En un mes hará siete años del referéndum del Brexit, y la economía británica sigue estancada en una peligrosa combinación de bajo crecimiento y alta inflación.
En términos de PIB, el Reino Unido sigue siendo el país del G7 con menores tasas de crecimiento. En comparación con niveles pre-pandemia, el PIB británico del primer trimestre de 2023 sigue siendo un 0,5% inferior, peor que España (0,2% inferior) o Alemania (0,1% inferior, y gravemente afectada por la crisis del gas), y ya no digamos que Francia, (1,3% superior) la media de la zona euro (un 2,5% superior) o Estados Unidos (un 5,3% superior). Aunque dicho nivel ya se está recuperando en estos meses (que están siendo mejores de lo previsto para todos), las perspectivas de crecimiento son de apenas un 0,7% en 2023 y un 1% en 2024, muy inferiores a las de sus socios.
¿Qué factores tienen que ver con el Brexit y cuáles no?
Empecemos con los segundos. La inflación, en gran medida, no está vinculada al Brexit, sino que se explica por las restricciones de oferta tras la pandemia, tanto en términos de disrupciones en la cadena de valor como por el alza de la energía tras el inicio de la guerra de Ucrania. La elevada dependencia energética del Reino Unido juega aquí en su contra: en abril, la inflación dio un respiro y cayó por debajo de los dos dígitos por primera vez desde que comenzó la guerra de Ucrania, pero los precios de los alimentos siguieron aumentando al ritmo más rápido en 45 años.
El Banco de Inglaterra aumentó los tipos al 4,5% el 11 de mayo, y espera una caída abrupta de la inflación durante el verano, pero a finales de año seguirá por encima del 5% (un punto superior al 4% previsto en febrero), tanto por los elevados precios de los alimentos como por la fortaleza del mercado laboral (fortaleza que, por otro lado, también se da en muchos otros países europeos).
El Brexit, sin embargo, sigue siendo el principal factor explicativo del menor crecimiento relativo británico debido al menos a tres factores.
La Universidad de Aston ha encontrado que las exportaciones del Reino Unido a la UE cayeron un promedio del 22,9% en los primeros 15 meses tras la salida del mercado único
En primer lugar, la incertidumbre. El Banco de Inglaterra viene insistiendo desde hace años en el elevado coste de la incertidumbre económica desencadenada con el referéndum de Brexit en 2016 –y que aún persiste– en términos de menores inversiones. Ante la duda, nadie invierte Aunque la firma del Acuerdo de Comercio y Cooperación y, sobre todo, el fin de la guerra con la UE en torno al Protocolo de Irlanda, parecen haber amortiguado parcialmente dicha incertidumbre, sigue habiendo muchas incógnitas. Así, por ejemplo, la obsesión por cambiar el marco regulatorio europeo aún vigente (por ejemplo, directivas en el ámbito financiero) desincentiva la inversión en el sector, como advierte el FMI en los resultados de su última misión. Los inversores no necesitan tanto leyes nuevas como saber qué leyes van a aplicar en los próximos cinco años.
En segundo lugar, por el mal acceso al mercado europeo de los productos británicos. La Universidad de Aston ha encontrado que las exportaciones del Reino Unido a la UE cayeron un promedio del 22,9% en los primeros 15 meses tras la salida del mercado único (entre enero de 2021 y marzo de 2022). Ya hemos repetido muchas veces que al acuerdo del Reino Unido con la UE no permite el comercio sin aranceles de todos los productos, sino tan sólo los originarios (es decir, con un mínimo valor añadido) de ambas áreas. Por un lado, muchas PYMEs británicas han abandonado el comercio con la UE, ante la imposibilidad de hacer frente al complejo papeleo, en especial el de las reglas de origen (esto no tienen un gran impacto en las cifras macro, pero sí en las micro y en la vida de los ciudadanos). Por otro, incluso las grandes empresas acostumbradas al papeleo están empezando a sufrir. Así, por ejemplo, el Acuerdo UE-Reino Unido establece que el comercio de automóviles libre de derechos requerirá al menos un 45% de componente local a partir de 2024 (hasta ahora era del 40%), y esto afecta considerablemente a los automóviles eléctricos, ya que el Reino Unido aún no ha tenido de desarrollar sus propias baterías (que suponen la mayor parte del valor añadido de un vehículo de este tipo). Tres grandes fabricantes de automóviles Stellantis, Ford y Jaguar-Land Rover han advertido a Rishi Sunak que, si no renegocia el acuerdo comercial con la UE (se entiende, para lograr un mayor nivel de integración), tendrán que cerrar varias plantas en el Reino Unido.
A la falta de efectivos se une el aumento del coste de la vida, lo que explica las recientes huelgas en el sector sanitario, de educación o ferroviario
En tercer lugar, por las restricciones de la mano de obra. El mercado de trabajo se encuentra, tras la pandemia, con claros cuellos de botella en numerosos sectores, derivados tanto de los cambios en la disposición de los trabajadores, como de la imposibilidad de contratar rápidamente a mano de obra europea tras el Brexit. A la falta de efectivos se une el aumento del coste de la vida, lo que explica las recientes huelgas en el sector sanitario, de educación o ferroviario. En una reciente encuesta, una de cada 10 empresas declaró haberse visto afectada directa o indirectamente por los paros laborales en marzo de 2023.
En resumen, dos factores de demanda (inversión y exportaciones) y uno de oferta (mano de obra) siguen explicando gran parte del bajo rendimiento de la economía británica. Como siempre hemos sostenido en estas páginas, el Brexit supone no tanto un shock rápido como una lenta decadencia.
Y ya no se engaña a nadie. El mismísimo Nigel Farage afirma ya sin tapujos que “el Brexit ha fracasado”. Por supuesto, él no culpa a la idea de abandonar la UE, sino a la incapacidad de “los políticos” (en tercera persona, como si él no fuera uno de ellos) para aprovechar las “oportunidades”. En cuanto a los ciudadanos, ya han perdido la inocencia: tan sólo un 32% del público cree que el Brexit fue una buena idea, frente a nada menos que un 56% que considera que fue un error.
¿Hacia dónde vamos? Dudo que ningún primer ministro británico conservador sea capaz de plantear una renegociación del Acuerdo con la UE hacia un modelo más integrado (por ejemplo, una unión aduanera) sin morir en el intento, pero estoy convencido de que Sunak, un hombre pragmático, no lo vería con malos ojos. Estén atentos: el Reino Unido aún puede darnos muchas sorpresas.
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