Resulta que Baños quería robarle protagonismo a la presidenta Ayuso en la celebración del Dos de Mayo, fiesta que, por cierto, lo es también de todos los españoles. No pasa cada día que se pueda rememorar como un puñado de valientes ciudadanos cortasen el paso a las águilas napoleónicas a base de palos, horcas, navajas, partidas de guerrilleros y un par de bemoles a despecho de un rey felón, Fernando VII, y una corte afrancesada por no decir traidora.
Pero como no habían invitado al look for chickens gubernamental de Bolaños, a quien todo eso incluso le debe parecer mal por lo que de españolidad tiene, se dijo “Ah, no, yo voy sí o sí que para eso Pedrete me ha hecho ministro”, igualito que un niño malcriado, envidiosón y lioso. Y allí que se presentó el hombre, como diciendo que a ver quién era el guapo que le impedía estar. Como sea que Ayuso es una señora, le puso silla al ministro porque, total, no iba de una más.
Y Bolaños tomó asiento, y asiento tomó Baños, y no contento con los Baños de asiento, quiso meterse en aguas más profundas y subir al escenario junto a la presidenta y las personalidades que, esas sí, habían sido invitadas en forma y manera debida. La ministra de Defensa, por vía de ejemplo. Pero cuando Berrinches Bolaños quiso subir al estrado, los servicios de protocolo le dijeron que nanay que se ha muerto Pichi, que a él no le tocaba estar ahí y que despejase que viene el autobús. Bolaños se puso en todos sus estados, lógicamente. ¿Cómo osa la presidenta del oso (y el madroño) dejarlo fuera de los focos a él, tan ministro, tan sanchista, tan Bolaños?
En total, que ha hecho eso que de peques llamábamos el ridi y se ha puesto más colorao que un pimiento del piquillo. Y, sí, picado estaba poque quería chupar cámara al lado de una política que puede pasearse por todo el territorio nacional entre aplausos y cariño popular, y no es un chiste fácil. Para este escribidor la razón debe ser esa. El Baños de los asientos debe haber querido experimentar, siquiera una vez, qué se siente estando en un acto público sin necesidad de que los escoltas despejen diez kilómetros a la redonda para que el personal no cite por orden cronológico toda tu generación.
Picado estaba poque quería chupar cámara al lado de una política que puede pasearse por todo el territorio nacional entre aplausos y cariño popular, y no es un chiste fácil
El alcalde madrileño Almeida, que lógicamente estaba ahí, ha dicho del asiento del Baños que le parecía un okupa y Feijoó ha declarado que el gobierno es muy faltón pero que veía bien que hubiese un asiento para Baños. Y Mari Ayuso, que es mucha Mari Ayuso, ha dicho ladinamente, en referencia a Don Salvador de Madariaga, que unidos lo podemos todo, lo que ha hecho que la médica y madre se quedara momentáneamente estupefacta. Pero no, la referencia era a la unidad política de los españoles hartos de Sánchez, de su poltrona, de los Baños de asiento y de las chocho charlas con asiento sin asiento pero con poltrona asegurada. Añadía la presidenta que en Madrid no existen, ¡ay!, ni charnegos ni maketos, que Madrid trasciende más allá de la propia capital y región, y que lo que pase en Madrid en las próximas elecciones resonará en toda España. Como así es.
Ayuso, que es mucha Mari Ayuso, ha dicho ladinamente, en referencia a Don Salvador de Madariaga, que unidos lo podemos todo, lo que ha hecho que la médica y madre se quedara momentáneamente estupefacta
Eso ha sido demasiado para Baños, que dejó su asiento quedando éste triste y solo como aquella facultad en la que sus estudiantes empeñaban los libros en el Monte de Piedad. Y he aquí, queridas criaturas, la razón por la cual Ayuso puede obtener mayoría absoluta. La presidenta ya viene bien bañada y bien sentada de casa y no precisa colarse en actos a los que no la han invitado ni pordiosear chulescamente, que aunque parezca un oxímoron no lo es, una silla plegable de playa para hacer ver que es importante. Porque lo es sin necesidad de fingimientos torpes ni ridículos espantosos. Ande, Baños, siéntese, hombre de Dios, siéntese y no moleste más.
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