Opinión

Borrascas en Esquerra

Hace muchos años, coincidiendo con mi infancia y juventud, TV3 cumplía la función para la que fue creada, que no era otra que ir inculcando un sentimiento separatista en la población, de forma magistral. Fiel al sabio criterio de que m

Hace muchos años, coincidiendo con mi infancia y juventud, TV3 cumplía la función para la que fue creada, que no era otra que ir inculcando un sentimiento separatista en la población, de forma magistral. Fiel al sabio criterio de que más se consigue con miel que con hiel, se creó una televisión amenísima con contenidos de gran calidad, buenos informativos, ágiles concursos y culebrones con una capacidad adictiva superior a la de muchas drogas ilegales. Todos los catalanes, al margen de ideologías, consumían la cadena memorizada en el número tres de sus mandos de forma natural y habitual, porque muchas veces era la mejor opción a mucha distancia de cualquier otra. Y así, poco a poco, homeopáticamente, iba calando el mensaje en una audiencia que estaba demasiado entretenida para ver lo que se le estaba dando masticado. El doblaje al catalán de la serie Dallas, por ejemplo, hizo más por la normalización lingüística que toda la inmersión a la fuerza en las escuelas. La mítica frase con la que el patriarca de la saga, Jock Ewing, pregunta a la alocada Sue Ellen donde había pasado la noche mientras su marido JR estaba en el hospital forma parte de la memoria sentimental y humorística de varias generaciones de catalanes. “El teu marit s’ està morint i tu, mentrestant, fent el pendó vés a saber per on”.

Con unos presentadores especialmente bien formados y todos ellos de gran simpatía, dejamos de ver el mapa de España como el nuestro. La cuchara, entre sonrisas, entraba muy bien y la semilla del mal que ahora sufrimos iba cayendo en tierra fértil

Escuchar ese catalán familiar en una serie americana y ver como un tipo como un armario de tres cuerpos le espetaba ese “pendó” a la guapa de la serie causó impacto y regocijo generalizado y se sigue recordando como uno de los mejores momentos de aquella gran TV3. Pero si algo se cuidó en aquella primera etapa, si algo fue de una importancia trascendental para plantar la semilla del separatismo, fue la sección del tiempo en los informativos. Fue ahí, día a día, ante la ceguera de todos los que debieron darse cuenta a tiempo, donde se fue inoculando el veneno de forma más eficaz. Frente a un mapa que representaba únicamente a Cataluña y a lo que en su argot se denominan Països catalans, los espectadores fueron aprendiendo palabras nuevas para nombrar a los fenómenos meteorológicos de siempre y empezaron a cambiar sus criterios de referencia. Se hablaba del “tiempo en el país”, y de un norte que acababa en el Pirineo y un oeste que llegaba hasta Lérida. Con unos presentadores especialmente bien formados y todos ellos de gran simpatía, dejamos de ver el mapa de España como el nuestro. La cuchara, entre sonrisas, entraba muy bien y la semilla del mal que ahora sufrimos iba cayendo en tierra fértil.

Más adelante, TV3 fue víctima de su propia soberbia. Se hizo antipática y manifestó su sectarismo a las bravas, sin disimulos. Y todos aquellos años de estrategia paciente, tan pujoliana, se echaron por la borda. Se hizo intragable para la audiencia no independentista y hoy en día nadie que no sea estrictamente nacionalista la ve ya. Se acabó lo de ampliar la base vía pantalla.

El eurodiputado Jordi Solé no ha tenido reparo en hacer público su descontento por el hecho de que vengan las estrellas a ocupar el puesto en las listas que los que llevan años pegando codazos dentro de la organización creían suyos

Por eso no es de extrañar que Esquerra Republicana haya anunciado a bombo y platillo el fichaje para sus listas de uno de los presentadores del tiempo más mediáticos de la historia de la cadena. Fiel a la excelencia que se buscaba en los encargados de esa sección políticamente importantísima de las noticias, Tomás Molina es, al margen de su ideología, un gran profesional. Meteorólogo, licenciado en físicas, autor de numerosos libros de divulgación, es un tipo amable de gran sonrisa que ni siquiera aparenta la edad que tiene. A Tomás Molina le intuíamos el independentismo, pero se lo tolerábamos, y más allá de por la vía de los hechos de los mapas amputados y las explicaciones falsamente nacionales, su presencia era agradable para todos. Pocos más eficaces a la hora de difundir la nueva religión. Los encargados del tiempo eran y son los boinas verdes de Tv3, los SEAL, las delta forces. 

Por eso es un buen fichaje para los de Junqueras aunque algunos de sus cuadros se quejen ahora amargamente en sus redes sociales. El eurodiputado Jordi Solé no ha tenido reparo en hacer público su descontento por el hecho de que vengan las estrellas a ocupar el puesto en las listas que los que llevan años pegando codazos dentro de la organización creían suyos, pero contra un hombre del tiempo catalán, contra el Tom Cruise que nos explicó que no debemos decir granizo, sino calamarsa, no se puede luchar. No hay capacidad de tiro suficiente.

Un partido españolazo

Para los que nos movemos en el extraradio político, es muy reconfortante comprobar de nuevo que en esto de las incorporaciones mediáticas, Esquerra es un partido tan españolazo como los partidos nacionales. La capacidad de los aparatos políticos para romperles el corazón y las expectativas a los sufridos trepadores profesionales es idéntica en Madrid que en Barcelona. Y la incorporación de un perfil tan hipnótico en su aparente bonhomía puede salirles bien a los de Aragonès que se han visto una vez más desbordados por el inesperado huracán Puigdemont. No les va a venir mal alguien que sepa de verdad por donde sopla el viento. A Tomás Molina no le va a faltar trabajo en esta extraña primavera. 

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