Opinión

Los caballeros de la mesa camilla

Como en la corte de Camelot de los Monthy Python, la mesa de Moncloa tiene de todo, hasta caballeros sin caballo

Así estarán las cosas en Cataluña para que la foto de la semana se la lleve un mueble. ¡La mesa! Tabula rasa para darle vidilla al decorado de La Moncloa. Un diseño funcional del tipo Ikea, para montar y desmontar según convenga. Mesa camilla con pastitas y café para el simulacro de merienda. Mesa de póquer, para mover los cubiletes y de paso, presumir de sala de reuniones. Que en el Palau de la Generalitat también hay una sala Tàpies, ¡válgame Dios, Elsa! Desde que hablamos sin cortapisas, ya no tenemos nada que decirnos.

En la mesa de Moncloa se reúnen, al mismo nivel, los gobiernos catalán y español para echar una partida o un pulso. Más que jugadores de Cezánne parecen bebedores de absenta, y si no pregúnteselo al ministro Ábalos, que lleva el semblante desencajado y cerúleo de tanto aeropuerto. El president de la Generalitat, Quim Torra, que se cree con una mano de ases, sigue, erre que erre, elevando la apuesta. Baraja  inglesa o billar francés. Esto va más de envite que de diálogo. Mientras los independentistas golpean estratégicamente con las bolas de la autodeterminación y la libertad de los presos, el gobierno español se deja bochar. A estas alturas, Sánchez parece tan hipotecado como el Alekséi Ivánovich de Dostoievski.

Quim Torra, que se cree con una mano de ases, sigue, erre que erre, elevando la apuesta. Baraja  inglesa  o billar francés. Esto va más de envite que de diálogo

Como en la corte de Camelot de los Monthy Python, la mesa de Moncloa tiene de todo, hasta caballeros sin caballo en busca del Santo Grial indepe. La encabezan un president inhabilitado de su cargo y el Julián Sorel de Ferraz, ¡qué digo!, el jefe del Gobierno. También un relator ausente, Pablo Iglesias, el hombre de las palabras… y las tragaderas, que fue baja esta semana por una amigdalitis; el ministro Ábalos, más licenciado Vidirieras que nunca, como una novela ejemplar… ¡pero mal escrita!  Y qué decir la vicepresidenta femeninista, Calva como una cantante de Ionesco. Y por si falta, venga el ministro de Universidades y el de Sanidad. ¡Ah, y la de política territorial! Pero esa habrá de pintar poco, porque se les olvidó apuntarla en la primera minuta.

Del otro lado, en el banquillo de los visitantes, el vicepresidente, Pere Aragonés, cual Terry Gilliam de Oriol Junqueras. También los consellers Jordi Puigneró y Alfred Bosch, los diputados Elsa Artadi, Marta Vilalta y Josep Maria Jové, el hombre de las Moleskines. ¡Ni el mejor guionista habría conseguido montar semejante reparto! A falta de campesino anarquista, bien vale un payés revolucionario. Para puesta en escena, esta mesa ciempiés, llena de patas que no conducen a ninguna parte. Así volverán a reunirse Sánchez y Torra, poniendo cara y cabalgando en sus corceles imaginarios. Irán sin yelmo pero cantando, quién sabe si La canción de Camelot. El problema, claro, es que ellos no dan risa. 

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