No conozco a nadie que haya cambiado de equipo de fútbol en su vida. Ni siquiera mi amigo Pepe, que a pesar de ser usuario de pulseras rojigualdas y orgulloso votante de Vox en las dos últimas elecciones, el hombre es del Barça. Pepe se hizo del Barça por Maradona cuando era un chaval y se va a morir amando la camiseta blaugrana... aunque se le lleven los demonios cada vez que ve al Camp Nou gritar lo de: ¡¡In-da-pan-dan-sia!!.
En política las fidelidades son menos sólidas. Existen movimientos, pero son tremendamente lentos, más de lo que podamos llegar a pensar. A la gente le cuesta una barbaridad votar a un partido diferente al que votaron en las anteriores elecciones. Y esto es tan como les cuento que incluso en el momento más dramático de nuestra historia reciente, y me refiero a los atentados del 11-M, el trasvase de votos desde otras opciones al PSOE de Zapatero solo se aceleró ligeramente, la tendencia era ya bastante clara en las encuestas desde muchas semanas antes.
Pues bien, como saben, en pocas semanas vascos y gallegos van a acudir a las urnas en dos elecciones que ya tienen un ganador claro dada la insultante superioridad de populares en Galicia y de nacionalistas Vascos en Euskadi.
Pero el diablo está en los detalles, y estos detalles pueden significar la eclosión de las tendencias que ya se apuntan a nivel nacional y que nos indican que de las mismas, a pesar de ser regionales, van a salir tres partidos nacionales como netos perdedores, uno en empate y otro como posible ganador.
Los perdedores
1.- Podemos no rentabiliza su presencia en el Gobierno.
A Podemos le va a ir mal en Euskadi y muy mal en Galicia, dos hechos que van a mostrar con claridad que su relato de partido nacional va a quedar muy tocado. Si miramos las transferencias de voto al detalle, en Euskadi la sangría de voto que sufre Podemos se transfunde en su mayoría a las venas de Bildu mientras que en Galicia son los viejos rockeros del BNG quienes reciben ese plasma regenerador.
Y tiene sentido, cuando te conviertes en un un satélite nacionalista, la gente termina votando al original en lugar de a la copia.
2.- Vox camino de la UCI
Si la covid-19 ha afectado a algún partido, este es Vox. Como a su socio italiano Salvini y a la mayoría de los movimientos nacionalpopulistas en todo el mundo, esto les ha venido muy grande.
Parece que sus votantes se han dado cuenta finalmente de que si tienen problemas serios, son necesarios los partidos serios y la alegre muchachada de Vox con sus fanfarrias y consignas para adolescentes con problemas de socialización han demostrado que no lo son, y que si les sacas de su raca-raca habitual con la inmigración, no tienen programa ni discurso.
Y atentos, si Vox no consigue diputados ni en Galicia ni en Euskadi, patria chica por cierto de su líder Santiago Abascal, su proyecto político comenzará a estar en cuestión y comenzará el inexorable retorno de votantes defraudados hacia el Partido Popular y/o hacia la abstención.
3.- Ciudadanos: Pasen de mí estas elecciones.
Bien haría Inés Arrimadas en aparecer lo menos posible por Euskadi y -sobre todo- por Galicia. Los resultados de su partido, refractario a reconocer las especificidades y diferencias de las regiones históricas de nuestro país, les van a pasar factura.
Poco más que añadir.
El que empata: PSOE
Los socialistas no van a ser claros perdedores ni en Euskadi ni en Galicia. De hecho, lo previsible es que aumenten su número de diputados en ambos territorios.
¿Y entonces, por qué no lo pone usted entre los ganadores?, se preguntarán ustedes legítimamente. Pues miren, las razones son evidentes. En Euskadi los socialistas sacaron su peor resultado histórico hace cuatro años, y en esta ocasión, a pesar de que la expectativa es al alza, se producen tres elementos que impiden darles como ganadores netos.
1.- No rentabilizan su presencia en el Gobierno vasco. De hecho, el conocimiento de su candidata a pesar de todos sus años en el gobierno roza lo testimonial.
2.- No rentabiliza su presencia en el Gobierno nacional, algo que en Euskadi siempre habían conseguido PSOE y PP
3.- Y sobre todo, no aprovechan el flujo de votantes desencantados con Podemos, que mayoritariamente parecen inclinarse por EH Bildu… gracias a que el pacto de Sánchez con ellos en el Congreso les ha convertido en una opción legítima y “votable”.
Y en Galicia la cosa es similar. Los socialistas suben desde su peor resultado histórico (solo faltaría) pero no llegan a hacerle cosquillas al Partido Popular, algo que un partido que ostenta el Gobierno de la nación debería plantearse como objetivo inexcusable.
El que puede ganar: Partido Popular
El único ganador por tanto debería ser el PP, que por un lado conserva su gobierno en Galicia con una mayoría reforzada, y a pesar de que pueden caer un par de diputados en Euskadi, es una pérdida asumible siempre que Vox no consiga entrar en ninguno de los dos parlamentos autonómicos ya que les situaría en el imaginario colectivo del centro derecha español como el único partido capaz de ganar unas elecciones al PSOE de Pedro Sánchez.
Y una conclusión
La conclusión es por tanto bastante clara: tras la covid, tenemos por delante un escenario político lleno de incertidumbres pero en el que las fuerzas surgidas de la crisis de 2008. Las de la llamada 'nueva política' se encuentran en franco retroceso tras constatarse que los ciudadanos, en tiempos de zozobra, prefieren confiar en aquellos partidos serios, con experiencia, espolones y banquillo.
Y tanto es así que acabo de llamar a mi amigo Pepe, ya saben, les he hablado de él, uno que era del Barça y que lleva dos elecciones votando a Vox. Pepe me confirma que se ha cansado de experimentos y que su voto en las próximas va a volver al PP.
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