Una vez acabado el patrón oro, es más difícil la definición de dinero. Pero si asumimos que es un medio arbitrario, aceptado por una mayoría para el pago de bienes y servicios. Todos entendemos que, por un lado, están los activos (por ejemplo, unas acciones cotizadas en bolsa) y, por otro, el dinero (la moneda garantizada por un banco emisor estatal) que es a lo que convertimos los activos cuando los vendemos. Visto así, las criptomonedas no pueden considerarse dinero, ni siquiera el bitcoin (que ha subido más del 40% en los dos meses que llevamos de 2024, a sumar al +160% de 2023), ya que no es un medio generalizado de pago en sí mismo. Es evidente que se trata de un activo que, por volumen y capitalización, se ha ganado un importante hueco en el mundo financiero, aunque no lo usemos para comprar en las tiendas. Y lejos de las loables intenciones revolucionarias de sus orígenes (que aún seducen a algunos), se ha integrado en los mercados y ha entrado en las carteras de pequeños y grandes inversores como instrumento de especulación e inversión, más que como alternativa al dinero.
Hay miles de criptomonedas de las que se puede discutir su viabilidad pero el éxito del bitcoin es indudable. Por eso llama tanto la atención una publicación de hace unos días de nuestro banco central, en cuyo blog oficial lo critica con dureza: “Bitcoin ha fracasado en su promesa de ser una moneda digital descentralizada global y todavía apenas se utiliza para transferencias legítimas. La última aprobación de un ETF no cambia el hecho de que Bitcoin no es adecuado como medio de pago o como inversión.” Seguidamente cuestiona la decisión de la SEC (la CNMV de Estados Unidos) de aprobar los fondos cotizados en bolsa (ETF) integrados por bitcoins y asegura que “el valor razonable de Bitcoin sigue siendo cero”. Advierte además del pinchazo de la burbuja que lleva previendo desde hace años (ya en noviembre de 2022 publicó un artículo similar): “Para la sociedad, un renovado ciclo de auge y caída de Bitcoin es una perspectiva nefasta. Y el daño colateral será enorme, incluido el daño ambiental y la redistribución final de la riqueza a expensas de los menos sofisticados.”
La inmensa mayoría de las personas que compran un activo lo que quieren es que ese activo genere un beneficio en el futuro, por eso las acciones de Tesla, por ejemplo, subieron durante años a pesar de que la compañía perdía dinero
Es evidente que, en la parte de su fracaso como dinero, tiene razón cuando afirma “Fuera de la dark web, la parte oculta de Internet que se utiliza para actividades delictivas, apenas se utiliza para pagos”. También la tiene al advertir de la decepción que supuso para El Salvador el oficializarla como moneda (algo que ya comentamos aquí hace dos años). Pero cuando dice que el bitcoin no es adecuado como inversión, creo que desbarra ya que sus argumentos son pueriles: “No genera ningún flujo de caja (a diferencia de los bienes raíces) ni dividendos (acciones), no puede usarse productivamente (materias primas) y no ofrece ningún beneficio social (joyas de oro) ni apreciación subjetiva basada en habilidades sobresalientes (obras de arte)”. La inmensa mayoría de las personas que compran un activo lo que quieren es que ese activo genere un beneficio en el futuro, por eso las acciones de Tesla, por ejemplo, subieron durante años a pesar de que la compañía perdía dinero. Como activo líquido para la inversión y la especulación, por supuesto que el bitcoin es un éxito. De hecho, en la propia publicación del blog del BCE, reconoce que la capitalización del bitcoin supera los mil millones de dólares.
También intenta desprestigiar al bitcoin por la supuesta manipulación de su precio (“el 51% del volumen diario de transacciones de bitcoins que se informa probablemente sea falso”) e insiste en que es la principal opción para el lavado de dinero de operaciones ilícitas. Con todos mis respetos, eso se puede aplicar a muchos productos derivados que llevan funcionando desde décadas antes de que existieran las criptomonedas. BCE cree que el renovado auge del bitcoin procede de la aprobación de los ETF a finales de 2023 (y probablemente tiene razón) y cree que es un error comercializar un ETF de un solo producto ya que lo aconsejable es la diversificación, opinión respetable pero que parece olvidar que existen otros ETF de materias primas concretas que contienen un solo activo. En lo que no se le puede quitar la razón es en esta frase: “es increíblemente irónico que la unidad criptográfica que se había propuesto superar el demonizado sistema financiero establecido necesite intermediarios convencionales para extenderse a un grupo más amplio de inversores”. Ya comentamos antes que de los motivos originales del bitcoin a la realidad actual, hay un mundo pero eso no resta valor al bitcoin como activo.
Un activo exitoso que no controla
En resumen, al BCE (que está preparando desde hace mucho tiempo su propia moneda digital) le molesta que exista un activo digital exitoso que no controla. Mi opinión es que las criptomonedas tienen mucho riesgo y que nadie sabe el valor real del bitcoin, que es la principal, pero no tengo dudas en que su valor no es cero. Y no lo es porque hay millones de voluntades humanas, expresadas por operaciones financieras financiadas con dinero emitido por bancos centrales, que han decidido que eso sea así. Y eso hay que respetarlo, más cuando es un activo con más de quince años de vida, no se puede afirmar a estas alturas que sea flor de un día.
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