Opinión

La censura de Sánchez saca al PP del 'shock'

El presidente, acorralado, se vuelve fiero. El PP, abatido, hace piña contra Sánchez, el socialista que más detestan, detrás justo de Zapatero

“Lo echarán los tribunales. O nosotros, Pero no lo echará Pedro”. El PP se revuelve como una hidra furibunda ante la moción del PSOE. Rajoy pasó en doce horas del subidón de los Presupuestos al bajón la Gürtel. En su partido ha ocurrido lo mismo. Con otros escenarios. Del bajón de la Gürtel, al subidón de la censura.

Los supuestos herederos aguardarían un par de años, hasta el fin de la legislatura, para asomar la cabeza. Con los Presupuestos bajo el brazo, Rajoy tenía el sillón medianamente asegurado. Todo eran júbilo y loas. Una oposición inane y un horizonte despejado. Hasta que asomó la Gürtel. “La corrupción está amortizada”, decían en Génova, como una letanía. Pues no. El mazazo del juez De Prada, de la Audiencia Nacional, golpeó en la quijada al presidente del Gobierno. Ya le hizo personarse ante el tribunal, en decisión que anticipaba la sentencia. Ahora casi lo ha sepultado. Había contabilidad en B y el testimonio de Rajoy carece de ‘credibilidad’, dice el auto.

Todo aspavientos, aparecieron los bomberos Maíllo y Hernando para sofocar las llamas. Misión imposible. El partido ardía por los cuatro costados. “No es asunto penal sino civil”. “No se ha condenado a miembro alguno del Gobierno ni del partido”. “Es cosa del pasado”. “Toda esa gente era de Aznar”. Palabras al viento. Manotazos de ahogado. “Hay que pedir perdón y no lo hemos hecho”, se escuchaba con insistencia desde todos los rincones. El PP estaba abrasado y su líder, chamuscado.

Hasta que llegó Sánchez, terno oscuro y corbata, camisa de domingo, desafiante, gesto de vencedor. “Crisis institucional, crisis política, un único responsable que se llama Rajoy”. Y presentó su moción de censura. Mano tendida a los separatistas y un guiño farisaico a Ciudadanos con promesa de elecciones. Sin fecha. Primero, ocupar la Moncloa, luego, ya veremos.

Rajoy reacciona. Aparece en Moncloa en avanzado estado de incandescencia. Presa de un cabreo incontenible, arremete contra Sánchez con una fiereza inusitada. Al fin el presidente se ha sacudido el tedio, al fin se ha arremangado, al fin ejerce de presidente.

'El jefe está vivo y va a defender lo suyo'. Que es lo de todos. O sea, el Gobierno y el partido. Hasta ahora, la prioridad era el sillón. El escenario ha cambiado. Todo menos irse de una patada en el culo, comenta un viejo amigo del atribulado presidente. “Una cosa es que lo echemos nosotros y otra, bien distinta, que lo echen Pedro y los enemigos de España”

En el partido se hacen cruces. Rajoy cancela su viaje a Kiev, por lo de la Champions. “El jefe está vivo y va a defender lo suyo”. Que es lo de todos. O sea, el Gobierno y el partido. Hasta ahora, la prioridad era el sillón. El escenario ha cambiado. Todo menos irse de una patada en el culo, comenta un viejo amigo del atribulado presidente. “Una cosa es que lo echemos nosotros y otra, bien distinta, que lo echen Pedro y los enemigos de España”. Mucho cabreo. Cambiaba el tono. La abatida militancia recobraba el pulso. “No será el PSOE quien diga cuándo se tiene que ir. Eso es cosa nuestra. Lo echaremos nosotros”. De hecho, ya hay algunos delfines jugándose a los dados los ropajes del jefe. Malherido y hastiado, Rajoy no puede más.

Sánchez se ha cruzado en sus planes de salida. "Se irá, pero la fecha y la forma la marcará él", dicen siempre en su entorno. Intentará ahora enrocarse, defender la plaza, asegurar el cargo. "¿Quién reparte en España certificados de credibilidad?", le espetó al tribunal. Y respondió al estilo de los secesionistas: "La gente". Enorme pifia. Respuesta equivocada.

Quizás cuente, de nuevo, con el PNV, ya se verá. La moción está en puertas. Ana Pastor tiene la llave del calendario. ¿Antes o después de los presupuestos?. Un interrogante a no despreciar. Apenas le queda margen para la maniobra. Lo va a intentar. Jamás pensó que este espanto sucedería. “Nada de lo que he hecho merece mi arrepentimiento”, piensa, con Fouché. El PP no quiere entregar las armas. Menos aún, a Sánchez, personaje al que detestan. El socialista más aborrecido, tras Zapatero. 

Si no logra su objetivo, Rajoy se irá. No se quedará a liderar la oposición. Soraya de nuevo al frente de la bancada y Feijóo, quizás, del partido. Al presidente de la Xunta ya le aguardan con mercadería de pocilga. Se avecinan días decisivos. El presidente, acorralado, aún no ha dicho su última palabra. Pero quiere ser él quien escriba la palabra fin.

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