Hace ya mucho que la izquierda abandonó cualquier argumento electoral racional contra Díaz Ayuso para centrarse en lo personal. La presidenta de la Comunidad de Madrid los saca tanto de quicio que pareciera a veces que recurren al predictivo del móvil para redactar las tropelías que le achacan, por lo absurdas que resultan.
Un buen ejemplo lo encontramos en las declaraciones del alcalde de Valencia, Joan Ribó, señalando a Ayuso como la responsable de que el jugador del Real Madrid, Marcelo, se haya saltado el confinamiento perimetral para acudir a las playas de la ciudad mediterránea. Me pregunto si también considera a Isabel responsable de que José Luis Ábalos, ministro de Transportes, o Yolanda Díaz, vicepresidenta y ministra de Trabajo, tengan actos en las Baleares coincidiendo con las festividades de Semana Santa. El titular de lo que antaño llamábamos Fomento vivió ya el contratiempo de tener que acudir al médico a Valencia durante el puente de San José acompañado de su mujer e hijos. No me cabe duda de que Ribó no dudaría en responsabilizar a la pérfida Ayuso de tales coincidencias: la sanidad pública madrileña es tan deficiente que los ministros y ministras progresistas han de buscar refugio en las CCAA libres del yugo del Partido Popular. Cómo no recordar el infortunio de la pobre Isabel Celaá, obligada a viajar a su palacete vasco en pleno puente de octubre para tratarse de un cólico. Los miembros de nuestro Consejo de Ministros son tan sumamente responsables que únicamente enferman durante las festividades.
Ayuso tomó las riendas y decidió llevar a la práctica, con no poco éxito, lo que los juristas conocemos como la ponderación de los derechos fundamentales en conflicto, en este caso, salud, trabajo y libertad deambulatoria
Mientras que las agendas de los ministros los llevan nada menos que a Baleares (algunos afirman que el presidente Sánchez también está en el casoplón de Doñana), los glosadores mediáticos gubernamentales se centran en crear calificativos cada vez más gruesos para describir a Ayuso. Ya no es que la caricaturicen o la insulten, es que directamente la tildan de “loca de frenopático”, “asesina” o “genocida”. El “pecado original” de Isabel fue, en primer lugar, advertir al Gobierno de la nación de la que se nos venía encima antes de que nos arrasase la primera ola, adelantándose con algunas medidas mientras los “sologripistas” o evidence based socialistas la acusaban de generar una alarma infundada. Tras la calamitosa gestión gubernamental de la pandemia hasta junio, Ayuso tomó las riendas y decidió llevar a la práctica, con no poco éxito, lo que los juristas conocemos como la ponderación de los derechos fundamentales en conflicto, en este caso, salud, trabajo y libertad deambulatoria.
Empleo y crecimiento económico
En lugar de esconder la cabeza en el agujero de los cierres de negocios y restricciones severas como han hecho la mayoría de avestruces políticas -algunas de su propio partido- Isabel ha preferido apostar por la adopción de medidas proporcionales y racionales que permitan aplanar los picos de la curva sin abocar a los madrileños a la ruina y a la miseria. Evitar que la pandemia no sólo se lleve la vida de muchos infectados por el coronavirus, sino además la prosperidad económica y la libertad de quienes no lo están. Y todo ello construyendo en un tiempo récord un hospital especializado en pandemias que ha permitido que los afectados por la covid reciban una atención más especializada sin que se saturen las UCIs madrileñas. Con unos datos de empleo y de crecimiento envidiables, que ya quisiéramos en otras comunidades.
Es un espejo de gestión de inspiración liberal en el que muchos deberían mirarse. Y eso es más de lo que pueden soportar, de ahí el recurso constante a la hipérbole y a los datos falsos. Este modelo de campaña contra Ayuso revela una estrategia desesperada, que carece de sustancia y de programa. Tanto es así que son quienes atacan a Isabel los que parecen sufrir algún tipo de obsesión u odio de tintes enfermizos, una fobia no diagnosticada, contra ella.
Miren si no cómo nos saturan con imágenes de fiestas protagonizadas por extranjeros en Madrid como reclamo para exigirle a la todavía presidenta el cierre de la hostelería. Nada tienen que decir de las decenas de miles de europeos que han llegado a las Islas Baleares, Cataluña o Comunidad Valenciana para disfrutar de las vacaciones, celebrando a diario cientos de botellones y aglomeraciones a pesar de que sus medidas con la hostelería son más restrictivas. Cualquiera diría que es porque en esas otras CCAA gobiernan ellos ¿verdad?
En lugar de apuntar al disparate gubernamental parido por la ministra de Sanidad, lo silencian mientras ponen el foco en los bares madrileños y en la “IDA” de la presidenta
Olvidan también mencionar, muy oportunamente, que las competencias en lo referente a aeropuertos y fronteras con otros países son del Gobierno central. Que exista una discriminación arbitraria en materia de movilidad por el territorio nacional entre los españoles y el resto de europeos no es cosa de Ayuso, sino de Sánchez y su ejecutivo progresista. En lugar de apuntar al disparate gubernamental parido por la ministra de Sanidad, lo silencian mientras ponen el foco en los bares madrileños y en la “IDA” de Isabel.
Todo les da igual. Ayuso es una asesina, una genocida nada menos, por negarse a obedecerles y mantener abiertos los restaurantes. Los mismos que, en nombre de ideologías totalitarias, ensalzan a verdaderos genocidas y/o asesinos, como Lenin, Stalin, el Che, Castro, callan ante las ejecuciones sumarias del régimen de Maduro en Venezuela o justifican las acciones de la banda terrorista ETA mientras pactan con sus herederos, pretenden imputar a Ayuso los pecados que sólo ellos han cometido y cometen. Espero que encuentren en las urnas madrileñas su merecido purgatorio.
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