Pedro Sánchez realizó este lunes su primer intento de fraguar un eje socialdemócrata Madrid-Berlín con el nuevo canciller alemán, el socialdemócrata Olaf Scholz, que sirva para equilibrar el eje liberal París-Roma (Macron-Draghi), pero se encontró con un escollo no menor: por convicción, o por necesidad -la alianza con los liberales le obliga a tener al halcón Christian Lindner como ministro de Finanzas-, el sucesor de Ángela Merkel echó un jarro de agua fría a los deseos del presidente del Gobierno español de no volver a la regla fiscal anterior a la pandemia, cuyo objetivo sigue siendo (¿?) rebajar el déficit anual de los Estados de la Unión Europea al 3% y la deuda máxima acumulada al 60% del Producto Interior Bruto (PIB).
Recuperar esa disciplina rota por la COVID, dijo Scholz ante un Sánchez que le escuchaba atentamente, supondrá volver al “marco de estabilidad” que ha permitido a países como España beneficiarse de unos fondos de recuperación “cuya mayor parte aún no se ha desembolsado” (sic)… Todo un aviso a los navegantes del gobierno de coalición de izquierda hispano, en particular a Podemos, de lo que puede ocurrir con los fondos si la macroeconómica se tuerce por la laxitud fiscal y presupuestaria.
Ni Sánchez ni Yolanda Díaz quieren oír hablar, en este ciclo electoral que se abre en España de recortes drásticos para reducir a la mitad la deuda hoy cercana al 125% que atenaza a España; mucho menos, mencionar la palabra austeridad. Pero como zanjó este lunes el Káiser socialdemócrata en la escalinata de La Moncloa reconvertido en una suerte de Wolfgang Schauble de la ortodoxia ordoliberal tan del gusto germano y los países nórdicos, “Alemania tiene claro que quiere seguir construyendo sobre las experiencias del pasado”, dejó dicho Scholz… Nada de crecimiento sureño con más dinero público proporcionado por el Banco Central Europeo (BCE).
A primera vista puede sorprender tanta franqueza en las relaciones entre socios de la misma cuerda ideológica como no lo fueron -quien lo diría- Felipe González y Helmut Köhl, José María Aznar y Gerhard Schröeder, o José Luis Rodríguez Zapatero y Merkel, pero mucho me temo que el nuevo hombre fuerte de Alemania se ha visto forzado a seguir ese refrán Más vale una vez colorado que ciento amarillo con el fin de no dar lugar a titulares de prensa confusos en esa envolvente que es el eje socialdemócrata Madrid-Berlín monclovita.
Lo que dejó claro a todos es que sabía a donde y a qué venía: a cortar la incipiente rebelión del sur, no a fotografiarse en estrategias europeas de salón. Seguro que los servicios de prensa de la cancillería le pasaron lo que había dicho antes la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, en Bruselas a modo de aperitivo de Pedro Sánchez a su lado en La Moncloa: que no se puede volver a la regla fiscal “sin más” -Calviño dixit- y que hay que tener en cuenta la situación macroeconómica de cada país.
El canciller alemán sabía a donde y a qué venía: a cortar la rebelión. Seguro que sus servicios de prensa le pasaron lo dicho por la vicepresidenta Nadia Calviño en Bruselas a modo de aperitivo: que España no puede volver a la regla fiscal “sin más”
Blanco y en botella: El Gobierno que se dice el más social de la historia de España sigue ostentando el triste récord de tener el mayor número de parados de la UE y un crecimiento cuya desviación sobre el PIB previsto al cierre de 2021 va a ser casi del 1,5% -desde aquel quimérico 6,5% consignado por María Jesús Montero en unos presupuestos que pueden acabar en papel mojado a este 5,1% más realista de la Airef-, ese gobierno de PSOE y Podemos no quiere hablar a la ciudadanía recortes.
Lógico. Pero una cosa es el deseo y otra la realidad, y Scholz ha venido a decirle a Sánchez algo así: “Tú verás lo que haces, pero 2022 se te puede hacer muy largo sin recortes si la inflación sigue desbocada, el BCE deja en marzo la compra de deuda soberana y las cuentas siguen sin cuadrarte; y en la UE no vamos a hacer excepciones con nadie... Planes de ajuste a la medida de cada cual, puede, pero vuelta a la senda de la estabilidad sí o sí, digan lo que digan tus socios de Podemos”.
El gas para otro día
Todo eso con las sonrisas que acostumbran a prodigarse los mandatarios europeos entre puñalada y puñalada, como la que, por cierto, propinó el socialdemócrata Scholz al socialista Sánchez a cuenta del gas. El presidente del Gobierno quiere una compra centralizada para abaratar los precios en todo el continente, pero Alemania se niega desde los tiempos de Merkel.
A cambio, España se opone a que el gas, como quiere Scholz, forme parte de la nueva taxonomía verde de la energía en la UE. y Pedro Sánchez se lo recordó este lunes. “Tenemos posiciones diferentes”, dijo el presidente, a lo que el canciller alemán calló… Debió pensar que con un aviso a navegantes por viaje oficial a Madrid -esta vez sobre la deuda-, había sido suficiente.