Con más orgullo que Don Rodrigo en la horca, Laura Borrás, de profesión sus esteladas, se encaró con los jueces espetándoles que la han perseguido “con persistencia inmisericorde”, que la han condenado a “una sentencia casi diaria de pena mediática”, que todo se ha hecho para “perjudicarla personal y políticamente” y que, en fin, todo esto le ha causado “un mal y un dolor innecesarios e irreparables”. Así, a palo seco, sin anestésico, rogativas ni crujir de dientes. Recuerden que se la juzga por delitos comunes, a saber, haber adjudicado presuntamente contratos de manera irregular cuando la buena mujer presidía la Institución de las Letras Catalanas.
La cosa es que el juicio ha quedado visto para sentencia, que Su Señoría la jueza Barrientos la ha tenido que llamar al orden porque, usando su derecho a la última palabra, estaba dando un mitin regañando a los jueces y poco más. “No hay delito”, repetía la Woman in Yellow. Le tienen manía como se la tenían a los procesados por el intento de golpe de estado, dice. Debe ser aquello de que el dinero público no es de nadie, malversar es ahora como robar una gominola y, además, es España la que nos roba. Ya lo dijo el ínclito Pujol, Però, ¿què cony és això de la UDEF?
Le tienen manía como se la tenían a los procesados por el intento de golpe de estado, dice. Debe ser aquello de que el dinero público no es de nadie, malversar es ahora como robar una gominola y, además, es España la que nos roba
Lo que pasa es que se la ve venir. Fiscalía la acusa de prevaricación y falsedad documental por lo que pueden caerle seis años de cárcel y veintiuno de inhabilitación. O sea, lo que toca en estos casos. Pero igual que a aquel reo que acudía al cadalso, sino feliz al menos resignado, junto a su compañero Pipino, como describe Alejandro Dumas en “El Conde de Montecristo”, y pilla un cabreo del quince al ver como al otro lo indultan pero a él no, la Borrás ha estallado en cólera. Tú dirás. A sus compis yoguis, Isaías Herrero y Andreu Pujol – siempre ha de estar ese apellido presente – les piden penas menores. Al primero, el fiscal le pide dos años de cárcel y seis años y cuatro meses de inhabilitación; al segundo, un año y dos meses de estancia en el Hotel Rejas y tres añitos y un mes de inhabilitación. Es decir, les han rebajado las penas por haber colaborado con el Ministerio Público.
En román paladino, por haber cantado La Traviata, El Trovador y Paquito el Chocolatero, que una cosa es la indapandensia y otra comer el rancho de Can Brians. Uno se hace cruces con esta gente. Porque ¿qué esperaba la Borrás? ¿Qué la cosa se dejaría pasar en blando? ¿Qué se puede ser presidenta de una cámara de representación estando acusada de delitos de malversación? ¿Que las leyes por cometer delitos comunes, insistimos, no iban con ella porque para eso se había erigido cual musa del separatismo, con permiso de Pilar Rahola?
No es que le tengan manía, señora, es que si uno, presuntamente, se lo lleva crudo, pueden pasarle cosas así. Sea de este o de aquel partido. Y no siga con que la persiguen por ser independentista porque en España los hay que viven de miedo siéndolo, cobrando de ese estado represor al que tanto critican. Sus compañeros de Junts diputados autonómicos, en el Congreso, senadores, alcaldes o cargos de confianza se lo pueden asegurar. Además, con lo presta que tiene Sánchez la mano para firmar indultos por cosas más serias igual la indulta y ya podrá usted escribir libros acerca de lo mal que la ha tratado la vida y salir en la tele de Pedrazzoli junto con Mas, Rull, Rufián, Rahola, Sanchís y demás flores que componen ese ramillete de perpetuos ofendidos con sólidas cuentas corrientes. Dé usted gracias a que la justicia en España no le tenga manía.
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