Opinión

Ayuso, la presidenta del pueblo y las ideas

Quizá hubo decepcionados por encontrar anodino el trofeo que originó una crisis tan traumática, pero no hay mayor victoria ante una guerra injusta que ejercer con tranquilidad el poder en disputa

Fue difícil recorrer el pabellón 6 de IFEMA sin recordar la inmisericorde guerra cainita que casi destruye a la derecha -culpa de los celos enfermizos de los que nunca existieron en el PP- para evitar que Isabel Díaz Ayuso celebrase con normalidad algo que se acostumbra de puro trámite, como un congreso regional que la nombrase Presidenta.

Quizá hubo decepcionados por encontrar anodino el trofeo que originó una crisis tan traumática, pero no hay mayor victoria ante una guerra injusta que ejercer con tranquilidad el poder en disputa. El congreso regional selló el poder de Ayuso para decidir tanto la estructura de partido que ayude al proyecto político que lidera, como poder confeccionar las distintas candidaturas municipales, donde reside el poder territorial de un partido y constituye el verdadero hecho diferencial de la victoria. Cuestión clave.

Isabel Díaz Ayuso ha sabido ganar. No es tan común esta virtud en política. No queda rastro de quienes la atacaron -menos mal-. Salvo quienes ocupen responsabilidades en su Gobierno, de momento, como los consejeros David Pérez y Carlos Izquierdo, que vagaban con cadavérica actitud de circunstancia en un acto que celebraba su derrota. Otro destino distinto necesariamente tuvo que dar al Alcalde de Madrid, el principal municipio de la región. José Luis Martínez Almeida forma parte de la ejecutiva junto a una minúscula, pero digna cuota de acompañante en la misma, su mano derecha el concejal Borja Carabante. Nadie más. Queda claro quién manda y a quién quieren los afiliados.

Esperanza Aguirre estuvo orgullosa en primera fila viendo cómo su proyecto de libertad, que dio importancia al desfavorecido sur de la región, contaba con tal enorme sucesora en horas de éxito

Pero este Congreso regional, tan aparentemente administrativo, tuvo circunstancias que le hicieron distinto e inusual a cualquier otro celebrado por otros partidos. La emoción que se respiró y se mantuvo. Lágrimas en los ojos de la Presidenta y de varios asistentes, no sólo entre afiliados del público, pudieron verse a lo largo del fin de semana. Un congreso para curar los desvelos, las heridas que dejan la injusticia y el mal, que tanto abunda en política.

Había ganas de dar las gracias a Ayuso por no dejarse vencer por Sánchez en la pandemia, ni por los que nunca existieron en Génova. “Ella se merecía este congreso” fue lo más repetido por los afiliados presentes. Ella es un fenómeno político que la izquierda y muchos aún en el PP no entienden, aunque ya asumen. Por primera vez el ciudadano y el afiliado, no pide al político, sino que siente la necesidad de agradecerle su labor y compensarle el ataque sufrido por llevarlo a cabo.

Esperanza Aguirre estuvo orgullosa en primera fila viendo cómo su proyecto de libertad, que dio importancia al desfavorecido sur de la región, contaba con tal enorme sucesora en horas de éxito. Juanma Moreno participó reivindicando el cambio tranquilo de Andalucía en un mitin de su campaña electoral, en el que lanzó una defensa envenenada a Macarena Olona: “No me gustaría que no se pudiese presentar por una cuestión administrativa. Ahora bien, hay que conocer la Administración”. Una vez más asumiendo el marco mental del socialismo. Se percibió el miedo. No denuncia sus métodos espurios para expulsar a Olona de las elecciones y a él del Gobierno, sino que asume que es un error de la candidata, Abogada del estado, que acusa de no conocer la Administración.

Sólo tras la indiscutible estrella del rock que es Isabel Díaz Ayuso, la atención y cariño por parte de los afiliados tras largas esperas para obtener una foto con ella se dirigieron a Cayetana Álvarez de Toledo, la mejor portavoz parlamentaria de la historia del PP, expulsada de la política por hacer precisamente política, de la necesaria. La de las ideas.

