Resulta que Moncloa no puede mostrar el original de la carta en la que Sánchez cedió a Marruecos el control del Sáhara, pues ni existe tal documento ni consta quién dio la orden de escribirla ni quién la redactó. ¿Rubricó nuestro presidente lo que Marruecos le puso delante? Desde que Sánchez llegó al poder, las relaciones con el reino alauita son un asunto muy turbio. Todo empezó cuando González Laya (ministra de Exteriores) accedió a una petición de Argelia y trajo en secreto a Brahim Gali, jefe del Polisario, para que se tratase en un hospital riojano una grave neumonía secuela del covid. Los servicios secretos marroquíes, que parecen mucho más motivados que los españoles, no tardaron en descubrirlo —el caso de espionaje Pegasus fue en esas fechas— , y la venganza de Mohamed VI no se hizo esperar: llamó a consultas a su embajadora en Madrid y miles de inmigrantes, muchos de ellos menores, consiguieron cruzar a Ceuta ante la pasividad de las fuerzas de seguridad marroquíes. Aquellos enredos acabaron en esa sorprendente y misteriosa carta, que nos ha costado la ruptura del Tratado de amistad, buena vecindad y cooperación que teníamos con Argelia, nuestro principal suministrador de gas hasta entonces.
Parece que ningún periodista puede con él: alarga y alarga las respuestas —que casi nunca aclaran lo que se le ha preguntado— para colocarnos su mitin y consumir todo el tiempo antes de que salgan temas incómodos
Ahora que Sánchez está entregado a una gira mediática y sorprendentemente victimista —la prensa es de ultraderecha y le tiene manía—, cabría esperar que alguien le preguntara qué había en su móvil, por qué cambió clandestina y unilateralmente la política respecto al Sáhara y, sobre todo, a cambio de qué. Porque hace apenas un mes, y a pesar de las concesiones sanchistas, Rabat censuraba a un vicepresidente de la Comisión Europea por referirse a Ceuta y Melilla como fronteras de España y Europa y no como “ciudades marroquíes”. Pero el presidente es difícil de entrevistar y parece que ningún periodista puede con él: alarga y alarga las respuestas —que casi nunca aclaran lo que se le ha preguntado— para colocarnos su mitin y consumir todo el tiempo antes de que salgan temas incómodos. Hasta Alsina (Onda Cero) parecía arrugarse frente a él. Los otros, Wyoming y Évole, son fans. Y al pobre Pablo Motos y sus hormigas no les podemos exigir más: lo suyo es entretener. Cuesta creer que no haya nadie capaz de frenar los monólogos de Su Persona y obligarle a responder. Aunque quizá todo se entienda mejor si pensamos que Sánchez todavía podría ganar; imaginemos las consecuencias económicas de molestar a alguien tan rencoroso. ¿Quién maneja el presupuesto estatal para subvenciones y publicidad institucional? Pues eso. Que la prensa libre no existe, amigos.
No recuerdo que el PP y Vox y se hayan manifestado nunca mientras se constituían gobiernos del PSOE con partidos independentistas o de ultraizquierda
Mientras, las derechas están inmersas en la formación de los gobiernos autonómicos y municipales, y en algunos lugares van llegando a acuerdos. En Valencia, y durante la constitución de les Corts, las feministas se han manifestado contra Vox jaleadas por Diana Morant Ripoll, Ministra de Ciencia e Innovación. Las izquierdas siempre tan democráticas. No recuerdo que el PP y Vox y se hayan manifestado nunca mientras se constituían gobiernos del PSOE con partidos independentistas o de ultraizquierda.
En Extremadura, hasta Fernández Vara daba por hecho que habría un pacto entre PP y Vox y anunció que volvía a la medicina forense. Pero María Guardiola, que no parece tener una idea propia, hizo suyo el argumentario del Ministerio de Igualdad y se autoerigió en adalid del movimiento LGTBI y la lucha contra la violencia de género. No deben de tener otros problemas en su tierra. Mención aparte merece el desembarco de Buxadé —Dios me libre de llamarle mediocre— para poner orden. Víctor Sánchez del Real, que ahora mismo está fuera de Vox, me habría parecido mejor elección: será muy vehemente pero, también, muy humano; un tipo con el que tomar una caña. A Buxadé, sin embargo, no me lo imagino echando unas risas con una cervecita al sol; le veo más en plan cilicio mortificador. Mientras escribo estas líneas, sólo sabemos que Vara se presentará a la investidura.
Tras el paso del presidente por El hormiguero, bastó que Feijóo se mostrarse educado, escuchara las preguntas y respondiera a lo que le planteaban para caernos bien
En Torrelodones el plan debía de ser dar munición al enemigo: lo primero que han hecho PP y Vox ha sido contratar el máximo de asesores, crear concejalías innecesarias y subirse el sueldo. La alcaldesa (PP), 6.000 euros más; así cobrará lo mismo que en la Asamblea de Madrid. No ha dado tiempo a que nos preguntemos si viene a servir al pueblo o a servirse de él. Los de Vox explican que la oposición falsea las cuentas, pero, aun tomando por buenas las suyas, el nuevo ayuntamiento cuesta 259.000 euros más. Y todo está dentro de la ley, sí, pero este descaro desincentiva el voto de gente que, como yo, sospecha de todos los políticos. Tras el paso del presidente por El hormiguero, bastó que Feijóo se mostrarse educado, escuchara las preguntas y respondiera a lo que le planteaban para caernos bien. Si no conociera la dictadura sanitaria que implantó en Galicia, me entrarían ganas de votarle. Aunque no creo que necesite mi voto para ganar: sólo tiene que dejar que Sánchez continúe de prime time en prime time mostrándonos su verdadera naturaleza.
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