El año 2024 viene envuelto en incertidumbre, en gran medida geopolítica. La economía sigue siendo muy frágil, en especial desde el punto de vista financiero, pero hay esperanzas de que la inflación esté definitivamente controlada y no sean necesarias subidas adicionales de los tipos de interés. Pero la geopolítica acecha y seguirá dominando el escenario global, en función en gran medida de dos guerras y cinco procesos electorales.
La guerra de Ucrania sigue siendo un factor esencial de estabilidad en Europa, pese a que ocupe muchas menos portadas de los periódicos. Abandonar a Ucrania en este momento sería un error estratégico de primer orden, ya que lanzaría el mensaje de que para vencer a Europa solo hace falta un poco de paciencia. La guerra parece estancada en términos tanto de avances como de contraofensiva, y la actitud de la Unión Europea oscila, por un lado, entre las declaraciones de apoyo militar incondicional y el inicio de negociaciones de adhesión y, por otro, la aparición de más voces críticas (como Países Bajos) y la falta de estrategia ante un escenario de reducción de apoyo estadounidense.
La guerra de Gaza, por su parte, no parece que vaya a detenerse a corto plazo, lo que supone un claro riesgo para la estabilidad geopolítica en la zona y también para la economía mundial. La paralización del comercio en el mar Rojo, que podría disparar de nuevo la inflación global, se intenta solucionar con ayuda de la fuerza naval estadounidense, pero los enfrentamientos con los hutíes de Yemen son al mismo tiempo un foco adicional de tensión. La incursión aérea de Israel en el Líbano para acabar con un líder de Hamás es un recordatorio de que, cuanto más tiempo dure la guerra, más probabilidades tiene de extenderse regionalmente y, por tanto, afectar gravemente a la economía mundial.
Cita crucial en Taíwán
Además de estas dos guerras, cinco procesos electorales condicionarán el escenario global.
En primer lugar, el 13 de enero habrá elecciones presidenciales en Taiwán. La actual presidenta, Tsai Ing-wen, del Partido Democrático Progresista (DPP), ya no puede volver a presentarse, y será el actual vicepresidente, Lai Ching-te, quien encabece la candidatura continuista. Enfrente tendrá al principal partido de la oposición, el Kuomintang (KMT), pro-chino, encabezado por el alcalde de New Taipéi, Hou Yu-ih. El Partido Popular de Taiwán, TPP, encabezado por el antiguo alcalde de Taipei, es el tercero en discordia (aunque hubo en momento en que parecía que uniría fuerzas con el KMT). Si el ganador de las elecciones presidenciales –que tomará posesión en mayo– es el DPP y exacerba sus posiciones nacionalistas o incluso reclama la independencia, el gobierno de Pekín (que ya ha acusado al candidato del DPP de separatista) podría reaccionar de forma agresiva. En los últimos meses China ha mantenido un perfil bajo, para no reducir las posibilidades electorales del KMT, aunque en su discurso televisado de fin de año Xi Jinping insistió (a modo de advertencia) en que la reunificación de Taiwán y China es “históricamente inevitable”. Aunque la lógica indicaría que un enfrentamiento abierto con China sería suicida, existen elementos de profecía autocumplida en la tensión con Taiwán. Esperemos que Estados Unidos contribuya a apaciguar los ánimos del DPP (aprovechando que la candidata a la vicepresidencia del DPP ha sido representante de Taiwán en Estados Unidos), y no a acelerar un enfrentamiento con China, pero conviene estar atentos. El gobierno chino no dejará pasar una provocación del DPP y, aunque un conflicto militar parece improbable, un ciberataque o un bloqueo naval no serían imposibles. Lo único que le falta a la economía mundial es una tercera guerra en Asia.
Existen posibilidades de que Trump se convierta de nuevo en presidente. La candidatura de Biden se ve amenazada por la falta de motivación de los votantes demócratas
Unos segundos comicios clave tendrán lugar a finales de año, el 5 de noviembre de 2024: las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Es muy probable que para entonces los problemas legales de Donald Trump no se hayan convertido aún en la imposibilidad formal de presentarse. Si llega a batirse con Joe Biden en las elecciones de noviembre, existen posibilidades de que Trump se convierta de nuevo en presidente. La candidatura de Biden se ve amenazada por la falta de motivación de los votantes demócratas, en parte por la edad del candidato, en parte por su apoyo incondicional a Israel que irrita a una parte de su electorado. La apatía de dicho electorado demócrata, unida a la movilización del republicano, podría conducir a un segundo mandato de Trump, con consecuencias geopolíticas muy complejas, en particular respecto a la guerra de Ucrania (ya que los republicanos se muestran cada vez más reacios a mantener la costosa ayuda militar a Kiev).
En tercer lugar, cerca de las elecciones estadounidenses tendrán lugar también las parlamentarias en el Reino Unido (no pueden convocarse más tarde de enero de 2025, pero lo más probable es que se celebren durante 2024). El gobierno de Rishi Sunak lo tiene bastante complicado, con una ciudadanía harta de los efectos negativos del Brexit (con un 55% que piensa que fue un error, frente a solo un 33% que sigue defendiendo la decisión) y de extravagantes medidas contra la inmigración. De llegar al poder el líder laborista, Keir Starmer, cabría esperar un mayor acercamiento a Europa, o incluso el inicio de negociaciones para un acuerdo con la UE más ambicioso que el pobre Acuerdo de Comercio y Cooperación actual.
Europa y la India
En cuarto lugar, entre abril y mayo tendrán se celebrarán elecciones generales en India, en las que el actual primer ministro, Narenda Modi, buscará un tercer mandato al frente de su partido Bharatiya Janata (BJP). Modi sigue siendo el claro favorito, con una agenda claramente pro-hindú (en detrimento de los musulmanes del país) y pese al claro deterioro institucional en términos de libertad de prensa, control parlamentario e independencia judicial. India es, pese a sus fragilidades, un país de gran interés geopolítico para Estados Unidos y la Unión Europea, ya que es percibida como una alternativa a China en el liderazgo de Asia y de los países del denominado “Sur Global”. No obstante, su papel como alternativa económica de Occidente a la excesiva dependencia de China es más difícil de consolidar, ya que India mantiene una actitud bastante desconfiada hacia la globalización.
Finalmente, en quinto lugar, en junio de 2024 también Europa irá a las urnas, con elecciones al Parlamento Europeo que darán pie, unos meses más tarde (en noviembre) a una nueva Comisión Europea que deberá enfrentarse a un escenario geopolítico extremadamente volátil y complejo, a la aplicación de nuevas reglas fiscales que restringirán considerablemente la inversión europea y a fuertes tensiones internas.
En suma, la economía mundial quizás pueda resistir la pandemia, e incluso algunos conflictos, pero no necesariamente la irracionalidad de algunos líderes políticos. Crucemos los dedos para que sus decisiones a lo largo de 2024 no nos metan en algún serio problema.
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