Opinión

Cara a cara: Sánchez perdió los nervios y Feijóo ganó el debate

"No me falte el respeto". Esta apelación de Pedro Sánchez en el cara a cara resumía el primer intercambio de golpes entre el presidente del Gobierno y un Alberto Núñez Feijóo que no se despeinaba entr

"No me falte el respeto". Esta apelación de Pedro Sánchez en el cara a cara resumía el primer intercambio de golpes entre el presidente del Gobierno y un Alberto Núñez Feijóo que no se despeinaba entre gráficos de peajes, escalas vuelta del revés y un sentido del humor -"sí, lo tengo", se jactaba ante su rival- que parecía sacar de quicio al socialista. "No distinguir la verdad de la mentira es un problema patológico" era el epitafio con el que Feijóo se declaraba ganador ante un Sánchez crispado y gritón que se veía desarbolado por el gallego.

En el bloque económico, Feijóo combinó los golpes de la economía real -3oo euros más de las hipotecas, cesta de la compra, alquileres, impuestos- con los datos de Eurostat, el INE o los autónomos. Sánchez acabó desuiciado, negando todos los datos con los que Feijóo le martilleaba e intentando interrumpir el relato de su rival: "¿Pero qué le pasa, señor Sánchez? ¿Por qué está tan nervioso?". El primer asalto -que acabó con el recordatorio de que la ley de Vivienda la había aprobado con el apoyo de ERC y Bildu, "si eso no le gusta, es su problema"- lo había ganado Feijóo.

Al cara a cara se llegó con el ambiente de las grandes tardes. Desde las terminales mediáticas de Ferraz, como en los bares cercanos al Bernabéu en las vueltas de la Champions, se apelaba a la 'remontada'. Nadie cree en la victoria, ni mucho menos, pero sí en alcanzar los 120 escaños que le den a Pedro Sánchez la capacidad de 'bloqueo'. Y, en última instancia, volver a reeditar el Gobierno frankenstein. Y el 'cara a cara' era la última bala, la moneda al aire. Y cuando un hombre como Sánchez no tiene nada que perder, todos -y Feijóo el primero- saben hasta dónde es capaz de llegar.

Cuándo perdió Sánchez el cara a cara

El segundo asalto comenzó con Sánchez denunciando los "vergonzosos acuerdos de Gobierno con Vox". El presidente iba subiendo el tono y el gallego seguía imperturbable. A las acusaciones de Sánchez por Vox, le respondía con el solo sí es sí, "no dé lecciones, señor Sánchez". Hasta el punto de enviarle a Sánchez a debatir con Abascal y proponerle "una solución para liberarle de sus fantasmas". Y Sánchez perdió entonces los nervios, excitado, sin escuchar a los moderadores que le pedían que callara mientras él, los ojos muy abiertos, imprecaba a Feijóo sin escuchar nada más .

Sánchez acababa de perder el cara a cara. Lo que se había visto en el primer bloque se confirmó en el segundo: un Sánchez gritón, que no dejaba hablar, crispado, y al que la tranquilidad de Feijóo parecía enervar cada vez más. Si en el cara a cara, tan importante como el fondo son las formas, Sánchez las había perdido definitivamente y, con ellas, el cara a cara.

Todos los demás asaltos ya fueron cuesta arriba para Sánchez: como un boxeador sonado que perseguía sombras, a cada ataque recibía en el mentón los golpes por pactar con Bildu -"hoy hace 26 años que Miguel Ángel Blanco estaba maniatado" y "yo no pactaré nunca con sus herederos", "lo de ETA le va a perseguir en su biografía, en la mía no"-.

En un intento desesperado, Sánchez sacó a relucir el "que te vote Txapote", pidiendo que lo condenara y arrinconando a Feijóo reivindicándose como una víctima, y Feijóo reaccionó con los insultos -"chamán", "falsario"- de los ministros "que me han insultado, y la lista la encabeza usted y la portavoz del Gobierno". "No distinguir la verdad de la mentira es un problema patológico". Booom. Cada uno a su rincón entre una nueva amonestación de los árbitros del cara a cara al presidente.

A la vuelta al cuadrilátero, el falcon -"González no usaba el falcon para ir a los mítines como usted"-; Marruecos -"¿Qué le han sacado del móvil, señor Sánchez, y qué le han sacado a España?"; indulto a los golpistas -"gobierna más con ellos que con los constitucionalistas"... O había un golpe de suerte o Sánchez no podría dar la vuelta a un veredicto demasiado evidente.

El último cara a cara que hubo en España -diciembre de 2015- influyó en más de un millón doscientas mil personas (o eso decía el CIS cuando aún no lo había destrozado Tezanos). Lo protagonizó también Pedro Sánchez ante Mariano Rajoy. Moderado por Campo Vidal, Sánchez acusó a Rajoy de "no ser una persona decente" y el gallego le respondió "usted es un miserable y un ruin" (aunque en puridad, le dijo 'ruiz', pero ya sabemos cómo es Rajoy). El resultado: 700.000 personas cambiaron su voto, 330.000 lo reafirmaron y 175.000 abstencionistas potenciales se animaron a votar. Sánchez perdió esas elecciones.

Sánchez perdió entonces los nervios, excitado, sin escuchar a los moderadores que le pedían que callara mientras él, los ojos muy abiertos, imprecaba a Feijóo. El presidente acababa de perder el cara a cara

No parece que el Pedro Sánchez de ayer, enfadado, nervioso, pueda movilizar a los 700.000 indecisos que reflejan las encuestas. Y mucho menos si un argumento para intentar revertir la situación no es otro que desempolvar el 11-M. "Usted no gobierna con Bildu, usted coincide con ellos en las votaciones. Usted no miente, usted cambia de opinión...".

La última vez que Alberto Núñez Feijóo participó en un debate fue en las autonómicas gallegas de 2020. El 29 de junio, como presidente de la Xunta ganador de tres mayorías absolutas, decidió participar frente a otros seis candidatos. Dicen las crónicas que pasó el tiempo sin que apenas le rozaran las balas, relajado, y que incluso se rió cuando uno de sus oponentes aseguró que siempre "se toca las gafas cuando dice una mentira". Unos días después, consiguió su cuarta mayoría absoluta. Llevaba la misma combinación que anoche: traje azul osucro, camisa azul clara, corbata azul... ¿Para qué cambiar lo que funciona?

Feijóo acudía al cara a cara de este lunes en Antena 3 igual de tranquilo que en aquel mes de junio. De hecho, mientras el presidente del Gobierno aparcaba el falcon y los mítines y se encerraba con su núcleo duro monclovita y mediático -Óscar López, Hernando, los migueles, Barroso y Contreras, para intentar apurar su última bala que le hicieran alcanzar en las encuestas la minoría de bloqueo para evitar un Gobierno de PP y Vox- el líder de la oposición solo dedicaba las horas previas de este lunes a preparar en la planta séptima de Génova el cara a cara con Sánchez. ¿Exceso de confianza o seguridad innata? Por lo visto, lo último. En Génova estaban exultantes. El presidente había echado por la borda todo lo logrado en su tour por los medios. Feijóo venía a no perder y había ganado claramente a los puntos.

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