Opinión

Del taconazo a aquel debate encarnizado entre Benzema e Higuaín

Este maravilloso deporte no tiene memoria porque solo importa ganar. Pero ahora, entre obra de arte y obra de arte del francés, es tiempo recordar aquella pelea con el argentino convertido en gafe

Uno de los grandes defectos de este maravilloso deporte que es el fútbol consiste en su falta de memoria. Solo importa ganar y nadie recuerda lo demás. Ahora que Benzema ha vuelto a dejar una obra de arte para los anales futbolísticos con ese sublime taconazo, quizás lo propio sería un artículo laudatorio sobre el astro francés. Pero, en cambio, mi memoria, que me juega estas malas pasadas, me ha traído a la mente aquel encarnizado debate que llenó tantas y tantas horas de televisión y tantas y tantas páginas de periódicos. 

Benzema versus Higuaín. ¿Se acuerdan? Tanto en el propio madridismo como entre el resto de futboleros se generó una pelea entre los defensores a ultranza de ambos jugadores. Puro forofismo. O eras del francés o eras del argentino. Aunque ninguno de ellos era especialmente goleador, poco importaba porque al lado tenían a un tal Cristiano Ronaldo que ensombrecía a los dos. La batalla era por ver cuál de los dos debía acompañarle en el once titular del equipo blanco.  

El dilema estaba en la calle, sí, pero sobre todo estaba en los medios de comunicación. Entre los periodistas deportivos, ese género tan particular, se habló hasta la saciedad de este asunto. Espacios radiofónicos y televisivos se hartaron (y nos hartaron) con el tema. No hablaremos de portadas de diarios, porque podría ser demasiado para soportarlo. Todavía hoy resurge a veces la cuestión, aunque sea para atacar al uno o al otro. Todo valía por aquel entonces. Se hablaba de lo deportivo y también de lo personal. Solo podía quedar uno. Y uno quedó. 

Ocasiones marradas que todos recuerdan. Finales perdidas una y otra vez, tanto con sus clubes como con la selección albiceleste. Hasta el punto de que para muchos se trata de un auténtico gafe

La realidad es que desde que Higuaín se marchó, el Madrid empezó a ganar Champions con Benzema como indiscutible. El jugador argentino siempre ha marcado goles allí donde ha estado, eso no puede negarse, pero sobre todo colecciona sonoros fracasos. Ocasiones marradas que todos recuerdan. Finales perdidas una y otra vez, tanto con sus clubes como con la selección albiceleste. Hasta el punto de que para muchos se trata de un auténtico gafe. 

La figura de Benzema se agiganta con el tiempo como uno de esos jugadores diferentes, provistos de esa magia inexplicable como regalada por los dioses, capaces de deslumbrar en cualquier momento merced a algún invento en forma de regate, remate o taconazo. Tiene como borrones su exagerado gusto por la velocidad al volante y esos problemas en la selección gala que le privaron del principal sueño de todo futbolista: ganar el Mundial. 

En estos tiempos tan líquidos y frenéticos y dados a la desmemoria, es bueno rememorar el pasado para no olvidar en el futuro. Por mera justicia

En paralelo, la figura de Higuaín se va difuminando y enanizando como un eterno segundón, un proyecto de gran jugador que se quedó en eso, en proyecto inacabado, un trotamundos del fútbol que ganó unas cuantas cosas y tuvo cierto carisma, sí, pero que será condenado al olvido hasta por sus más firmes defensores.  

No traigo esto a colación para ajustar cuentas ahora con los que defendían a Higuaín. Solo es que ahora, en estos tiempos tan líquidos y frenéticos y dados a la desmemoria, es bueno rememorar el pasado para no olvidar en el futuro. Por mera justicia. Porque hay diferencias entre los cracks y los mediocres. 

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación
Salir de ver en versión AMP