Nadie es brillante un día y al cabo de un año se convierte en una piedra sin valor. Si para Pablo Casado hace doce meses Cayetana Álvarez de Toledo era la mejor como portavoz, no es que ahora sea la peor. Sencillamente, es que ahora su estrategia ha cambiado, de la radicalidad quiere volver a recuperar una moderación que nunca ha encontrado y en ese camino Cayetana ya no le sirve y se convierte así en un clínex político, en un pañuelo de usar y tirar cuando ya lo tienes suficientemente usado.
Así son y sirven las personas en los partidos, la única organización que entiende poco de sentimientos y mucho de poder y de egos, y también de zancadillas. Está claro que nadie es inteligente un día y al año siguiente se convierte en un analfabeto, salvo en política. En la estrategia en la que se basa la política, sí que un día eres el líder o el responsable de alguna cartera y al siguiente te han defenestrado y sales por la puerta de atrás.
El caso de Cayetana es muy común en la política ya que es lícito que cualquier líder de una organización se rodee de todas aquellas personas que puedan gozar de su confianza y que estén en el mismo camino, además, por supuesto de ser leales, cosa que Cayetana no ha sido, por lo menos al final. No hay nada más desleal que ser apartada de tu cargo y a las pocas horas darlo a conocer públicamente criticando al que un día confió en ti y no sólo eso sino desvelando estrategias políticas de partido. Faltó lealtad y faltó elegancia.
No tiene nada que ver con lo brillante que la exportavoz del PP sea como persona, por supuesto, y como profesional en cuanto a sus conocimientos y su capacidad de oratoria
Cayetana hacía tiempo que no estaba en el camino de Casado, quien ya había perdido la confianza en ella. No tiene nada que ver con lo brillante que la exportavoz del PP sea como persona, por supuesto, y como profesional en cuanto a sus conocimientos y su capacidad de oratoria, extremo que ha demostrado con absoluta solvencia. Es cierto que en política la oratoria no es la única clave del éxito y más en estos tiempos en los que se necesita una gran capacidad de gestión y no todos los líderes políticos tienen esa capacidad, que sí que demuestran por ejemplo, y nombro a dos personas ideológicamente opuestas, como Iñigo Urkullu o Núñez Feijóo.
Ahora en Génova consideran que deben tomar un rumbo hacia la moderación sencillamente para distanciarse de la extrema derecha de Vox. Al final, es Vox quien aparta a Cayetana del PP, aunque parece que siempre ha sido el patito feo en las filas populares tanto con Rajoy como ahora con Casado. Y cuando uno no está cómodo en una organización, cuando has intentado cambiar las cosas desde dentro y no lo has conseguido, solo tienes dos salidas o irte o plantarle cara al presidente en unas primarias.
Los tiempos del bipartidismo
Veremos el camino que recorrerá Cayetana en política. Sólo ella lo sabe, pero lo que está claro que su cese nada tiene que ver con la libertad de expresión dentro de un partido y sí con la aceptación de la crítica y por supuesto con la estrategia política que o la sigues o sencillamente te apartas, pero no intentas remar constantemente contracorriente perjudicando al capitán de la embarcación.
Atrás quedaron los tiempos políticos de Felipe González y Alfonso Guerra, el moderado y el radical dentro de un mismo partido, los tiempos del bipartidismo, ahora la política tiene más colores que la rosa roja o las gaviotas con fondo azul y conviene medir los discursos y sobre todo fijar el rumbo. Un ejemplo claro de quién no supo, su momento, fijar el rumbo fue Ciudadanos y de aquello, los grandes beneficiarios fueron Sánchez -que apartó a un gran rival- y Abascal que consiguió lo que ni él llegó a imaginar.
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