No dejo de asombrarme de cómo en nuestra querida España muchos dan por hechos ciertos tópicos, sin tan siquiera discutir si lo que subyace bajo los planteamientos de los mismos son ciertos. Esto está ocurriendo ante la oleada de fusiones bancarias, y el consenso prácticamente generalizado de que no hay otra alternativa. Niego la mayor, es completamente falso que no haya alternativa, y, aún peor, con lo que se está haciendo, la fragilidad de nuestro sistema bancario aumenta exponencialmente.
Lo sorprendente es la posición del regulador, el Banco de España, que, o bien no se entera de lo que todo ello supone, o bien mira para otro lado. Le sugiero a nuestro regulador que eche una ojeada a la literatura que su homólogo inglés ha desplegado bajo la batuta de Andy Haldane, economista jefe y director ejecutivo de Análisis Monetario y Estadísticas del Banco de Inglaterra. Haldane muestra en algunos de sus trabajos las similitudes sorprendentes entre las epidemias como el SARS o la covid-19 con las crisis financieras y/o bancarias. Recomiendo encarecidamente el libro del epidemiólogo y matemático Adam Kucharski, “Las Reglas del Contagio: Cómo Surgen, se Propagan y Desaparecen las Epidemias”, publicado en español por la editorial Capital Swing, y sus referencias a las analogías entre los contagios en los sistemas bancarios y/o financieros y las epidemias, desgranando sus conversaciones con Andy Haldane.
La idea básica era que toda integración reduce la probabilidad de mini-crisis, pero incrementa la probabilidad de maxi-crisis
Andy Haldane, ya por 2005, escribió una nota donde, desde su análisis, la estructura de red del sistema financiero internacional lo hacía vulnerable a un riesgo súper-sistémico, como así acabó sucediendo en 2008. En dicha nota, Haldane recalcaba que esa estructura de red podría hacerlo resistente a shocks menores, pero lo hacía tremendamente vulnerable al colapso total si se sometía a mucha presión. La idea básica era que toda integración reduce la probabilidad de mini-crisis, pero incrementa la probabilidad de maxi-crisis. Eso es lo que está haciendo en la actualidad nuestro sistema bancario sin que nadie alce la voz. Yo la alzo, y en voz alta. Es una barbaridad que acabaremos pagando.
Esta idea sencilla de Haldane se confirmó en un estudio de 2006 realizado por investigadores de la Reserva Federal de New York, “The Topology of Interbank Payments Flows”, que, analizando los billones de dólares en transferencias que se daban entre miles de bancos estadounidenses durante un día normal, el 75% de los pagos implicaba a un número súper reducido de bancos. La variabilidad en los vínculos no era el problema, sino cómo esos grandes bancos encajaban en el resto de la red.
La red bancaria es disociativa
En la teoría de epidemias, como la actual de la covid-19, las dinámicas de las infecciones van a depender de si la red de contactos es asociativa o disociativa. En una red asociativa, individuos muy conectados se vinculan principalmente con otras personas muy conectadas. El resultado de ello es un brote que se propaga muy rápidamente a través de las agrupaciones de individuos de alto riesgo, pero al que le cuesta llegar a las otras partes menos conectadas de la red. Por el contrario, en una red disociativa, las personas de alto riesgo están en su mayor parte conectadas con personas de bajo riesgo. Esto hace que la infección se propague lentamente al principio, pero que acaba terminando en una epidemia de alcance mayor. Pues bien, la red bancaria es profundamente disociativa. Warren Buffett hablaba de “la sobrecogedora red de dependencia mutua entre los grandes bancos”. Además, las fusiones bancarias, bajo la actual estructura de red, incentivan el mal comportamiento, pudiendo asumir los mega-bancos que surgen riesgos innecesarios bajo el argumento de que el Gobierno acudirá en su ayuda si llegan los problemas.
Otra idea muy compartida en el mundo financiero y bancario es que los bancos pueden diversificar para reducir su riesgo global. El problema es que normalmente todos ellos escogen invertir en los mismos tipos de activos y en las mismas ideas, de manera que ocurre todo lo contrario, la diversificación desestabiliza profundamente al conjunto de la red. En este sentido Andy Haldane y el epidemiólogo Robert May en el artículo “The birds and the bees, and the big Banks” señalan que históricamente los mayores bancos han retenido una cantidad menor de capital que los pequeños bajo la creencia de que tenían inversiones más diversificadas, de manera que asumían menos riesgo. La realidad, como hemos detallado, muestra todo lo contrario. Por eso resulta llamativo cómo ante las fusiones bancarias que se anuncian algunos dejen caer la necesidad de reducir los requisitos de capital. Esta situación se complica todavía más porque, a diferencia del contagio biológico, en el sistema bancario no hace falta una exposición directa para enfermar, basta con un efecto indirecto de temor y pánico. Las fusiones bancarias que se están desplegando en nuestro país ya no solo generan el dilema moral de crear bancos demasiado grandes para quebrar, sino que además son demasiado centrales para caer. Es necesario, por lo tanto, que aquellos bancos importantes para la red retuvieran más capital para reducir la susceptibilidad a la infección.
Trocear bancos, no fusionarlos
Andy Haldane, en sus conversaciones con Adam Kucharsky, señala que era necesario actuar para cambiar la estructura de red bancaria, pero ante ello los banqueros enseguida empezaban a protestar porque lo interpretaban como una intervención intrusiva en su modelo de negocio. Sin embargo, en Reino Unido, a diferencia de lo que está sucediendo en nuestro país, si que modificaron la estructura de red para disminuir un posible contagio futuro. Según la Ley de Servicios Financieros del Reino Unido, elaborada a partir del Informe Vickers de 2011, las entidades debían establecer antes de 2019 un anillo de protección en torno a su negocio comercial (cuentas corrientes y de ahorro, hipotecas, préstamos a particulares y empresas…), que tendría estatus legal propio y se gestionaría de forma independiente a otras actividades más arriesgadas del banco, como las inversiones. Llegado el caso, el informe Vickers, como también sugería el informe Volcker para Estados Unidos, planteaba la necesidad de imponer límites a la concentración de depósitos, préstamos u otros indicadores bancarios, en definitiva al tamaño de los bancos. Además de restringir las actividades de riesgo, se trataba de limitar el tamaño de los bancos.
En definitiva, mientras que en Reino Unido han tratado de eliminar de la red los bucles ocultos, en “Españistán”, mediante fusiones bancarias, se está premiando exactamente lo contrario. Por un lado, se están promocionando los bancos demasiado grandes para quebrar, y demasiado centrales para caer. Por otro, se está favoreciendo que sigan manteniendo ocultos una ingente cantidad de activos tóxicos en balances, razón última de las fusiones, de manera que cuando vienen mal dadas, se aproximan a la insolvencia y, como una patada hacia adelante, buscan con quién fusionarse.
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