Opinión

Bañofobia

Tenemos unos cuantos frentes más importantes que los cartelitos con iconos mil que vayamos a poner en un baño para considerarlo inclusivo

Será la guerra, la pandemia, los dos duros años que llevamos, el caso es que hay aspectos de la política aplicados a la vida cotidiana para los que no encuentro sentido alguno, es más, en los que creo que nos estamos haciendo la vida aún más complicada en aras de respetar la diversidad. Me explico. Escucho por primera vez lo de los “baños inclusivos” en un informativo nacional y me llama la atención, conociendo hoy que en algunos países de América Latina nos llevan una ventaja de cinco años con el tema.

Primero, porque la implantación de los mismos lo lidera mi tierra, Cataluña, concretamente, el Ayuntamiento de Gerona que ha eliminado los baños de hombres y mujeres y los ha transformado en 'inclusivo' ha en unas instalaciones deportivas públicas; segundo porque quizás el foco informativo lo tenemos centrado en otros aspectos vitales que realmente nos afectan más severamente, como la cesta de la compra, poner gasolina, tener la atención sanitaria necesaria y un sinfín de nimiedades según el bolsillo que lo mire que francamente lo de utilizar un mismo baño seamos hombres o mujeres o trans nos la trae al pairo.

Dicho esto desde el respeto, desde el reconocimiento a la diversidad, desde la sensibilidad absoluta a todo ser humano y concretamente también basada en tener a amigos/as a los que adoro tanto homosexuales, como lesbianas, como bisexuales, ¿no sería más fácil para todos, desde el colectivo LGTBI a todos los seres humanos en la capa de la tierra tener el cartel de “baños”, así a secas, para que cuando necesitemos utilizarlos no nos planteemos un dilema mental, cultural o de respeto y sencillamente actuemos rápidamente para atender nuestras necesidades fisiológicas?.

Esto de los “baños inclusivos” me revuelve el estómago cuando no tenemos ni resueltos los aspectos básicos, principales como son: acceso gratuito a cualquier servicio público –revisemos las estaciones de tren en las que tienes que pagar-, fundamental que esté limpio, que puedan acceder las madres o los padres con sus bebés sin ponerse histéricos por no tocar nada por peligro de infección, que tengan cambiadores, que aquellos que tienen dificultades de movilidad tengan espacio suficiente para poderse desenvolver sin ayuda, sin barreras arquitectónicas. Francamente, tenemos unos cuantos frentes más importantes que los cartelitos con iconos mil que vayamos a poner en un baño para considerarlo inclusivo.

Sigan el ejemplo de Japón, el único país de los que he visitado donde cualquier baño público, esté donde esté, ofrece un aspecto impecable, una limpieza ejemplar.

Lo siento por el dinero que se vayan a embolsar los diseñadores del invento, tampoco estamos para malgastar. Estamos para invertir los recursos en donde realmente se puede generar el cambio: en los colegios y en casa. Vayamos más allá de todo esto que no hace más que clasificarnos, etiquetarnos en aras de ir en contra de cualquier fobia dicen los responsables del Ayuntamiento en cuestión, que esto es para garantizar “los derechos de lesbianas, gays, bisexuales, transgéneros e intersexuales y para erradicar la homofobia, la bifobia y la transfobia”.

Olvidémonos de fobias, quitemos cualquier cartel, cualquier icono de bebé, minusválido, hombre, mujer, niño, niña, hagamos el cartel de “baño” y seamos todos respetuosos entre nosotros, que los espacios sean espacios limpios y gratuitos. Miren por ejemplo lo que ocurre en los autobuses, donde no siempre se respeta el icono de la persona con bastón para simbolizar a nuestros mayores o el de las embarazadas, tantas veces desatendidos o ignarados por más cartelitos que se pongan. Menos carteles y más respeto. Sigan el ejemplo de Japón, el único país de los muchos que he visitado en los que cualquier baño, esté en una estación de metro, en un restaurante, en cualquier calle, en cualquier lugar, ofrece una limpieza es de matrícula de honor. Todo ello se resume en dos palabras orinemos de pie o sentados o nos tengan que cambiar el pañal: educación y respeto. No es baladí y no es fácil, lo demás es puro maquillaje social.  

Cataluña, con Gerona al frente, se convierte en líder de los baños inclusivos, pero eso no es “sensibilización ciudadana” porque la sensibilización es más compleja que un simple cartel. Cuídense.

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