De hierro ha de ser Isabel Díaz Ayuso para que rebote la orquestada agresión contra ella una vez conocida la imputación de su pareja por fraude fiscal. ¡Como si no hubiera españoles en todos los ámbitos que intentan sortear la voracidad de Hacienda!
Golda Meir, primera ministra de Israel, política intransigente de audaz liderazgo, fue conocida como la Dama de Hierro. Margaret Thatcher, que gobernó el Reino Unido con arrojo durante once años, heredó el título. El mundo reconoció su inteligencia, su autoridad, su capacidad para modernizar el país. Angela Merkel, admirada por la derecha y la izquierda, probablemente superó en valor e inteligencia a ambas. Francia no ha tenido dama de hierro, y no sabemos si se hará merecedora en Italia Giorgia Meloni, demasiado pronto para saberlo, ni tampoco si pasará a la historia nuestra candidata Isabel Díaz Ayuso. Ninguna de las cinco es modelo de las feministas adoctrinadas y limitadas en cacumen para poder servir fielmente los preceptos de líderes como Pedro Sánchez, Pablo Iglesias o Yolanda Díaz. Y como la palabra derecha les suena fea, aunque nuestra izquierda huela a podrido, prefieren ignorar a las grandes mujeres admiradas por la historia y destruir a la aspirante Ayuso.
Isabel tiene dos virtudes que la hacen grande: liderar el odio de la izquierda, importante galardón, y crecerse en la adversidad. En su pedigrí, tres grandes victorias. La primera, la oportunidad con la que convocó elecciones unas horas antes de que la alianza PSOE-Ciudadanos le arrebatara el poder mediante una moción de censura. Acabó con los sediciosos y dejó herido a Ciudadanos, que ya no abandonó su lecho de muerte. En la segunda ofensiva zanjó la carrera política del petulante líder de Unidas Podemos, que pronto habría de ser traicionado al estilo soviético por la camarada Yolanda Díaz, y ahora regenta un bar. Y en el tercer envite derrocó a su propio jefe, Pablo Casado, antes de que él la destituyera.
Creo que muchos españoles ven con esperanza la regeneración política de la mano de una mujer tan capaz de dirigir con audacia y acierto la Comunidad de Madrid como de crecerse para enfrentarse a quienes repiten insistentemente una mentira para convertirla en verdad en el peor estilo de los dictadores comunistas o nazistas.
La inspiración de los espadachines procede de la obstinación que caracteriza a Sánchez, hacerse grande sin advertir que ya solo puede ser protagonista de la historia negra de España
Sánchez, por su parte, huye de divisas del tipo Todo por la patria. Su patria es el poder, la ambición, y su adagio, a tuerto o a derecho nuestra casa hasta el techo, es decir, su avidez es tan grande que se muestra dispuesto a emplear todos y cada uno de los medios, legales o no, para apoderarse lo que pueda. Y como ha visto en Ayuso su principal traba, ha nombrado a tres mosqueteros para hundirla. El superministro Bolaños, escudero dispuesto a construir una realidad acorde con la mayor gloria de su jefe, la mosquetera Chus Montero de oratoria choni y artillería de barrio, y el ariete Puente, fichado en las zahurdas de Plutón, maestro en el uso del florete del insulto. Además de atacar a la presidenta de la Comunidad de Madrid, desvían la atención y tapan la montaña de desvergüenzas y saqueos del caso Koldo y sus franquicias. Hay que abatir a la dama que desvela las inmoralidades del poder, a la que los pone de los nervios.
El efecto, quién lo iba a decir, es el contrario. El trío de vanguardia hace más grande a Isabel. La inspiración de los espadachines procede de la obstinación que caracteriza a Sánchez, hacerse grande sin advertir que ya solo puede ser protagonista de la historia negra de España.
Tres ministros estrafalarios, el bueno, el feo y el malo, que se sirven de las terminales mediáticas del régimen para derrumbar la moral de Ayuso, y una dama de hierro que no se deja herir. Nunca antes un gobierno actuó con tanta vulgaridad contra nadie. Millones de dinero público fueron desviados durante la pandemia mientras moría la gente. A los demás nos encerraron ilegalmente en casa, pero nadie va a pagar por ello. Desplomaron el PIB y siguen pavoneándose como si nada. Ayuso recita el desmadre con valentía y ellos se encuentran bien en la crispación, como proponía Zapatero, porque les favorece la bronca. Ayuso no va a ceder. Convertirá el vómito en el veneno que los destruya.
A la saga de Golda Meir, Margaret Thatcher y Angela Merkel se va a unir Isabel, la libertad guiando al pueblo.
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