“En la crisis, sé consciente del peligro, pero reconoce la oportunidad.” John F. Kennedy
La caída de Nadia Calviño del pedestal del Eurogrupo se está presentando desde distintas perspectivas, pero todas coincidentes en dos aspectos: la pérdida de poder de España y de los países que conforman la mayor parte de la población y el PIB de la eurozona, y los perniciosos efectos que su ausencia de la presidencia pueden tener sobre las expectativas españolas de capturar los famosos 144.000 millones de euros del fondo de recuperación que anunció, de forma tan ingenua como irresponsable, la presidenta de la comisión Ursula von der Leyen. Me sigue pareciendo pensamiento mágico la suposición de que Calviño, al frente de tal organismo, desprovista de capacidad ejecutiva, pudiese inclinar la balanza hacia su país en una negociación que se presenta muy complicada, pero incluso en tal caso creo que debemos avanzar y abandonar el derrotismo secular que nos acompaña.
Bajada de impuestos
Reset señalaba hace casi cuatro meses el enorme desafío al que nos enfrentamos. Hace un par de días, y casi con el mismo título, McKinsey establecía un plazo mínimo de cinco años para la recuperación de los sectores más afectados por la crisis del coronavirus. En manos de todos se encuentra la posibilidad de acortar los plazos, en mi opinión optimistas, de la consultora norteamericana. Y si existe una institución con la doble capacidad de reactivar el empleo, el consumo, el ahorro y la economía, o de destrozarlo definitivamente, esa no es otra que el Gobierno, a través de la política fiscal, tal y como expliqué en La remontada. En un entorno europeo en el que los países con mejores perspectivas de recuperación son aquellos con bajos impuestos, nuestro Gobierno no puede obstinarse en que la factura de la covid-19 la paguemos los de siempre. Como detallé aquí, existen en los presupuestos al menos 25.000 millones de euros en los que apoyarnos.
España no puede depender de la caridad de sus socios europeos. España tiene capacidad sobrada para estar al frente de la innovación empresarial, como demuestra nuestro sector automovilístico, uno de los más eficientes del mundo, con 17 fábricas que produjeron 2,8 millones de unidades en 2019, de los que 2,3 se vendieron fuera del país. Somos la segunda potencia turística del mundo, con cadenas hoteleras que compiten en la primera división global. Precisamente estos dos sectores, que representan alrededor del 25% del PIB y del empleo, son, con el de la hostelería, de los que más están sufriendo la crisis generada por la covid-19.
Recordemos que España fue excluida de la alianza europea para el desarrollo de una vacuna contra la covid-19 por nuestra incapacidad de producir dosis de forma masiva
En relación con ello, y buscando la solución médica que permitiría recuperar tanto la salud como la confianza, el acuerdo firmado por la española Rovi con Moderna, la biotec norteamericana más prometedora en el desarrollo de la vacuna, es un ejemplo inspirador. Rovi se hará cargo de la producción y llenado de cientos de millones de dosis fuera de los EEUU, en su planta de Madrid, lo que da perspectiva de cómo con tesón, esfuerzo, especialización y, sobre todo, generación de valor añadido, nuestros empresarios pueden competir a nivel mundial. Recordemos que España fue excluida de la alianza europea para el desarrollo de una vacuna contra la covid-19 por nuestra incapacidad de producir dosis de forma masiva. Mucho tiene que ver con ello la secuencia de decisiones políticas adoptadas que llevaron, seis años atrás, a que un consorcio liderado por Rovi se retirase tras ofrecer la posibilidad de establecer, en su fábrica de Granada, una planta de producción de vacunas que hubiese situado a nuestro país en la élite mundial.
Recuperar empleo y producción
Lo que necesitan todas las empresas son políticas que permitan recuperar el empleo y la producción lo antes posible, puesto que somos los individuos, y no los gobiernos, quienes pondremos fin a la crisis. Es el momento de mirar de frente al problema y hacer las reformas de calado que nuestros sucesivos gobiernos están evitando. Mariano Rajoy desperdició una mayoría absoluta y, con ella, la ocasión de darle la vuelta a la situación, obviando un mandato popular claro de reducción de impuestos y del Estado. No sólo no cumplió lo prometido, sino que llevó a cabo la subida fiscal más importante de la democracia y el aumento de la deuda pública a niveles insostenibles.
Si parecía imposible que un Gobierno que, en algún momento, se dijo liberal-conservador, descolocase a la izquierda subiendo impuestos (como se jactó públicamente el ministro Montoro en alguna ocasión), quizá es el momento de un nuevo salto mortal y esperar que un Gobierno de signo claramente socialdemócrata, apoyado en elementos comunistas, pueda llevar ahora a cabo las necesarias reformas que nuestro país necesita. El entorno europeo se está dando cuenta de que políticas más intervencionistas, con más gasto público, más asfixia fiscal de las clases medias y de las empresas, no pueden resolver el problema que esas mismas políticas llevan creando desde hace decenios. La oportunidad ha llegado, es sólo cuestión de aprovecharla.
Transformación digital
El Gobierno de España debe apostar por una economía moderna apoyada en la transformación digital de todos los sectores. Si algo han dejado claro los cien días de encierro es que empresas y empleados nos hemos tenido que adaptar a nuevas formas de producción, de comunicación y de venta. La administración no puede quedarse atrás y debe dar el paso definitivo para situar al administrado en el centro, con inversiones en desarrollo de la democracia digital y en ciberseguridad. Es el momento de arriesgar y de poner al gato, da igual su color, a cazar ratones.
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