El lamentable espectáculo de un PP abierto en canal y enseñando las vergüenzas en prime time de Telediarios y mañanas de radio por los odios personales de Teo García Egea y Miguel Ángel Rodríguez y la falta de liderazgo de Pablo Casado va a tener un efecto inmediato que no hará sino aumentar la histeria en Génova y en todas las sedes nacionales populares: el sorpasso de Vox en las encuestas.
En este esperpento del ‘Ayusogate’, ‘Gestapillo-2’ o ‘Miguel Ángel y un señor de Murcia’, todos coinciden en señalar un claro perdedor y, al menos, dos ganadores. El perdedor no es otro que el PP: el partido que ha dilapidado en menos de un año todo el caudal que el error del PSOE y de Ciudadanos le brindó con la fallida moción de censura de Murcia.
Precisamente aquella fue la jugada maestra de García Egea, que dio la vuelta a lo que podía haber sido un golpe de muerte a su partido y lo convirtió en la palanca que sirvió para mantener el Gobierno de su tierra y permitir a Isabel Díaz Ayuso adelantar elecciones y cosechar una victoria arrasadora que laminó a Ciudadanos y echó a Pablo Iglesias de la política. Todo, caprichos del destino, gracias a García Egea…
Ayuso y los sondeos internos
Un año después, y cuando los sondeos internos del PP de Madrid le dan más votos que el 4-M con mayoría absoluta para Ayuso, y el PP acaba de ganar las elecciones en Castilla y León –aunque no como García Egea había planeado, entre otras cosas, por la misma guerra interna que lleva lastrando al partido por los egos y los odios del propio Egea y el spin doctor de Sol- todo ha saltado por los aires con una crudeza inusitada.
Como es tradición en este partido, el drama tiene dos bandos irreconciliables –Aguirre vs. Gallardón; Soraya vs. Cospedal; Casado vs. Ayuso-, tiene espías y tiene manifestantes en las puertas de Génova. La militancia, al menos la que se moviliza, está con Ayuso. Pero, pase lo que pase, el claro perdedor es el partido.
Si de las ergástulas de Génova no sale más ‘fuego amigo’ en forma de nuevos contratos, todo apunta a que Casado y Egea habrán perdido la guerra y, con toda probabilidad, algo más que eso. El uno, el puesto; el otro, la auctoritas. Y, más pronto que tarde, acabaría cayendo él también.
Si de las ergástulas de Génova no sale más ‘fuego amigo’ en forma de nuevos contratos, todo apunta a que Casado y Egea habrán perdido la guerra
Si, por el contrario, Génova tuviera aún guardada una bala de plata –algo que tras varios meses buscándola, no parece- la que tendría que irse sería la presidenta de Madrid, el mayor activo político entre los militantes y simpatizantes del PP (como demuestra la última campaña en Castilla y León con sus baños de multitudes en 7 ciudades y la movilización de ñultima hora requerida por Mañueco para echarle una mano). En cualquier escenario, pierde el PP, que tardará en restablecerse de este holocausto caníbal desencadenado desde la sede nacional.
Una guerra que deja dos claros ganadores. Primero, nutre a un Pedro Sánchez en horas bajas –él también se movilizó la última semana en Castilla y León y el PSOE no levantó cabeza- al frente de un Gobierno de coalición cuyo socio lleva una sangría de votos en 23 de las últimas 25 elecciones a las que se ha presentado en segunda convocatoria. Sánchez, que veía perdida Andalucía y se aferraba al reparto de los fondos para resistir en La Moncloa, acaricia ahora la posibilidad de seguir en el poder cuatro años más. El PP y su afición a pegarse tiros en el pie –esta vez, en la cabeza- puede facilitárselo.
El otro ganador, que se ha puesto completamente de perfil en esta guerra genovesa, es Vox. Las encuestas que aparecerán estos días empezarán a visibilizar el sorpasso de los de Santiago Abascal al PP, y en Génova y en el resto de sedes populares aumentará el temor. No es de extrañar que muchos barones intenten controlar daños y exijan a Casado un gesto, la cabeza de Egea, como paso previo a la paz necesaria con Ayuso.
En la planta séptima de la sede nacional del PP, sin embargo, hay otro escenario: seguir adelante con el expediente contra Ayuso por las acusaciones “casi delictivas” –verbalizan- contra Casado y la dirección. Un expediente que acabaría con la suspensión de militancia temporal o la expulsión del partido. Sanciones ambas que le impedirían optar a liderar el PP de Madrid y disputar a Casado la presidencia nacional.
¿Seguiría, en ese caso, al frente del Gobierno de Madrid? En Sol aseguran que sí, pero dependería del número de diputados de su partido que decidieran apoyarla. Un escenario guerracivilista endiablado que “ni nos queremos plantear”, dicen en el grupo regional. Un callejón sin salida… O con una salida: ¿y si Ayuso acabara en Vox?