Derrotado en su 'guerra sucia' con la pandemia, Sánchez lanza otro ataque contra Madrid, ahora disfrazado de 'dumping fiscal' y con ERC como coprotagonista. En el fondo es un mal chiste. Un estúpida broma. Un partido que promueve la independencia y que dio un golpe de Estado para lograrla, con mal resultado, reivindica la armonización fiscal entre los pueblos y las tierras de España. Conmovedor si no fuera tan idiota. O tan trilero. Atacar a Madrit es uno de los ejercicios favoritos de los secesionistas catalanes a la que las urnas asoman por el horizonte. Y en ello están.
Los cien mil asesores, estrategas, arúspices y consultores de Moncloa ya respiran tranquilos. Han sacado adelante los Presupuestos con el concurso de la escoria del Hemiciclo, el grupo de los dinamiteros de la Constitución. Aprobadas las cuentas, Sánchez dispone ya de tres años para perfilar su autosucesión, para delinear la fórmula que le permita eternizarse en el sillón de mando. El horizonte es 2031, a fin de festejar el centenario de la República (segunda temporada) ya en su condición de Jefe del Estado (tercera temporada). Hay tres pasos señalados en letras de fuego en su agenda. Las vacunas para extirpar la pandemia, episodio que la factoría de ficción de La Moncloa transformará en una proeza personal y homérica. Repartir los fondos del Ibex entre las regiones que se porten bien y las empresas del Ibex que más le hagan la pelota. Y, finalmente, tomar Madrid, derribar el Gobierno del PP, lapidar a Isabel Díaz Ayuso y pintar de rojo la comunidad rebelde.
Ni 'dumping' ni ventajismo fiscal, ni berzas tibetanas. Madrid cumple las leyes impositivas que rigen en todas las autonomías y en toda España salvo País Vasco y Navarra
"Seré su peor pesadilla", ha advertido la presidenta madrileña, que se ha convertido en una experimentada experta en hacerle frente al napoleoncito de Moncloa. Como primera providencia en su contraofensiva, Ayuso se enfundó la armadura y se largó a Barcelona a poner en claro algunos aspectos sobre fiscalidad y otras falsedades que siembran en estas horas las cacatúas de Iván y Rufián. No precisó de mucho argumento para rebatir a Carmen Calvo, quien la acusaba, luego de pactar con Bildu y ERC, de pretender romper España.
Sea quien fuere el guionista de la vicepresidenta, esa mañana sin duda desayunó más whiskies que Scott Fitgerald antes de escribir eso de que 'en las vidas norteamericanas no hay segundos actos". Ni dumping ni ventajismo fiscal. Madrid cumple las leyes impositivas que rigen en todas las autonomías y en toda España, salvo País Vasco y Navarra. Ayuso, a fuer de liberal, progresista y de derechas, rebaja las cargas fiscales para bien de sus contribuyentes y recauda más que quien asfixia a impuestos a los suyos y se lo gasta luego en teles y embajadas.
Empujoncito electoral
La presidenta de Madrid, "la nueva musa de la derecha española", como la bautizó Le Figaro, le ha cerrado la boca a los separatistas en sus propios hocicos, en un valiente paseo entre la Barceloneta y la Diagonal. "¿Quieren armonización? Estupendo, armonícense con nosotros, hagan lo que hacemos en Madrid", retó la presidenta a los rufianes. Su desplazamiento a Barcelona ha supuesto también un cariñoso empujón electoral a la campaña del PP en una zona donde lo tiene muy difícil. No acudir a las urnas junto a Cs es una decisión errada. "El invento no funcionó en las vascas", se dirá. Es distinto. En el País Vasco ni existe apenas rastro de Ciudadanos ni el PP tenía candidato, con perdón del entregado Iturgaiz.
La película catalana es de otro género. Los restos de Cs y la potencia de Alejandro Fernández, el candidato de los populares, eran una combinación estimulante, un mix con fuste, una posibilidad de victoria. Por separado, todo será más difícil. Casado ha optado por no fusionar las siglas. Da por hecho que se zampará el partido naranja, ahora tan perjudicado, y comenzará así su operación 'reagrupar el centroderecha', esa vieja aspiración ahora tan lejana.
Su estrategia de sepultar la foto de Colón, de romper puentes con Cs y declararle la guerra a Vox no está exenta de peligros. Sólo salvará la honrilla, y quizás el pescuezo, si frena el 'sorpasso' de Abascal
Es posible que así sea, como también lo es un 'sorpasso' de Vox por la derecha. El partido de Abascal, sin apenas gente destacable ni estructura en la zona, salta a la arena catalana muy fuerte, al decir de las encuestas. La radicalidad furibunda de Sánchez, sus pactos con la extrema izquierda, su gobierno con los comunistas, su gestos hacia los parientes del terror, su sometimiento a los golpistas, su acelerada progresión hacia el totalitarismo, le favorecen. Contra algunos pronósticos, la bofetada del PP no le ha afectado. Vox se mantiene firme y con expectativas de crecer.
Pablo Casado se juega en las catalanas más de lo que parece. Su estrategia de sepultar la foto de Colón, de romper puentes con Cs y declararle la guerra a Vox no está exenta de peligros. Sólo salvará la honrilla, el pundonor y quizás el pescuezo, si consigue situarse por delante de Abascal. De no lograrlo, el suelo empezaría a temblarle bajo los pies. Hay caciques en su partido muy dados a estas cosas, a tirarle de las orejas o a removerle la silla. Esa es, y no la imparable proyección de Ayuso, su peor pesadilla.
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