El reciente episodio con las Grifols, empresa española miembro del Ibex que sufrió un fuerte varapalo en su cotización, tras un informe que cuestiona sus prácticas contables elaborado por una compañía que ganó dinero con su desplome bursátil, ha renovado los ataques contra la especulación bajista. Así se llama a cuando un inversor, sea particular o un fondo, en lugar de comprar una acción esperando que suba de precio para venderla ganando con las alzas, la vende confiando en lo contrario, que se reduzca su cotización y obtenga un beneficio recomprando a un nivel inferior. A veces, simplemente, son posiciones de cobertura -para reducir el riesgo- y no de especulación. La forma de hacerlo no es tan complicada como puede parecer, ya que cualquiera tiene acceso a derivados como CFDs y futuros, que nos permiten posicionarnos a la baja del mismo modo que al alza.
Cuando se acierta, apostar a la baja puede dar un gran beneficio rápido, porque las caídas suelen ser más veloces que las subidas pero como lo normal es que las cotizaciones suban, hacerlo suele ser mucho más peligroso que hacerlo al alza. La inmensa mayoría de los inversores son compradores de acciones, y no me refiero sólo a los minoritarios, también a los institucionales. Que la bolsa suba hace felices a la mayoría, desde los políticos (que hasta estúpidamente presumen de ello como si fuera su mérito) a las propias cotizadas, pasando por la banca (tanto por los créditos concedidos que peligran si una cotizada se hunde en bolsa -Grifols es un buen ejemplo- como por su propia cartera de inversión), los grandes fondos de inversión que colocan su enorme liquidez en los mercados, compañías de seguros (que invierten las primas de los clientes en renta variable), fondos de pensiones (sin arriesgar en bolsa difícilmente pueden vencer a largo plazo a la inflación)… y, por supuesto, a los millones de personas que tienen sus ahorros, directa o indirectamente (a través de fondos), en bolsa.
Pocos dudan que cuando, por ejemplo, Goldman hace una recomendación de compra de un valor, antes de hacerlo público, compran ellos y se aprovechan del anuncio para que su inversión mejore
En resumen, que suba la bolsa es considerado una buena noticia y que baje una mala. Esto lleva a que casi nadie quiera ser el “pepito grillo” del mundo financiero que avise sobre una excesiva valoración de una compañía o de un exceso de euforia en el mercado de acciones, y es por eso que la inmensa mayoría de analistas son alcistas. Si repasamos informes, el porcentaje de recomendaciones de compra es abrumador, y eso ha ocurrido siempre, incluso en tendencias claramente bajistas. Y, por supuesto, estos consejos muchas veces no proceden de analistas independientes sino de actores implicados como pueden ser bancos. Pocos dudan que cuando, por ejemplo, Goldman hace una recomendación de compra de un valor, antes de hacerlo público, compran ellos y se aprovechan del anuncio para que su inversión mejore, e incluso quizás vender con beneficios. Esto es exactamente lo mismo que hizo Gotham con Grifols: tomó una posición, hizo público un informe, y aprovechó el impacto que éste tuvo para ganar dinero. Nadie comprueba que en las recomendaciones alcistas de los “expertos” los datos sean correctos o no haya un interés monetario oculto, sin embargo a Gotham se le mira con lupa. Y me parece perfecto que se haga pero, no se debería hacer lo mismo con todos?
¿No sería coherente que también se exigiera a los que hicieron mal su trabajo y confundieron a tantos inversores recomendándoles comprar acciones de Grifols?
Gotham ha advertido al mercado que algo en las cuentas de Grifols no está bien, y lo cierto es que cada día que pasa hay más que dan verosimilitud a su informe. Yo sinceramente deseo que se hayan equivocado, tanto por los accionistas minoritarios como por el prestigio para nuestro país, pero no tiene pinta que sea así. Por supuesto Gotham ha realizado ese estudio exhaustivo para ganar dinero (incentivo universal que no podemos criticar porque al fin y al cabo por ese mismo motivo madrugamos todos a diario) pero si tiene razón contra la inmensa mayoría de analistas y descubriendo chanchullos que al auditor se le escaparon, ¿por qué no va a tener un premio? Repito, ojalá todo sea un error, y si es así, que paguen por lo que están provocando. Yo estaría de acuerdo, pero si aciertan y si su análisis es correcto, ¿no sería coherente que también se exigiera a los que hicieron mal su trabajo y confundieron a tantos inversores recomendándoles comprar acciones de Grifols? Sólo pido eso, que apliquemos la misma vara de medir, porque el que avisa de que algo está mal, y acierta, gane o no dinero con ese acierto, aporta valor. Lo que es vergonzoso es que haya tanta gente viviendo de sus opiniones sobre los mercados financieros sin arriesgar su dinero, incentivando a que otros se lo gasten, pero luego no respondan de sus errores.
En los mercados siempre hay mucho moralista, en general personas ajenas a él, que pretende determinar qué comportamientos de los inversores son “buenos” y cuales “malos”. Una de las máximas más repetidas es que apostar a que el precio de las acciones suba es positivo y apostar a que baje negativo. Esto es absurdo, es como afirmar que alguien es mejor persona si apuesta a que caiga el precio de las acciones de una empresa de armamento, o de una que contamina mucho, que los que apuestan al alza. Si un gran fondo de inversión dispara el precio del café con sus compras, quizás perjudique al consumidor occidental pero mejore la vida del agricultor de Costa de Marfil, ¿esto es “bueno” o “malo”? Quién sabe, las valoraciones morales son subjetivas y no vienen al caso. Y, como ha pasado muchas veces, apuestas bajistas han resultado muy útiles, ayudando a descubrir fraudes y/o a desfinlar burbujas que pueden ser muy peligrosas para la economía real. Nadie sabe cuál es el valor correcto de un activo y por tanto, quienes especulan -con su dinero- sobre si algo debe valer más o menos, hacen exactamente lo mismo.
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