Pues, al final, fue como pensábamos que iba a ser. El dato publicado por el INE de crecimiento del PIB para el tercer trimestre de 2021 fue del 2 %, una cifra elevadísima para los estándares normales, teniendo en cuenta que se refiere a un crecimiento intertrimestral, pero claramente insuficiente para los tiempos que corremos. Los indicadores que conocíamos semanas y días antes avisaron y no quisieron defraudar.
Ya les contaba la semana pasada que no había buenas vibraciones. Los indicadores de consumo reflejaban que este se había debilitado considerablemente, mientras otros, como los relacionados con la hostelería mejoraban. En consecuencia, los servicios apuntarían en positivo (+3,2 % según INE) mientras que, en la demanda, el consumo de las familias lo haría en negativo (-0,5 % según INE). Sencillamente, por las relaciones aritméticas que deben guardar estas rúbricas en el cuadro macroeconómico, estas tendencias implicarían un repunte en las exportaciones (+6,4 %) y una moderación del crecimiento de las importaciones (+0,7 %) mientras que, si los servicios mejoraban, lo harían a costa de comportamientos menores a los de los servicios en industria y construcción (+2,0 % y +1,8 % respectivamente). Tal cual, fue así.
La rémora del sector turístico
Llegados a este punto, no cabe sino confirmar que en este tercer trimestre se esperaba más crecimiento y no se logró. Y ya van cuatro seguidos. Por lo tanto, ¿qué lectura podemos hacer de los datos? Desde luego, con el tercer trimestre de 2021 ya en la mesa no podemos extraer nada en positivo. Desde el potente tercer trimestre de 2020, a la economía española parece habérsele atragantado la recuperación. Sabemos muy bien que el mantenimiento de las restricciones hasta bien entrado este año y la rémora en sectores como el turismo que no han podido contar con el extranjero como le habría gustado, pueden explicar esta enorme dificultad. Pero a pesar de todo, muchos seguimos preguntándonos por esta falta relativa de crecimiento y sus causas.
Si miran la figura que está representada a continuación verán dos gráficos de convergencia. En el de la izquierda se representa en el eje horizontal el nivel de varias economías en el segundo trimestre de 2020 respecto al cuarto de 2019 (que sería 100) para varios países según datos de la OCDE comparado con el crecimiento en el tercer trimestre de dicho año. Lo que pueden visualizar es que aquellas economías que más profundamente cayeron en la primera mitad del año pasado más fuertemente crecieron en el tercer trimestre (el crecimiento se mide en el eje vertical). España, que había tenido un ajuste superior a otras economías, recuperaba de forma más intensa parte de lo perdido siguiendo un patrón internacional más que evidente.
Sin embargo, en el panel de la derecha vemos ya una figura muy diferente. Se vuelve a representar la misma idea, pero ahora cambiando el nivel del PIB en el tercer trimestre de 2020 en vez del segundo en el eje horizontal y la tasa de crecimiento medio acumulado desde entonces hasta el segundo trimestre de 2021 (aún no están disponibles el tercero para la inmensa mayoría de las economías). En esta ocasión lo que se muestra es que la recuperación desde el final del verano de 2020 ha sido más dispersa, la relación de convergencia más difusa, mostrando los países una mayor heterogeneidad por diversas causas, comunes y no tan comunes y muestra, además, que España es de las economías que peor comportamiento ha tenido desde entonces cuando tendría que haber crecido más. Algo falla.
No entendemos muy bien aún la debilidad de la recuperación española ya que otros países han impuesto más limitaciones y han crecido mucho más
Visto esto, es el momento de hacernos las preguntas adecuadas. Sin embargo, ya les adelanto que aún no existen claras respuestas. Obviamente la caída del segundo trimestre de 2020 fue motivada por el Gran Confinamiento así como el rebote en el tercero gracias a su finalización. Sabemos que la estructura sectorial de España e incluso la concienciación social ante los contagios unido a unas medidas de limitación a la movilidad más rigurosas que en muchos otros países pudieron explicar buena parte de la caída diferencial en nuestro pais. Sin embargo, y a pesar de la existencia de limitaciones hasta casi bien entrado el verano de 2021, que han impedido que a un shock positivo de demanda le acompañara en los mismos términos uno de oferta, no entendemos muy bien aún la debilidad de la recuperación española ya que otros países han impuesto más limitaciones y han crecido mucho más.
El consumo con tarjeta
Estas razones no sólo nos son esquivas, sino que además quieren jugar con nosotros. Así, por ejemplo, el BBVA preveía un crecimiento del consumo del 4% en este último trimestre. Esta estimación era resultado, sin duda, de la conjunción de sus magníficos modelos, con sus mejores analistas y su envidiable repositorio de BigData. Los datos de consumo con tarjeta están marcando un ritmo muy diferente al de indicadores como el de comercio al por menor o en grandes superficies. Esto genera dudas sobre la naturaleza de lo que debe estar debilitando nuestra recuperación, sobre todo en este trimestre cuando ha sido precisamente el consumo el que ha defraudado. Obviamente no estamos en la tesitura de tener que elegir quién tiene o no mejor capacidad de estimar el patrón del consumo y su evolución, pero no nos debería extrañar que parte del crecimiento se haya perdido por los recovecos de modelos tradicionales con ciertas dificultades de acertar el tiro.
Si esto fuera de tal modo, podríamos ser testigos en la revisión futura, del mismo modo que ocurrió en el segundo trimestre, de una sorpresa, pero en positivo. Septiembre no fue un mes malo en el uso de tarjetas y es posible que algunos indicadores que empiezan a llegar en estos días refuercen el crecimiento algunas décimas. Por ejemplo, los hoteleros hablan de una clara mejoría de la ocupación incluso pasado del verano. Ojalá.
Elementos que lastran la economía
Pero dicho todo esto, la tozudez con la que se muestra nuestra economía para no seguir la estela de otros países es muy preocupante. Es evidente que no se puede explicar esta brecha abierta simplemente porque no funcionen los modelos. Asumo que no somos el único país del mundo con semejantes dificultades. Queda por conocer, por lo tanto, qué aporta tanto lastre a nuestra economía y proceder a la reflexión.
Sea como fuere, entre unos y otros lo que sí es innegable es que 2021 no será como a muchos nos hubiera gustado. Finalmente acabaremos con un crecimiento superior a lo normal, entre el 4,5 y el 5 % si el dato del cuarto es relumbrante. Pero muy lejos de las estimaciones iniciales. Nunca habíamos salido de un coma de la economía ni se entendían las implicaciones profundas de una reactivación intensa. Solo cabe esperar que la normalización llegue cuanto antes, para bien y para todos.
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