Le pregunto si tiene datos, alguna encuesta, y responde, con afilado regocijo, que las encuestas nunca le han importado demasiado. Ni siquiera la primera que le confió el partido, que más que encuesta parecían las constantes vitales de un moribundo: “Nos dan entre 0 y 1.” Les había pedido la verdad y se la habían servido sin aderezos. Pas mal. Cayetana Álvarez de Toledo y su asistente, Pilar Marcos, han llegado al restaurante con una hora y media de retraso. Vienen del acto de S’Ha Acabat en la UAB, en el que ellas y otros constitucionalistas, entre los que se contaban Maite Pagaza y Rafael Arenas, han sufrido la acometida de un escuadrón de Arran. En el vídeo que circula por Twitter desde hace hora y media se aprecia cómo a CAT la zarandean, le tiran del pelo, la insultan. Y cómo CAT, tras franquear el pasillo, ya en lo alto de la escalera, clama libertad, libertad, libertad. “Por un momento he tenido la impresión de estar en Venezuela.”
Ningún mensaje de solidaridad de sus adversarias. Tampoco de Inés Arrimadas. Sólo Meritxell Batet condenó los ‘incidentes’ en Twitter"
Los cinco comensales que tratamos de arroparla (¡maldita la falta que le hace!) asistimos al relato en silencio, como si en lugar de escucharla la estuviéramos leyendo. La suya es una crónica tan urgente como sobria: “Desde el primer momento lo tuve claro, y así se lo dije a los mossos: ‘No entraré por la puerta trasera’. Es lo que ellos me aconsejaban por una cuestión, decían, de seguridad”. Pronúnciese ‘seguridad’ como si en realidad fuera una vaina bajo la que palpitara ‘rendición’. Al punto, CAT recrea para nosotros su racial determinación; lo hace graciosamente, con el prurito de teatralidad que propicia el paréntesis entre amigos: “Los demócratas no podemos entrar por ninguna otra puerta que no sea la principal”. Entretanto, se suceden las menciones en las redes. La de Meritxell Batet, por ejemplo, que condena “los incidentes que han tenido lugar en la UAB durante la visita de @cayetanaAT”. Bien es verdad que 'los incidentes’ acaso refiera un suceso atmosférico, pero CAT celebra sinceramente, casi con alivio, el mensaje (Se trata, por cierto, de la única muestra de solidaridad que reciba por parte de los candidatos que compiten con ella en Barcelona. Del resto, incluida Inés Arrimadas, nada. Tampoco ha recibido llamadas. Ni de sus adversarios más directos ni de ningún otro político). Tras disiparse la excitación, la molestia que CAT notaba en la pierna se convierte en dolor. Se descubre entonces una raspadura, producto de un golpe. Pero hay que comer. Y además, qué demonios, el viernes verá al fin a sus hijas después de varios días sin tenerlas con ella. Sus hijas. Un silencio. ¿Habrán visto las imágenes? “No, no creo, apenas ven la tele” (Aún no he descartado la posibilidad de que nos estuviera tranquilizando a nosotros). "Y ahora, brindemos."
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