no tienen porque les damos coche y chófer, como a tantos otros (un caso) que seguro los tributan como remuneración en especie. ¿O no?
Disfuncionalidad creciente
Desde el primer momento que la ministra Ribera empezó a ejecutar ordenes comenzó el empobrecimiento de los españoles y, siendo la renta disponible uno de los principales determinantes de la compra de automóviles, ahora más caros por sus prisas y las de la UE, a la que debió enfrentarse, el resultado será una menor renovación del parque y un retraso en alcanzar sus objetivos delirantes con los que quiere que salvemos el planeta. Querer que tengamos un parque automotriz como el de Noruega, que tiene una renta (progresividad y presión fiscal aparte) un 68% mayor, que no tiene industria automotriz que cuidar y una riqueza energética excepcionalmente superior a la nuestra, es simplemente un crimen solo explicable por la ignorancia y/o por trepar en el globalismo.
El cúmulo de decisiones retorcidas que producen resultados contrarios a los pretendidos es abrumador, como querer "electrificar" sin energía nuclear ni parkings suficientes para recargar en casa, faltando 150.000 puntos de carga, empobreciendo el centro de ciudades pequeñas sin problemas de emisiones (se organiza cierta rebelión) que ya son ZBE (zonas bajas en emisiones), expoliando a quien necesita el coche para salir de abajo, o que quien hace pocos kilómetros (gente mayor, etc.,) se vea obligado a cambiar a coche eléctrico aumentando así su "huella de carbono" total, al empobrecimiento de todos por el daño a fabricantes, talleres y particulares, o el crimen medioambiental que supondrá la extracción de materias primas para cumplir sus delirios, o la pérdida de ingresos fiscales en combustibles y por empobrecimiento inducido, o que al prohibir los motores térmicos se pierdan innovaciones en proceso, como catalizadores de alta temperatura con emisiones bajísimas, aplicables también al transporte de mercancías y calefacciones ... La lista es interminable.
Finalmente, pensemos que estos progresistas del 2030, con su intervencionismo brutal y acientífico, no solo aplican su sadismo progre al automóvil, sino que también se ceban con el turismo, la agricultura, la educación, en especial de los niños, las relaciones íntimas, la sanidad, la vivienda, la inmigración, la delincuencia sexual, o el cultivo masivo de insectos (la que se puede liar) para la alimentación y otra larga lista de áreas. Surge así, nuevamente, la pregunta clave: ¿Hasta cuándo aguantaremos a esta pandilla de pirómanos?
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