Opinión

Octubre en Cataluña (otra vez)

Seis octubres después del referéndum y la declaración unilateral de independencia en Cataluña, el segundo partido más votado de España en concurrencia con la cuarta y la quinta fuerza política en Cataluña van amnistiar a aquellos que torturaron políticamente a los funcionarios del Estado.

Todo lo que ocurre en Cataluña sucede en octubre. Lluís Companys proclamó el Estado catalán en octubre. Carles Puigdemont y Oriol Junqueras desafiaron a España por dos veces en octubre: referéndum y declaración unilateral de independencia. Josep Tarradellas regresó en octubre. Y si nadie lo remedia, Puigdemont también volverá en octubre, amnistiado por el Gobierno de Pedro Sánchez.

La institucionalización de la Diada como origen y destino del nacionalismo es la gasolina que ha alimentado a diferentes generaciones de políticos catalanes a perder el juicio de forma recurrente en otoño. El 11 de septiembre como mito del choque Cataluña-España es una construcción moderna, de principios del siglo XX. Son poco más de 100 años aguantando el desafío permanente de una parte de esta región al resto del Estado. Puede parecer mucho tiempo. Lo es. Pero si aplicamos una visión de conjunto es solo una gota en el océano de la Historia de España.

Hay un cuerpo de funcionarios que son incapaces de olvidar lo que sucedió en octubre del 2017. No se sienten humillados por la negociación entre Sánchez y Puigdemont. Va mucho más lejos de ese sentimiento legítimo. Cualquiera que hable con ellos entiende que el recuerdo de las tensiones y la presión de aquellos días permanece muy vivo en su memoria como para tragar con una amnistía. No están preparados.

Héroes de Cataluña

Policías perseguidos como perros por las calles de Cataluña, fiscales señalados en sus vecindarios, jueces amenazados, diplomáticos que recuerdan una corbata permanente en el gaznate ante el temor de que algún país reconociera el referéndum, maestros de primaria y secundaria que custodiaron las llaves de sus centros educativos para esquivar la ilegalidad sometidos al señalamiento y el aislamiento social. ¿Con qué cara va a volver esa gente a sus puestos de trabajo en Cataluña? ¿Cómo les vamos a pedir que resistan?

Les hemos abandonado a todos. Es responsabilidad de Sánchez, sí. Pero al final es España quien les deja tirados gracias a Sánchez, el silencio cómplice del PSOE y políticos inenarrables como Jaume Asens, cuya única cosmovisión política es el odio a España y lo que representa. Nada de esto sería posible sin la existencia de un grupo bien organizado y, sobre todo, bien pagado de empresarios de comunicación y prescriptores dispuestos a decir una cosa y la contraria para controlar a la opinión pública y dar cobertura al Gobierno caiga quien caiga.

La gran lección que aprendió el separatismo en octubre, pero del 2017, es que su desafío acababa en la cárcel. Seis octubres después, el segundo partido más votado del país en concurrencia con la cuarta y la quinta fuerza política en Cataluña van eliminar ese castigo para aquellos que torturaron políticamente a los funcionarios del Estado.

Y lo más grave es que no lo hacen por un convencimiento político, sino porque es imprescindible para mantener el poder. Un socialista, diputado autonómico, comentaba esta semana en privado: “¿Por qué se paga ese precio para seguir en La Moncloa? ¿Hay algo que no sepamos?

Puigdemont como Tarradellas

Llega octubre a Cataluña. Un mes idealizado por décadas de ideología nacionalista. Cabe pensar que Puigdemont no tendrá el valor de encaramarse al balcón de la Generalitat en plan Tarradellas el día que vuelva. Pero nada es descartable.

‘Un García en y desde Cataluña’ es una cuenta de Facebook con cierta popularidad que relata desde hace varios años las vicisitudes del constitucionalista que vive en esta comunidad y se rebela contra los marcos mentales del separatismo. García reflejaba hace unos días el estado de ánimo de buena parte de la sociedad catalana, abandonada por la Generalitat y ahora por el Gobierno nacional:

“Empiezo a creer que quizá no nos queda otra que arrancar adoquines y quemar contenedores en plaza Urquinaona para que nos hagan caso. Total, nos acabarán amnistiando, ¿o a nosotros no?”

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