Opinión

La ceguera y el 8-M

Después de tres años de sufrimiento, bien se merece esta sociedad salir a flote y que no planee nuevamente la sombra de un adelanto electoral

La ceguera de todos, antes de que el coronavirus nos inundara, sembrara el pánico, nos encerrara, arrasara y generara el drama en alrededor de 40.000 hogares españoles -con víctimas mortales- y que lo siga ocasionando en muchas casas que necesitan de la caridad para comer, es tan real como que tenemos a Pedro Sánchez de presidente y a Pablo Casado de líder de la oposición. Fallamos todos y pocos entonan con humildad un mea culpa, o un pudimos hacerlo mejor y evitar tanto sufrimiento; desde el presidente del Gobierno al líder de la OMS, pasando por las autoridades chinas, que se ha demostrado que ocultaron información esencial para hacer frente a la guerra mundial contra la covid-19.

Antes de llegar al 8-M, cuando en Barcelona los organizadores y la autoridades, con Ada Colau al frente, anunciaban la cancelación del Mobile Word Congress y casi todos nos llevamos las manos a la cabeza ante lo que eso suponía para el prestigio y para la economía de la capital catalana. Cuando en Wuhan estaban muriendo a cientos y construyendo hospitales a destajo, aquí el drama nos quedaba muy lejos y cuando el empezó a asolar Italia, parecía también que no iba con nosotros. Esa era la ceguera, ceguera científica, política, periodística, social, ceguera en todos los sentidos. Pasaron pocos días para darnos cuenta de qué suerte tuvimos por aquella decisión de suspender el MWC. Suerte de muchas decisiones certeras que se tomaron, aunque siga y persista la gran ceguera política que atribuye a una única manifestación el drama que ha vivido este país.

Tampoco creo que una madre se arriesgue a poner a su hija en peligro a sabiendas de que lo puede estar, como es el caso de Irene Montero, que acudió con la suya a la manifestación

Resulta lamentable y burlesco que se ponga el foco de la culpabilidad en las marchas feministas, porque si Sánchez era consciente de lo que iba a suceder, o de que estábamos ante un gran peligro, bien pudiera su mujer, que estuvo en primera línea de la manifestación, acusarle de intento de homicidio. Tampoco creo que una madre se arriesgue a poner a su hija en peligro a sabiendas de que lo puede estar, como es el caso de Irene Montero, que acudió con su hija a la manifestación. Sería una locura considerarlo. Y no entro en si fueron o no adecuadas estas marchas y en juzgar quién y cómo acudió a las mismas.

Durante el 8-M, la movilidad en España era total en todos los aspectos de nuestra vida, incluso Vox realizó un acto multitudinario y tenía un líder infectado. Ellos también son responsables porque representan a una parte de la población. Aquí nadie se salva aunque todos lo intentan, parece un defecto también de la condición humana el culpabilizar al prójimo de todo sin reconocer la parte de responsabilidad de cada uno.

No seré yo quien defienda al Gobierno ni a la oposición. Los periodistas no estamos para eso. Estamos para constatar hechos y contrastarlos de la mejor manera posible y desenmascarar mentiras y bulos, para recurrir a la hemeroteca cuando un partido te dice una cosa y la contraria en poco tiempo. O cuando de tener utilidad pero resulta inútil, se erige por ejemplo en un partido útil. O cuando, pese a poder ocupar el centro y con gran representación, opta por escorarse hacia Vox.

Adelanto electoral

Pablo Casado tiene que buscar su centro y Ciudadanos su rumbo. Dicho lo cual, al PSOE y Podemos, con tres meses al frente del Gobierno, les ha caído encima una situación sin precedentes y la oposición no debería jugar a poner la zancadilla y a la lucha permanente. De la misma forma, Sánchez tiene que empezar a bañarse en humildad y no en soberbia. Pero al César lo que es del César, y creo que bien se merece esta sociedad salir a flote y que no planee nuevamente la sombra de un adelanto electoral.

En realidad, parece que esto se resume en que las mujeres tienen la culpa de que España haya estado en la UCI tres meses; los niños son potenciales transmisores, por lo tanto, aléjense de ellos y no les dejen ni ir al colegio ni a los parques -así nos lo dijeron muchos expertos, luego cambiaron-; y no salven a nuestros abuelos que están en residencias que, total, ya son muy mayores y se van a morir más pronto que tarde. Este es el resumen de tres meses de horror en España en los que nos vuelve a quedar claro qué es lo importante. Sin duda, vivimos en las terrazas, en los bares y en las discotecas y ya si eso, si queda algo de tiempo, nos educamos. Seamos prudentes, sigamos manteniendo las normas que nos permiten poder tener a raya a un virus que sigue entre nosotros. Sentido común y también crítico, algo que sin educación y conocimiento difícilmente se consigue. A muchos gobernantes mundiales de ahora y de antes ya les va bien así, con una sociedad dormida e inculta. Cuídense.

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