El pasado lunes 8 de enero, El País encendió las alarmas con la publicación de una encuesta que daba una amplia mayoría absoluta al PP en Galicia. Al día siguiente, LaSexta llenó de cámaras de televisión las playas gallegas para transformarlas en platós electorales. A partir de ese momento, foto diaria de Bng, Psoe y Sumar con las bolitas, para irritación del sector alimentario gallego al que le ha costado mucho esfuerzo labrarse su prestigio. “Están desacreditando mi región y mi producto por un puñado de votos”, se quejan desde el sector pesquero, coincidiendo con la visita electoral a las playas de Yolanda Díaz, un mes después del aviso de Portugal a su gobierno.
El objetivo de LaSexta es, obviamente, remitir al escenario de la marea negra del Prestige. No es fácil convertir bolitas blancas en chapapote negro, pero en desafíos mayores de manipulación se han visto García Ferreras y compañía. Recursos sobran: amontonar bolas de pellets, resaltarlas con algas ennegrecidas, evitar panorámicas o sacar a una niña que “recuerda” el Prestige. O que no aparezcan por ningún lado los trabajadores de la Xunta. Voluntarios que han participado en la limpieza confesaron a El Confidencial cómo fueron aleccionados con un “que no se empiece hasta que no lleguen las cámaras”. A El Periódico de España le dicen desde Sumar sin tapujos que todo esto “puede servir como impulso para activar el voto”. De eso se trata. Ahí está el cartel manipulado “outra máis” de las juventudes socialistas. No es por el pellet, es por los votos.
Si les preocupara la contaminación con plásticos, habrían buscado exteriores en las playas de Tarragona. No es eso. El desafío del sanchismo político y mediático está en la dificultad para neutralizar el chapapote del pleno del pasado miércoles. Es tal el desconcierto provocado que la excursión del gobierno a Quintos de Mora se parece mucho a un viaje a Lourdes en busca de un milagro. Para salir del atasco qué mejor conductor que el genial Oscar Puente. Según él, lo que ha logrado la coalición PSOE-PCE es “acoplar” al supremacista Puigdemont “desde el extrarradio de la política al centro de la política”. Este nunca entenderá que del ridículo no se vuelve.
Aplaudían un acuerdo cuyo contenido desconocían. Renuncian con su voto a una política migratoria nacional y, aún peor, demuestran que no les importa. Han logrado así convertir al partido en un cachivache inútil
Mejor acudir a fuentes fiables. A uno de los negociadores independentistas, Jordi Turull, se le entiende todo: “íbamos a votar no, pero el Psoe fue cediendo y cediendo hasta el último minuto”. Y, claro, se acoplaron. LaSexta necesita multiplicar las “explicaciones” de normalización y se le amontona el chapapote. La imagen de 121 diputados socialistas aplaudiendo en píe los acuerdos con Puigdemont será difícil de borrar en mucho tiempo; ellos sí pasarán a la historia. ¿No sintieron vergüenza? Aplaudían un acuerdo cuyo contenido desconocían. Renuncian con su voto a una política migratoria nacional y, aún peor, demuestran que no les importa. Han logrado así convertir al partido en un cachivache inútil.
Definitivamente, no se puede ser hoy en España liberal de izquierda, es decir, no marxistoide, sin ser a la vez un radical antisanchista. El Partido Socialista está en las antípodas de la socialdemocracia europea, que nunca pactaría con comunistas ni con independentistas xenófobos. Durante el programa de la noche del pasado sábado, convertido en un acto más de campaña electoral, el socialista Abel Caballero dio una lección de cinismo político al afirmar que la amnistía se ha aprobado porque es lo decidido por los españoles el 23-J. Trocear el Estado y entregarlo pieza a pieza para mantenerse en el poder es una felonía, don Abel. Pobre vicepresidenta de la Xunta Ángeles Vázquez, entrevistada con el único fin de manipular a continuación sus declaraciones de forma grosera.
Se dedicaron, además, a hacer creer que en el pleno de la amnistía no se produjeron los pactos que todo el país ha visto. Siguen el guion sanchista por el que primero se pacta y a continuación se niega haber pactado lo que se ha pactado. En El País -LaSexta en papel-, como lifting a los acuerdos de Puigdemont y Sánchez, le hicieron a este una entrevista para que lo negara todo. No pactó nada, dijo, ni sobre forzar a las empresas a regresar a Cataluña ni sobre inmigración. Nada. “Los acuerdos son transparentes”, le mintió a la directora Pepa Bueno, que asentía con devoción. Demostrado: ya tiene poca utilidad explicar a qué nivel de destrucción está llevando al país el Psoe de Sánchez -y no hay otro, señor Page-. Hoy, lo más relevante y urgente es lograr la movilización de la Nación para detener la destrucción institucional.
Hoy esa televisión sin Iglesias sigue con el pasamontañas del Subcomandante puesto, la técnica de usar un medio de comunicación como maquinaria electoral
En el sarao televisivo del sábado me llamó la atención que esta tele, antes entusiasta de Pablo Iglesias, ahora reniegue de él. El creador de Podemos fue la estrella de la cadena y un referente internacional sobre populismos. En Delirio americano (2022) de Carlos Granés, se le estudia como un joven comunista fascinado por las técnicas de comunicación política novedosas utilizadas por el famoso Subcomandante Marcos. En Chiapas, México, hace treinta años, aprendió a verse a sí mismo “como un chamán ungido por la estrategia performática de Marcos y las tácticas populistas para cooptar mayorías electorales”. Con enorme éxito inicial, aportó esas trampas de manipulación a LaSexta. Veo que le ha sustituido un alumno suyo muy torpe, Antonio Maestre. Hoy esa televisión sin Iglesias sigue con el pasamontañas del Subcomandante puesto, la técnica de usar un medio de comunicación como maquinaria electoral.
¿Con qué resultados? Si nos guiamos por la eficacia de los chistes iliberales del Gran Wyoming contra Isabel Díaz Ayuso, con sonoro fracaso. Ahora, en Galicia, “las sextas” se examinan en las urnas del 18-F. Veremos.
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