El pasado 1 de Octubre se manifestaron 4.500 independentistas contra la democracia española. Este domingo, 8 de Octubre, 300.000 constitucionalistas convocados por Sociedad Civil Catalana (SCC) han llenado las calles de Barcelona en defensa “de la Constitución, la democracia y los derechos ciudadanos”, como ha proclamado Teresa Freixes desde la tribuna. Su gesto significa que, a partir de este 8-0, frente a todos los 1-0 golpistas, habrá ciudadanos movilizados para defender la democracia española. Ya pueden los Ferreras y Prisa (El País, La SER) recurrir al chantaje iconográfico de la foto de Colón en socorro de los que apadrinan a Pedro Sánchez. ¡Esfuerzo inútil!
La foto que tendrán que ir escondiendo es la de Sánchez con el forajido Puigdemont. SCC no tiene nada que ocultar, al contrario, pueden exhibir que ellos no roban el dinero público -se financian con sus cuotas- que sí engrasa las movilizaciones separatistas contra el Estado de derecho. Emociona contemplar la serenidad cívica con la que han marchado por el Paseo de Gràcia con su presidenta Elda Mata en cabeza. “No en mi nombre: ni amnistía, ni autodeterminación” es el mensaje a favor de la causa más urgente que agobia a la Nación. Saben que el imperio de la ley es un valor moral irrenunciable en democracia.
SCC se ha convertido en el referente nacional de resistencia frente al asalto criminal contra la España del 78. Siempre estuvieron en guardia, con pocos medios y toda la artillería indepe en su contra. Con convicción plena contra los ataques a la independencia judicial; en la denuncia de los corruptos malversadores; ante los ataques a la libertad de expresión, con la indecente TV-3 echando basura a cada minuto sobre la mitad de los catalanes; en combate permanente contra el diario adoctrinamiento en las aulas; frente al incumplimiento chulesco de las sentencias judiciales; apuntando cada discriminación en el acceso a los puestos públicos por motivaciones “etnolingüísticas”. ¡Sin desmayo!
Merecen apoyo cuando proclaman “en nuestro nombre no se pueden conceder medidas de gracia contrarias a la Constitución”. Ya no están tan solos. El pasado viernes, el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, Jesús María Barrientos, sentenció alto y claro sobre una ley de amnistía: “nadie se puede colocar por encima de la ley, o pretender eludir las consecuencias de su vulneración”. Hacerle frente a la amenaza permanente de golpes contra la democracia es el motivo de esta marcha de miles de ciudadanos por las calles de Barcelona.
La inmensa mayoría de los españoles está con ellos y valora la trascendencia de su gesto cuando la España constitucional está en peligro cierto
Si a las prácticas del secesionismo, con la ayuda imprescindible del PSOE sanchista -no hay otro-, se les aplican los criterios que definen el fascismo en el siglo XXI según Rob Riemen (“El eterno retorno del fascismo”) o Robert Paxton (“Anatomía del fascismo”) solo se las puede calificar como fascistas. Al menos, si se trata de llamar a las cosas por su nombre. ¿Cómo calificar, entre otros millares de prácticas supremacistas, día a día, que un profesor interrumpa el juego de unos niños que utilizan el castellano por ser el idioma en el que mejor se entienden todos, para obligarles a hablar en catalán? Es fascismo de libro, no importa que la imposición esté avalada por un Consejo Escolar.
Lo que hay detrás es xenofobia, odio, construcción de un “enemigo” funcional al proyecto secesionista. Una doctrina de rencor contra más de la mitad de los catalanes. Se ajusta a la definición de Riemen para el fascismo identitario: “si el populismo se mezcla con grandes dosis de nacionalismo, resentimiento y odio, veremos salir de entre las sombras el verdadero rostro del fascismo”. El bacilo de la peste que siempre vuelve, como escribió Albert Camus. Contra eso se manifiesta SCC.
En 2017 tuvo un protagonismo excepcional el socialista Josep Borrell. Hoy no estaba allí y, aún peor, se ha posicionado del otro lado. Es parte de la “desbandada socialista”, de la que ya advertía en 2019 el historiador y socialdemócrata Santos Juliá. Entonces, el hoy vicepresidente de la Comisión Europea a propuesta de Sánchez proclamó ante cientos de miles de emocionados ciudadanos “ningún hombre está por encima de la ley” y también “que Puigdemont se ande con cuidado”. Al recordar sus palabras “todos tenemos una parte de culpa por haber callado demasiado”, a él y al PSOE se les debe desenmascarar en defensa de la democracia del 78 amenazada. Los golpistas serían nada sin su connivencia.
En la manifestación por el Paseo de Gracia no están ni Borrell ni el PSOE, pero sí, los ciudadanos que se sienten de centroizquierda, socialdemócratas. Además de los líderes de SCC, intervienen el exalcalde de La Coruña Paco Vázquez y la catedrática de Derecho Constitucional de la Universidad de Barcelona Teresa Freixes, dos perfiles que no pueden ser más centroizquierda. Para desgracia de los entusiastas de la foto de Colón, un contratiempo, aunque les pagan por el “raca raca” y no pararán.
De la impresionante manifestación del Passeig de Gràcia se desprende una atmósfera de píe en pared, un hasta aquí hemos llegado. En Barcelona, ellos por todos los españoles constitucionalistas, le han dicho al secesionismo y a sus valedores sanchistas pierdan toda esperanza, España no se vende. “Estamos aquí porque nos quieren robar España”, ha proclamado Paco Vázquez. Ahora, usted verá, señor Sánchez, hasta dónde quiere llegar. Nosotros, le advierte la heroica SCC, ni un paso atrás, y se lo han dicho cantando ”resistiré”.
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