Se inició la campaña electoral y aparecieron los programas electorales de los distintos partidos. Vox defiende la imposición de un “Estado unitario y administrativamente centralizado.” Como eso es imposible sin reformar la Constitución y Vox no tiene ni la mitad de efectivos necesarios para esa reforma, inventa un artificio consistente en propugnar “La devolución inmediata al Estado de las competencias de educación, sanidad, seguridad y justicia.” Y para aprovechar el viaje, propone “limitar en todo lo posible la capacidad legislativa de las comunidades autónomas.”
No se puede estar más lejos de la realidad de nuestro país. No se pueden devolver al Estado competencias en manos de las comunidades autónomas. Las comunidades autónomas también son Estado. Sería absurdo devolverse a sí mismas las competencias. Y ya me contarán los expertos jurídicos de ese partido como se “limita en lo posible la capacidad legislativa de las comunidades autónomas.”
Solo quienes siguen pensando que las CC.AA. se han convertido en un obstáculo para la buena marcha de la gobernación del Estado, intentan generar un clima hostil que implique a la población en un clima de opinión favorable a la desaparición de las autonomías. Algunos partidos, como Vox, parecen olvidar que España ha crecido en lo político y en lo económico, en buena medida por haber sabido combinar los proyectos nacionales con la diversidad de proyectos territoriales.
No resultaría extraño que la burguesía catalana, heredera de aquella Cataluña beneficiada por el centralismo decida entregar sus votos a Vox para volver a los viejos tiempos
No resulta entendible desde la España vaciada ese afán de devolver al Estado su carácter centralista. Se comprendería que aquellos territorios que resultaron beneficiados por el centralismo nacionalista español desde el siglo XIX hasta la Constitución de 1978 se apunten a esa tesis defendida por la extrema derecha. No resultaría extraño que la burguesía catalana, heredera de aquella Cataluña beneficiada por el centralismo decida entregar sus votos a Vox para volver a los viejos tiempos. Basta recordar que la primera línea férrea de España fue la de Barcelona-Mataró, en 1848. De igual manera, la primera empresa de producción y distribución de fluido eléctrico a los consumidores se creó en Barcelona en el año 1881. Paradójicamente, se llamaba Sociedad Española de Electricidad. La primera ciudad española con alumbrado eléctrico fue Gerona.
En el siglo XX llegaron más ventajas competitivas para Cataluña. Con la llegada de la Dictadura de Primo de Rivera, las cosas en la industria volvieron al cauce proteccionista que santificó Cánovas. Hubo un momento en que se abrieron los mercados a la competencia. El textil catalán no podía competir ni en calidad ni en precios con el inglés o con el indio. Primo de Rivera volvió a cerrarlos. No en vano, Primo de Rivera hace el pronunciamiento militar desde la Cámara de Comercio de Barcelona rodeado de industriales catalanes. La política arancelaria constituyó otro estímulo para el desarrollo industrial catalán. La dictadura hizo suya la idea proteccionista de la burguesía industrial con la Ley de Protección Industrial, convirtiendo a España en un espacio económico cerrado; no podía instalarse ningún tipo de industria que viniera de fuera.
Franco mantuvo la autarquía y obligó a que el ahorro de muchas regiones, depositado en las Cajas de Ahorros, se destinara a invertir el dinero allí donde decidía el régimen
Llegó Franco y las manifestaciones de gratitud hacia el régimen restaurador de la dictadura de Franco, se repetirían durante los primeros años cuarenta en todas las organizaciones patronales catalanas. Así por ejemplo, el presidente del gremio de fabricantes de Sabadell durante la visita de Franco a la ciudad con motivo del tercer aniversario de la liberación, llamaba a los industriales a "mostrar toda nuestra gratitud imperecedera al salvador de España, recordando que después de Dios, es al Generalísimo Franco y a su valeroso Ejército a quienes debemos la terminación de nuestro cautiverio y la conservación de nuestros hogares y la recuperación de nuestro patrimonio industrial". Pueden leerlo esto en el libro de Carmen Molinero de la Universidad de Barcelona, Los industriales catalanes durante el franquismo.
En 1943, Franco establece por decreto que solo Barcelona y Valencia podrán realizar ferias de muestras internacionales. Hasta el año 1979 no se elimina ese decreto y surge IFEMA, la Feria de Muestras de Madrid, competencia con la de Barcelona. Franco mantuvo la autarquía y obligó a que el ahorro de muchas regiones, depositado en las Cajas de Ahorros, desde luego también la extremeña, se destinara a través del coeficiente de inversión obligatorio, a invertir el dinero allí donde decidía el régimen. Nunca decidió que fuera en Extremadura. Las catalanas son las primeras autopistas que se hacen en España, las primeras que se construyen a principios de los años setenta, mientras en otros territorios, víctimas del centralismo, seguían con carreteras tercermundistas de solo dos carriles.
La fábrica de Seat, cuando la Fiat pensó instalarse en España, no lo hizo en Extremadura o en Andalucía. Barcelona fue la decisión del centralismo
Solo los muy fanáticos o aquellos a los que les fue muy bien la vida con el centralismo pueden acoger ese programa que pretende volver a un modelo de Estado centralista que le dio la espalda a territorios como el extremeño, el gallego, al andaluz, el castellano, el canario, etc., para beneficiar a aquellos otros a los que el franquismo benefició. La fábrica de Seat, cuando la Fiat pensó instalarse en España, no lo hizo en Extremadura o en Andalucía. Barcelona fue la decisión del centralismo.
Regiones como la extremeña deberían manifestar su oposición tanto al centralismo inoperante como a las autonomías privilegiadas, e insistir en el principio de solidaridad interregional como último ideal de integración superador de egoísmos.
¿A quién quiere beneficiar Vox con su propuesta centralista?
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