Opinión

Bolsa 2024: ¿Feliz año peor?

El Ibex, el Dax, el S&P500… varios índices bursátiles han bajado en agosto, septiembre y octubre de este año, algo bastante inusual, y mucho más en un año que sigue en rentabilidad positiva. Nues

El Ibex, el Dax, el S&P500… varios índices bursátiles han bajado en agosto, septiembre y octubre de este año, algo bastante inusual, y mucho más en un año que sigue en rentabilidad positiva. Nuestro selectivo nacional se marcó una racha de caídas semanales consecutivas que no se veía desde el fatídico 2008. Al que no sigue muy de cerca la evolución de los mercados estos vaivenes pueden sorprenderle ya que los resultados empresariales han sido positivos, los datos macro no han supuesto ninguna novedad (incluso ha habido alguna favorable como el alto crecimiento estadounidense) y se nos asegura que la inflación está controlada. Por supuesto si el precio de las acciones cae es porque los datos del pasado interesan mucho menos que los que se descuentan en el futuro. Por eso a las bolsas se las considera un indicador adelantado. Otro tema es que acierten.

Hay un consenso grande, desde el FMI a los analistas más modestos, en que 2024 será un año de menor crecimiento que 2023, que la inflación será más débil pero, como es acumulativa, implicará que, aunque crezca menos que este año, el próximo será más caro para fabricantes y consumidores. Estas peores expectativas influyen en los inversores aunque, en mi opinión, lo que más está retrayendo las ganas de comprar renta variable es el enorme atractivo de la renta fija.

Grandes inversores, fondos de pensiones, aseguradoras… están aumentando sus apuestas en renta fija considerada segura (el oro está en máximos históricos también)

Cuando un bono a 10 años emitido por el Tesoro del país más poderoso del planeta, y en la divisa que más confianza genera, ofrece una rentabilidad que ronda el 5%, es decir, que prácticamente asegura al que lo adquiere que su dinero no perderá poder adquisitivo durante tanto tiempo (porque es bastante improbable que el IPC se mantenga por encima del 5% durante una década), el interés en adquirir activos de riesgo, lógicamente, se reduce. Grandes inversores, fondos de pensiones, aseguradoras… están aumentando sus inversiones en renta fija considerada segura (el oro está en máximos históricos también) y pierden apetito por unos activos que, a pesar del rebote que viene de hace trece meses, siguen probablemente dentro de la tendencia bajista iniciada en los máximos de enero del año pasado.

Más allá de los factores que mueven los precios, al final los flujos de liquidez son los que determinan, en última instancia, su dirección. Y si los bancos centrales no compran deuda a pesar de que los estados siguen emitiendo muchísima, alguien la tiene que comprar. Y el dinero, aunque algunos gestores políticos manirrotos aún lo desconozcan, tiene un límite y es complicado que pueda existir el suficiente como para que si un activo concreto se lleve una gran cantidad de liquidez, otro no se resienta.

Hay que recordar, especialmente a los más jóvenes, que lo normal es que si sube la rentabilidad de la renta fija, la renta variable baje y que lo que ha pasado los últimos años era una anomalía incentivada por los bancos centrales. Con su política de adquisición de activos y de tipos de interés ultra bajos, incluso negativos, inyectaron tanta liquidez al sistema que llevaban a máximos históricos a Wall Street una y otra vez, a mínimos de rentabilidad a la deuda (incluso a la considerada “basura”) y a la creación y auge de miles de activos virtuales cuya mayoría hoy en día apenas tienen algo de valor (¿alguien se acuerda de algo tan cercano en el tiempo como los NFT?). Ahora los bancos centrales están retirando liquidez.

No hace ni dos meses que explicaba aquí cómo, casi cada año, confío en la estacionalidad favorable del último trimestre, en el que la estadística apunta a que estar invertido en bolsa suele dar jugosos beneficios, pero que este año no lo tenía nada claro y explicaba por qué. A aquellas razones se suma el conflicto en Gaza que, sin ser un gran factor bajista, tampoco colabora a la estabilidad y, en el caso español, la singular deriva en la que se está resolviendo la formación del próximo gobierno.

La subida del Ibex

El programa económico pactado con Sumar resulta muy dañino para un país que necesita inversiones y confianza en el futuro de un consumidor que lleva años perdiendo poder adquisitivo; si a eso se suma la deslegitimación del sistema judicial que implica el amnistiar a delincuentes, tiene sentido que el dinero final opte por otro destino, como ya ha advertido Repsol unos meses después de la marcha de Ferrovial.

Es posible ver al Ibex subir a pesar del desastre político en el que nos encontramos puesto que los valores que más pesan (lo hemos visto este año, incluso tras el castigo del “impuestazo” a algunas de ellas) tienen sus mejores números en el extranjero y, en el caso de los bancos, incluso de los que sólo tienen negocio nacional, su mayor beneficio se debe a los tipos de interés decididos por el BCE. También puede cumplirse el típico rally de fin de año y que en estos dos meses cambie esta tendencia bursátil global tan mala de los últimos tres meses, lo que sí es cierto es que los tipos de interés tan altos hacen más atractiva la inversión en renta fija que en renta variable y que, económicamente, el encarecimiento de todos los créditos perjudica a empresas y consumidores.

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