Opinión

Ayuso tendrá que esperar

El viernes 17 de diciembre, 72 horas antes de que Alfonso Fernández Mañueco convocara elecciones en Castilla y León el próximo 13 de febrero, éste periodista escuchó de alguien muy

El viernes 17 de diciembre, 72 horas antes de que Alfonso Fernández Mañueco convocara elecciones en Castilla y León el próximo 13 de febrero, éste periodista escuchó de alguien muy próximo a Pablo Casado la siguiente profecía: “Aunque no hubiese lío, el Congreso del PP de Madrid se celebrará cuando corresponda porque, ahora mismo, no es lo más importante: 2022 será año electoral y todo se supedita a eso”. Traducción de una frase que hoy se entiende mejor que el viernes: Isabel Díaz Ayuso se va a hartar de esperar hasta acceder a la presidencia del poder popular más importante por presupuesto y músculo, ahora en manos del siempre disciplinado con la Génova de turno Pío García Escudero.

Intuyo que la persona que así me hablaba, por su rango en la planta séptima de uno de los dos edificios más famosos en la historia reciente de España -el otro es el socialista Ferraz, que parece que las calles son de ellos-, ya sabía lo que Mañueco anunciaría tres días más tarde, el pistoletazo de salida en la carrera de Casado a La Moncloa; y el intento además, claro está, de asegurarse el sillón en la Junta con sede en Valladolid hasta febrero de 2026, ya que, a diferencia de los madrileños, los castellanoleoneses no tendrán que volver a las urnas autonómicas en mayo de 2023.

La política líquida tiene estas cosas. Es una montaña rusa. Hasta el lunes, todo era la pelea Casado/Ayuso; victoria momentánea de ella frente a un líder del PP mohíno, coincide el común de los mortales, que no entiende tanto jaleo por un quítame allá ese secretario general de Madrid. Entonces va Mañueco, gira el guión y decide convertirse en otro ariete de Casado contra Pedro Sánchez; un segundo Ayuso, aún cuando los sondeos no acaben de decir eso y den a Vox y a Santiago Abascal más protagonismo en las Cortes castellano-leonesas del que el tirón electoral de ella les ha dejado tener en Madrid.

Luego irá el andaluz Juan Manuel Moreno Bonilla, tercer Ayuso, allá por junio, veremos si solo o en compañía del presidente del Gobierno, tentado como puede estar entonces Sánchez a convocarnos a las urnas a todos los españoles el mismo día para frenar un efecto dominó y el pánico de Ferraz a una reedición del motín de los barones contra José Luis Rodríguez Zapatero en primavera de 2011 ¿Recuerdan? Aquello acabó con el abrasado presidente socialista renunciando a presentarse a las siguientes elecciones generales.

La inminente campaña de Mañueco promete ser dura, polarizada, una reedición del “comunismo o Libertad” de Ayuso, para batir al socialista Tudanca pero, sobre todo, frenar el auge de ese experimento que hoy por hoy es La España vaciada.

Cuentan eso que los periodistas llamamos “fuentes bien informadas” y un colega ya fallecido, Gonzalo López Alba, rebajaba con sorna a “chorrillos”, que en esa Castilla y León anciana y silente que retrató magistralmente Miguel Delibes, donde nunca pasa nada, esta vez no habrá “nada de medias tintas y moderación”; aunque las encuestas le dejen a Mañueco dormir tranquilo, el presidente de la Junta recela de que ese experimento que, hoy por hoy, es La España Vaciada acabe dándole un susto y el remedio electoral haya sido peor que la enfermedad de cohabitar con el ciudadano ex vicepresidente Francisco Igea.

De hecho, el detonante del adelanto del adelanto electoral a un domingo de febrero, veremos si con frío, nieve y cadenas -Mañueco inicialmente tenía pensado el 27 de marzo-, responde al órdago del ex procurador popular en Cortes Pedro Pascual, hoy en la plataforma Por Ávila, de no apoyar los presupuestos; y, por encima de todo, al temor a que Pascual, Ciudadanos y Podemos estuvieran tramando con el PSOE de Luis Tudanca desalojarle de la Presidencia de la Junta a partir del 12 de marzo, cuando ya era posible presentar una segunda moción de censura tras la fallida de hace un año.

Con estos mimbres y con Igea negando a su ex jefe hasta unas horas antes la condición de “hombre de bien” tras enterarse del cese sentado en Onda Cero con Carlos Alsina, a nadie puede extrañar que la campaña vaya a ser a cara de perro. Nada de moderación. Eso se lo dejan Casado y Mañueco al hegemónico Alberto Núñez Feijóo - cuatro mayorías absolutas, nada que ver- , quien el viernes, sin mucho éxito, volvía a recomendar mesura al líder popular en persona, silla con silla, durante un acto de partido en la verde y plácida Galicia.

Más 'Comunismo o libertad'

Resultó todo un espectáculo escuchar a Feijóo predicar en el desierto que es hoy la política española: “hay que reivincicar la política útil del pacto, del acuerdo, del sosiego. La política de verdad"; y más aún ver a un envalentonado Casado responder de la manera menos gallega posible que tururú, que eso será en Galicia, no en Castilla y León o donde haya elecciones a partir de ahora; “A mi me pagan” por denunciar lo que está mal y Sánchez tiene que cesar a la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, por “defraudadora fiscal” (sic).

Eso sí, Casado, a quien se le ha endurecido el gesto después de meses de dura diatriba con su ex amiga y patrocinada -dato: hace semanas no sonríe el nuevo barbado líder del PP- quiere más “Comunismo o Libertad” en Valladolid, Palencia, Soria, Segovia, Zamora, Salamanca, Burgos y León… pero sin Ayuso; quiere polarizar la campaña castellano-leonesa a fin de sepultar al socialista Tudanca, que ganó a Mañueco las elecciones en 2019, cierto, pero, sobre todo, sepultar antes de que se extienda el experimento de La España Vaciada. Que no estaba redactado el decreto de convocatoria a las urnas el 13 de febrero y le había salido al PP el grano de Soria ya; Veremos qué hacen ese Por Ávila o esos León ruge.

Casado se juega en este envite su carrera a La Moncloa. Si Mañueco no gobierna -y ejemplos de que los adelantos electorales lo carga el diablo hay a patadas-, al día siguiente van a ser muchos en el PP los que le pidan cuentas. Pero, precisamente por eso, igual le convenía cerrar de una vez por todas la inexplicable y exitosa serie de ficción PP de Madrid, pactar con ella un final honroso para ambos y centrarse en que sus segundo y tercer Ayuso le salgan bien electoralmente hablando. Porque Pedro Sánchez, antes que presidente del Gobierno, es un superviviente de la política capaz de resurgir cual Ave Fénix… digan lo que digan los sondeos a día de hoy.

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación
Salir de ver en versión AMP