Las sucesivas revoluciones tecnológicas, y especialmente el uso generalizado de las tecnologías de la información y la comunicación, nos ha llevado a enormes avances en materia de salud, y a alcanzar una esperanza y calidad de vida nunca ante conocida. Tenemos quirófanos 5G con cirugía robótica, impresión 3D de prótesis personalizadas, gafas con conectividad para recibir instrucciones virtuales en situaciones de emergencia, predicción de enfermedades antes de que se manifiesten, e inteligencia artificial aplicada a la medicina oncológica personalizada.
En su mayoría los ciudadanos atribuyen a la ciencia la mejora de la salud y la consideran la manera más fiable de entender el mundo. Los médicos, los científicos y los ingenieros son unos de los profesionales que generan mayor confianza, siendo el comportamiento ético y la percepción de su competencia los factores que más influyen en esta percepción.
Por ese compromiso ético y deontológico de la profesión médica, en 2017 se creó el Observatorio contra las Pseudociencias, Pseudoterapias, Intrusismo y Sectas Sanitarias de la OMC, que tiene como objetivo velar por la defensa del ejercicio de la medicina adecuado a las buenas prácticas, así como proteger a los pacientes y a su entorno personal, familiar y social de aquellas que no tienen el respaldo de la mejor evidencia científica disponible y pueden suponer un peligro para su salud individual o incluso para la salud pública; como en los recientes casos de los movimientos antivacunas, los negacionistas de la existencia de la covid-19, o los que promueven la desobediencia a las medidas de contención de la infección.
Es necesario tanto endurecer la norma penal contra el intrusismo y las pseudociencias, como denunciar la publicidad engañosa
La mayoría de los países no disponen de un marco regulatorio para pseudoterapias, por lo que ha sido un avance a nivel internacional que, en octubre de 2020, a propuesta de la Organización Médica Colegial de España, se aprobara la Declaración de la Asociación Médica Mundial sobre pseudociencias y pseudoterapias en el campo de la salud. Es necesario tanto endurecer la norma penal contra el intrusismo y las pseudociencias (las condenas son demasiado benévolas y esto propicia una elevada tasa de reincidencia), como denunciar la publicidad engañosa y los servicios o productos que pongan en riesgo la salud de los pacientes.
Las prácticas pseudocientíficas no son inocuas, destacando por sus potenciales efectos secundarios graves el MMS (suplemento mineral milagroso), o las relacionadas con los tratamientos oncológicos y las enfermedades de salud mental y neurodegenerativas por la especial vulnerabilidad de los pacientes y su entorno familiar y social.
En contextos sensibles de problemas de salud como son aquellos que afectan a la infancia o aquellos relacionados con patologías crónicas, existe el riesgo de que los pacientes abandonen terapias o medidas de prevención efectivas, retrasos y pérdida de oportunidad, daños económicos y encarecimiento de los procesos asistenciales. Por eso es fundamental identificar estas prácticas que atentan contra la calidad y seguridad de la atención e informar a los pacientes de que no sustituyen al tratamiento médico basado en la evidencia y el consenso científico. Y las autoridades sanitarias deben rechazar la aprobación y el reembolso de éstas en el sistema nacional de salud.
La proliferación de información no contrastada, la hiperconectividad y los nuevos canales de comunicación, especialmente redes sociales, han favorecido la difusión y amplificación de bulos sanitarios.
Por todo ello y en el marco del primer Día Internacional de la Profesión Médica, que se celebra el 30 de octubre, también a iniciativa de España, los profesionales reiteramos la necesidad de colaboración entre todos los actores que formamos parte de la sanidad y que “comunicamos en salud” para contribuir a conseguir una sociedad más participativa y empoderada, que identifique y acuda a fuentes acreditadas para tomar con libertad las decisiones sobre su proceso de enfermedad.
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