La ‘sanchina’ de este viernes –declaración institucional sin preguntas, lo llaman- de un demacrado presidente del Gobierno asegurando que la culpa de esta segunda ola del coronavirus es del tiempo y exigiendo a los ciudadanos "disciplina y más sacrificios" mientras dejaba sin cobertura legal el toque de queda, y los presidentes autonómicos salían en cascada a exigir el estado de Alarma -¡Urkullu, quién te ha visto y quién te ve!- para poder aplicar los cierres perimetrales, es el resumen doloroso de la gestión de la pandemia por parte del Gobierno central y sus adláteres regionales.
La comparecencia -antes de subirse al Falcon para hacerse la foto con el papa- se produce más de cinco meses después de que la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, anunciara pomposamente en el Senado que ella y sus compañeros de Consejo de Ministros se disponía a acometer “con rapidez” la reforma legislativa necesaria que permitirá “pertrecharse” para pasar el verano y el otoño sin recurrir al estado de alarma.
Eso prometió la vicepresidenta el 13 de mayo y eso prometió el PSOE a Cs a cambio de su apoyo a las prórrogas al estado de alarma. Hoy, 164 días después, no hay ni rastro de esa nueva legislación y las CCAA se buscan la vida, entre toques de queda, cese de actividad nocturna y confinamientos perimetrales, para intentar contener el avance del coronavirus que han sido incapaces de frenar y que, además de dejar decenas de muertos cada día, está arruinando a miles y miles de familias.
¿Se imaginan a la Guardia Civil entrando en casa de Illa o de Calvo, para saber por qué no ha desarrollado la ley que prometió hace cinco meses y que impediría el espectáculo actual? En Francia sí ha sucedido
Porque, en ruina, sí es España campeona en esta pandemia. Campeona del paro juvenil (43,9% según Eurostat); de la deuda (un 120% del PIB); con la mayor caída del PIB de toda la UE (un -18,5% de mayo a agosto, mientras Grecia tuvo un -14% o Portugal un -13,9%); campeona también del déficit público en 2020 (un 9,5% del PIB según el FMI)…
Campeona, en fin, en la macabra clasificación de contagiados de la UE (más de un millón) y de fallecidos por coronavirus en el continente (casi 60.000 de manera oficiosa porque ni siquiera las cifras oficiales del Ministerio recogen los muertos reales).
Mientras en España todas estas cifras que muestran la negligente actuación de nuestros políticos no tienen consecuencias, en Francia –donde las cicatrices económicas no son las mismas que aquí y las sanitarias solo ahora empiezan a incrementarse y acaban de superarnos en número de contagiados- la Gendarmería ya ha actuado siguiendo órdenes de los jueces.
Esta semana hemos tenido en el Congreso a algunos grupos intentando fijar una subida de sueldo del 0,9% para los diputados. PSOE y Podemos, en primera lectura, lo intentaron
La oficina y el domicilio particular del ministro de Sanidad francés, Olivier Véran, y otros altos responsables y antiguos responsables –secretarios de Estado, portavoces- del Gobierno de Emmanuel Macron, incluido su antiguo primer ministro, fueron registrados en una investigación judicial por su responsabilidad en la gestión de la crisis del coronavirus.
La investigación se abrió en julio tras las denuncias de varias víctimas del coronavirus que entienden que sus políticos retrasaron las medidas para frenar la propagación de la pandemia. ¿Se imaginan algo así en España? ¿La Guardia Civil entrando en la casa de Illa o de Carmen Calvo, para saber por qué no ha desarrollado la ley que prometió hace cinco meses y que impediría el espectáculo actual?
En vez de eso, esta semana hemos tenido en el Congreso otro espectáculo mucho menos aleccionador: el de algunos grupos intentando fijar una subida de sueldo del 0,9% para los diputados y senadores. PSOE y Podemos, en primera lectura, lo intentaron, y solo al llegar a la Mesa, se frenó por parte del resto de partidos.
Mientras en Francia los políticos saben que el gendarme puede llamar a su puerta, en España los responsables políticos solo temen la llamada de su jefe de filas. Por ello, en la moción de Vox, todos votaron lo que se esperaba
Algo que no debería ya sorprender: en plena pandemia, durante los meses de marzo y abril, cuando toda España quedó confinada y sus señorías tampoco acudieron a trabajar a sus escaños en la Carrera de San Jerónimo, solo uno de ellos - el socialista Odón Elorza- renunció a las dietas de desplazamiento y vivienda. 1.900 euros de dietas libres de impuestos que sumar a su sueldo, a las comisiones, a las portavocías…
De dietas y pandemia
Los grupos parlamentarios y diputados de manera individual anunciaron en esos días que iban a donar parte de sus sueldos a distintas causas que ellos decidirían. Pero en el Congreso sólo quedó constancia del caso de Elorza, el único que comunicó formalmente su renuncia a los 1.921,20 euros de dieta que cobran al mes los diputados de fuera de Madrid. Tampoco hay constancia de los electos madrileños que renunciaran a sus 917,03 euros de dieta al mes.
Mientras en Francia los políticos saben que el gendarme puede llamar a su puerta, en España los responsables políticos solo temen la llamada de su jefe de filas. Por ello, en la moción de Vox, todos votaron lo que se esperaba: los 52 síes y los 298 noes, no vaya a ser que se queden sin sueldo ni dietas en la próxima legislatura. Y fuera, la pandemia y la ruina avanzan.
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