Ada Colau y Manuela Carmena inician su carrera para conservar sus cargos como alcaldesas. Dos mujeres, dos grandes ciudades. Ninguna rivalidad entre ellas. Trabajan por el bienestar de los ciudadanos de a pie, aquellos con los que se cruzan por la calle, los que las insultan a la cara, los que las critican, los que les dan palmadas en la espalda por lo bien que a su parecer lo hacen, los que les hablan de sus necesidades. Viven en las ciudades que gobiernan, las conocen, conocen sus problemas y buscan lo mejor para los ciudadanos según sus proyectos políticos. En la alcaldía es dónde verdaderamente se hace política de la auténtica, la que vive a pie de calle. Mujeres profesionales que pisan asfalto, que entienden de gestión en mayúsculas, cuyas decisiones afectan y benefician o perjudican directamente a los ciudadanos. Ahora le toca a la política local, a la más importante, la más cercana.
Los ayuntamientos están en juego y también los tentáculos que se puedan generar a raíz de los resultados de las generales de hace tan solo un mes. Es decir, ahora la victoria de los partidos se va a medir por lo que cada uno de ellos sean capaces de conquistar. A mayor implantación en el territorio, mayor control de las administraciones, mayor control del poder. Veremos si se confirman los resultados de las generales: el éxito del PSOE, el estirón de Ciudadanos, el hundimiento del PP, el mantenimiento de Unidas Podemos y la irrupción de Vox. Veremos.
Al contrario que en la política nacional, la realidad de los municipios es la del arcoíris, la del pacto, la del acuerdo en beneficio de todos los ciudadanos
Ahora está en juego la vida y convivencia de los ciudadanos, el día a día, porque sólo en los ayuntamientos se trabaja por el día a día de las personas. Lejos quedan los proyectos de Sánchez o de Rivera. En los consistorios casi que no hay colores cuando de pactos se trata para mejorar bien sea aspectos sociales o urbanísticos del municipio que se preste. Los municipios pueden ser de todos los colores y la realidad es que se hacen múltiples arcoíris y bien sean independentistas o no, de derechas o de izquierdas, lo que está en juego es la gestión de las ciudades, que no se mide por esos parámetros de la considerada la gran política, aquella que goza de mayor visibilidad y que concentra la mayor parte de los egos.
Los políticos de raza, los del servicio público, se miden en las alcaldías, en los plenos, en las concejalías, con pactos de tú a tú para mejorar las vidas de los municipios, de los pueblos, de las aldeas de nuestro país. Esas políticas que trabajan en el ámbito privado para ganarse la vida y en las que su trabajo como servidoras públicas no está pagado. Es un voluntariado político, aquel que no está pagado, aquel que independientemente del proyecto lo importante es la calidad de vida de la gente. Empieza la cuenta atrás para la política de verdad, la que más nos afecta. Votemos por mejorar nuestras calles, nuestros parques, por tener una mayor seguridad y mejores accesos a los servicios sociales y públicos, por la limpieza, la cultura, por la calidad de vida de verdad, la más cercana.
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