Opinión

Los bancos mandan en el primer trimestre

Parecía que el final de mes sería crítico ante las caídas bursátiles del mayor banco alemán, Deutsche Bank, pero al final el apoyo de los bancos centrales, una vez más, calmaron los ánimos

Empezaba 2023 con aire negativo, a pesar de que las bolsas habían rebotado desde los mínimos de octubre y que los más altos IPC interanuales habían quedado atrás. Sin embargo, la bonanza del clima llevó a que las peores advertencias sobre el invierno acabaran desvaneciéndose y los índices bursátiles, impulsados por las acciones bancarias, vivían el mejor primer mes del año en mucho tiempo. Según se iban conociendo datos del conjunto de 2022 seguían llegando buenas noticias. Unos resultados empresariales aceptables, y en algunos casos (bancos y petroleras sobre todo) espectaculares, el PIB español con una cifra de crecimiento del 5,5%, Estados Unidos y la Eurozona esquivando la recesión gracias al último trimestre… El mayor “pero” es que continuaba el proceso de subidas de los tipos de interés con un Euribor en ascenso continuo. Sin embargo, como esto seguía impulsando las cotizaciones del sectorial financiero, la bolsa seguía contenta, especialmente la europea y muy en concreto el Ibex, con un gran peso de la banca. Y ni siquiera el impuesto inventado por el gobierno para nuestros bancos frenaba el optimismo inversor en ellos.

Llegamos a finales de febrero y los datos de IPC adelantados decepcionan, se frena la desaceleración interanual y la subyacente se dispara. Son malas noticias. Los tipos de la deuda se tensan porque la esperanza de ver bajadas de tipos en la segunda mitad del año se desvanece. No obstante, la complacencia es tal que las bolsas siguen felices mientras el Euribor se va acercando al 4% y los ahorradores, hartos de que los bancos españoles no compitan por su dinero con depósitos atractivos, se interesan por las letras del Tesoro. Las preocupaciones por una acción bélica de envergadura con motivo del aniversario de la invasión rusa resultaron, por suerte, exageradas y por lo tanto, nada hacía presagiar un marzo tan volátil como finalmente fue. Y eso que el último día de febrero, en España nos sorprendimos con una mala noticia: Ferrovial decidía trasladar su sede de España a Países Bajos. La reacción de algunos miembros del gobierno mostró, una vez más, la peor cara de cierta clase política que se regodea en su fuerte animadversión hacia la empresa privada. Los mismos que mostraron su profunda ignorancia de los fundamentos de nuestro sistema económico al criticar a Mercadona a pesar de haber reducido sus márgenes.

En las bolsas se tradujo en fuertes revalorizaciones acumuladas desde octubre, con nuevos máximos históricos del FTSE inglés y en España el Ibex, descontando dividendos pagados, también hacía lo propio

El tercer mes del año se esperaba bueno. Cierto que los datos definitivos de IPC de febrero no iban a gustar, y que los bancos centrales subirían tipos pero empezaban las revisiones al alza de los datos de crecimiento del PIB de las casas de análisis, e incluso de nuestro Banco de España, ya que se detectaba que 2023 empezaba algo mejor de lo esperado. Los precios de la energía están mucho más bajos que hace un año, cuando volaban por culpa del conflicto ucraniano recién empezado, por lo que, por efecto base, se daba por hecho lo que hemos conocido estos días, que el IPC interanual de marzo registra una muy fuerte bajada respecto a febrero. La subyacente sigue siendo escandalosamente alta pero se seguía imponiendo la complacencia. En las bolsas se tradujo en fuertes revalorizaciones acumuladas desde octubre, con nuevos máximos históricos del FTSE inglés y en España el Ibex, descontando dividendos pagados, también hacía lo propio. Nuestro índice, que en octubre había llegado a cotizar por debajo de los 7.200 puntos, había cerrado 2022 en 8.229 y el 7 de marzo llego a tocar 9.528.

Y de repente, un banco desconocido para todos llamado Silicon Valley Bank empieza el día 8 a desplomarse en bolsa por los problemas que tiene para atender al requerimiento de abonos que le hacen un gran número de sus clientes. Al principio, la información que llega a Europa es que es un pequeño banco (en realidad era el 16º del país) de “startups” y se deduce que su problema es que ha dado créditos a empresas del sector que han tenido problemas por la caída de beneficios de las empresas de internet postpandemia. Pero no, lo grave del tema es que los problemas del SVB vinieron básicamente por comprar renta fija emitida por el Tesoro estadounidense a tipos de interés tan bajos, que ante la necesidad de vender ese papel para obtener liquidez, sus pérdidas eran inasumibles ante los tipos actuales mucho más altos. Esto provoca momentos de pánico porque se teme le pase a más entidades financieras. Cae también el Signature Bank, éste sí realmente pequeño. Y llegan los nervios, y en pocos días unas declaraciones del mayor accionista del Credit Suisse diciendo que no aumentarían su participación en el banco, llevan al pánico bursátil (el Ibex, en su peor momento, cotiza mil puntos por debajo de los máximos de marzo) y las acciones del segundo banco suizo se desploman. Las bolsas caen pero los bancos centrales se alían para asegurar liquidez suficiente y Suiza decide fusionar al CS con la UBS, con lo que un banco demasiado grande para caer, cae, y hace que otro banco demasiado grande para caer, crece en tamaño.

Parecía que el final de mes sería crítico ante las caídas bursátiles del mayor banco alemán, Deutsche Bank, pero al final el apoyo de los bancos centrales, una vez más, calmaron los ánimos. La caída de Credit Suisse no tiene nada que ver con la del SVB y la acción rápida y contundente de las autoridades aparentemente han inspirado la suficiente confianza… o quizás se ha maquillado el final del trimestre (su cierre es muy importante para los fondos de inversión) y se han aplazado los problemas. Esperemos que no. Lo cierto es que el primer trimestre ha sido en economía mejor de lo esperado (y en los mercados, espectacular para algunos activos de riesgo como las criptomonedas y la renta variable europea) y el segundo no pinta mal, teniendo en cuenta la complicada situación de estanflación prácticamente global, claro.

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