Tres meses pueden ser un suspiro o una eternidad. El pasado sábado, Pablo Iglesias volvía a la escena pública tras el permiso de paternidad más comentado de la historia política. Como en casi todo, la polarización ha protagonizado el debate entre los que defendían que con su retiro paternal daba ejemplo de compromiso con la igualdad y aquellos que consideraban que en medio de una de las crisis más graves de Podemos, y a puertas de unas elecciones, la ausencia de su líder podía acabar en suicidio.
La situación actual de Podemos se podría resumir en deserción, disenso y descenso. En pleno prólogo electoral han desertado dos de sus principales candidatos: Íñigo Errejón y Pablo Bustinduy, ambos motivados por el disenso con el proyecto político que dirige Iglesias. En el caso de la candidatura a la Comunidad madrileña se realizaron unas primarias exprés en las que participó la mitad de inscritos que en las celebradas para elegir a Errejón. Además, IU ha decido finalmente concurrir con su propia marca, desvinculada de Podemos. En el caso de la candidatura europea, las primarias han sido obviadas y la cabeza de lista salió elegida por la dirección sin trámite orgánico alguno.
El descenso que experimenta Podemos en las encuestas se remonta a las elecciones generales del 2016. Desde que IU y la marca morada decidieran concurrir bajo la marca electoral Unidos Podemos, la hemorragia electoral no ha cesado. Tanto es así, que algunas encuestas pronostican que el descenso será tan vertiginoso como fue su ascenso. Y este pronóstico es la mejor baza electoral del regreso de Pablo Iglesias.
Solo si Podemos consigue activar a sus bases, redibujar un perfil propio e introducirse en la agenda de la campaña podría superar las expectativas de la demoscopia
Las expectativas son aquello que el individuo espera que ocurra en diferentes situaciones y las recompensas y castigos que recibirá por determinadas conductas. En las pasadas elecciones generales (ambas), Pablo Iglesias esperaba, y así lo comunicó a sus electores, alcanzar el liderazgo de la izquierda. A pesar de unos resultados espectaculares, el castigo en la opinión pública superó la recompensa de la hazaña conseguida por los morados. En el 2019, lo esperado y pronosticado por las encuestas dibuja una debacle electoral que podría escasamente superar los resultados de IU en los 90.
'Efecto Iglesias'
Si Podemos consigue activar a sus bases, redibujar un perfil propio e introducirse en la agenda de la campaña podría superar las expectativas que ahora proyecta la demoscopia. Estos objetivos podrían ser fácilmente alcanzables con la mera reaparición pública de un candidato tras tres meses de silencio público. De ser así, el líder morado podría capitalizar un 'efecto Iglesias' que podría consolidarlo como secretario general tras unos resultados que descabalgarían a los morados de la tercera fuerza.
Una propuesta de política ficción: ¿Qué hubiera pasado si Iglesias hubiera interrumpido su baja en pleno de mes de marzo? Las críticas por faltar a su palabra hubieran sido furibundas. Su presencia mediática se habría centrado en explicar la gravedad de los sucesos acaecidos (deserción de candidatos, elecciones sin primarias…) que le hacían volver de forma precipitada. Posiblemente, el efecto de su vuelta tras permiso 'interruptus' en las encuestas habría sido imperceptible… y hubiera gastado la 'bala MacArthur'. Suspiro o eternidad, el líder ha vuelto, las listas electorales están cerradas y ahora solo queda remontar.
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