Curiosamente en un congreso en el que se celebró la unidad del partido, el apoyo sincero de los distintos líderes entre sí y la unanimidad entre la militancia, las ideas marcaron la gran diferencia entre discursos. Fue tan evidente que ignorarlo, e incluso negarlo, sería deshonesto.

Feijóo tuvo la elegancia y la sensibilidad de ceder el último turno de discursos a Ayuso. Insistió en su proyecto de "partido que ha de parecerse a la tierra". Pero en esta ocasión no incidió en su habitual discurso de las nacionalidades autonómicas y el terruño, pues señaló la unidad de España insistentemente, como todos los que tomaron la palabra en el cónclave, que miraron por el rabillo de la memoria a Elías Bendodo, allí presente. No generó ningún interés en el afiliado de Madrid tras sus declaraciones sobre la plurinacionalidad de España.

Esto provocó que Feijóo se centrase en su política de no conflictos y en su orden de huir de toda polémica. "No perderé el tiempo en debates estériles que no sirven para mejorar la vida de la gente". Hizo un discurso en el que dio importancia a la economía (no es cuestión menor) y la necesidad de gestionar una crisis y cuadrar unos balances para todos, al margen de nuestras diferencias. Gestión e instituciones, que ante la tiranía de Pedro Sánchez puede sonar a música de gospel, pero muchos dudan que sea suficiente para derrotarlo y revertir el desastre.

Y entonces llegó Ayuso. Los asientos se llenaron, el silencio imperó y la emoción también. No defraudó en ninguno de sus dos discursos, el del viernes en clave interna, donde lanzó los últimos dardos a los perdedores y dejó claro el rumbo ético de un partido poniendo en su sitio a los “viejos de Nueva generaciones”. Prohibió a su ejecutiva hablar con perspectiva de género, resiliencia o empoderamiento, despertando el efusivo aplauso del público, como si éste quisiese lanzar un mensaje a Feijóo sobre esa “pérdida de tiempo” de dar la batalla cultural y no entrar en polémicas.

El segundo discurso de Ayuso, el de clausura, fue un gran discurso político lleno de ambición, proyectos, ideas y señalando como prioridades la familia y el sur. Reivindicó su gestión y sus éxitos económicos y sanitarios, pero lo hizo hablando de las ideas que defiende y que potencian su gestión. La prueba de la superioridad de las ideas de un proyecto contrario a la izquierda. Lo que se gestionan son ideas. El socialismo no es que gestione mal, sino que administra una ideología que provoca pobreza y desigualdad.

Hizo un discurso contra el feminismo progre que puso en pie al público. Millones de personas no consideran que esto sean disputas que no mejoran la vida de la gente, sino que son necesarias de dar para defenderse. Un discurso el de Ayuso que emocionó al recordar lo sufrido por su familia, lo logrado tras la pandemia y la ilusión de un proyecto de futuro enfocado en el sur, su principal objetivo este año. Ayuso quiere consolidar ese voto prestado de izquierdas reivindicando las infraestructuras de gobiernos del PP y los hospitales que se hicieron en esa zona en época de Aguirre.

De momento quizá sea una buena combinación en la que se complementen en un reparto de papeles ambos líderes. La cuestión es cuánto tiempo podrá durar esa duplicidad.

"No hay propuesta simplona e irresponsable de la izquierda que no afecte a la prosperidad y libertad". Toda una enmienda a la totalidad del espíritu de Feijóo y del cambio tranquilo de Juanma Moreno. Es cierto que no es una diferencia objeto de disputa interna, pues el Presidente nacional ha hecho un reparto de competencias donde cada uno es libre de defender su tierra como mejor considere. El problema es que eso es asumir que la preocupación por las ideas sólo existe en Madrid y que el resto de España no necesita una gestión de las ideas de la prosperidad.

De momento quizá sea una buena combinación en la que se complementen en un reparto de papeles ambos líderes. La cuestión es cuánto tiempo podrá durar esa duplicidad.

Se inician dos caminos en el PP para conseguir el voto de la izquierda, que también ha de disputárselos con VOX. La vía de no confrontar y gestionar el desastre esperando que agradezcan el rescate en forma de voto circunstancial. La otra vía que está dispuesta a defender un proyecto político y probar que son determinadas ideas las que están detrás de la gestión de la prosperidad y cuáles tras la ruina.

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