Opinión

La enésima resurrección de Calvo

La Moncloa dio esta semana otra muestra de desbarajuste interno; en 48 horas pasó de 'vender' su defenestración interna a asegurar que la reforma de los alquileres la ha hecho "mano a mano" con Iglesias

Ahora que la urgencia y el pánico al coronavirus lo invade todo, permítanme que me detenga en algo que está pasando políticamente desapercibido esta semana de shock sanitario: a Carmen Calvo empieza a ocurrirle como al resucitado Lázaro de la Biblia, pero en bucle. Al fin y al cabo, al de Betania Jesús de Nazaret le revivió una sola vez, pero a la vicepresidenta primera del Gobierno ya la hemos finiquitado unas cuantas veces... y ahí sigue.

Sin ir más lejos, la última este lunes, después de que el viernes alguien de Podemos -y de La Moncloa- filtrara que Pedro Sánchez le había arrancado nada menos que los galones de coordinadora del uniforme vicepresidencial, como supuesta represalia por el lío de la ley de libertad sexual y su abierto enfrentamiento con la ministra de Igualdad, Irene Montero.

Solo cuarenta y ocho horas pasaron -horas, insisto- hasta que La Moncloa se rectificó a sí misma; que no, que Calvo vuelve a estar en la pomada y para demostrarlo fuentes gubernamentales aseguraban que ella y Pablo Iglesias, esos dos enemigos íntimos desde la fallida primera investidura de julio, "han trabajado mano a mano" (sic) para que el Gobierno pudiera anunciar este lunes la buena nueva de que va a reformar la ley de arrendamientos urbanos a fin de frenar los desahucios por impago de alquiler...

¿No era Calvo una apestada el viernes, la causante de todos los males de la ley de libertad sexual? ¿Quién lleva la comunicación del Gobierno los viernes? ¿Y los 'lunes de rectificación'? 

¿En qué quedamos? ¿No era Calvo una apestada el viernes, la causante de todos los males que aquejan al Gobierno, al PSOE y a Podemos? ¿Quién lleva la comunicación del Gobierno los viernes de ejecución de Carmen Calvo? ¿Y los lunes de rectificación, quien está al mando en La Moncloa? ¿Hay alguien ahí? 

Da la sensación de que en este episodio, como en tantos otros anteriores, el presidente y su equipo han funcionado a golpe de improvisación: que Pablo Iglesias se enfada porque a su pareja, la ministra Montero, le rectifican de cabo a rabo Calvo y el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, un anteproyecto que nunca debió ver la luz hasta ser de todo el Consejo de Ministros... Pues nada, almuerzo del presidente con el vicepresidente segundo en La Moncloa, palmaditas en la espalda y asunto resuelto.

¡Ah! no, espera; que resulta que Calvo preside la Comisión de Subsecretarios todos los lunes y es la que formatea el índice verde que tienen todos los miembros del gabinete, incluido Pedro Sánchez, sobre la mesa ovalada del Consejo de Ministros; vamos, que, o la cesamos o nada... pues nada: Calvo no solo se va a encargar de negociar la reforma de la ley de arrendamientos urbanos sino que va a tener tiempo hasta para seguir coordinando al Gobierno en el coronavirus.

Así la cosas, no es de extrañar que un importante dirigente sindical y un destacado barón del PSOE digan en voz baja: "Ya se pueden poner las pilas porque están dando una imagen de desbarajuste...".

Los dos dieron en la diana porque esta situación solo pasará cuando PSOE y Podemos se den cuenta de que la competición que mantienen no es virtuosa; que lo que percibe la gente es eso, "desbarajuste", ruido, malas caras -hasta en la manifestación feminista del 8-M que nunca debió apartar su carácter festivo-, no si la ley de libertad sexual es de Montero, Calvo o Campo.

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