La campaña para el 4-M ha abierto la caja de Pandora y ha desatado sobre Madrid las siete plagas. Por tierra, mar y aire, desde Moncloa, la RTVE, las tertulias y tertulianos de las cadenas amigas, los medios afines y los políticos desde la izquierda a la extrema izquierda, se han lanzado a describir “esta nuestra Comunidad” como un laberinto empeorado de los nueve círculos del Infierno de Dante.
Los sueños de la exageración producen monstruos, y el resultado de lo que aquí se describía como la ‘ayusomanía’ –ese afán de todos esos actores y personajes por maximizar los errores (que los hay, y muchos) de la gestión de Isabel Díaz Ayuso y ningunear por sistema los aciertos (que también los hay, y no pocos)- es que la presidenta de la Comunidad de Madrid camina hacia una victoria el 4-M que nadie discute ya y acaricia, en los sondeos internos, la posibilidad de acercarse a una mayoría absoluta en solitario o, al menos, que le permita incluso exigir a Vox solo el apoyo externo, sin entrar en su Gobierno.
Tiempo al tiempo. Si los Cintora, Maestre, Las Cosas Claras, Pablo Iglesias y sus fichajes, Gabilondo y sus listas hechas por Moncloa pasando por encima de la FSM, Irene Montero y demás mantienen su actual estrategia de acusar a Madrid de ser el origen de todos los males de esta pandemia y señalando a quienes tenemos que votar como una panda de descerebrados que violamos normas, llevamos el virus a las playas o disfrutamos recibiendo a “hordas de franceses borrachos” por el mismo aeropuerto por donde hace meses no entraba más allá “del 0,2% de los contagios”, lo conseguirán. El 4-M, por la noche, verán los resultados.
Para Montero, Madrid no es seguro para las mujeres; los amigos homosexuales de Iglesias se quieren ir y Cintora proyecta la Barceloneta abarrotada como si, por fin, vaya, vaya, en Madrid sí hay playa...
No va a salir gratis que la ministra Irene Montero, pareja del ya exvicepresidente y candidato a la Comunidad de Madrid, además de excelente gestora de los ingresos familiares como ha demostrado el BOE, diga que la Comunidad de Madrid no es “un lugar seguro para las mujeres". Según datos del propio Ministerio de Montero, las mayores tasas de violencia de género por cada 1.000 mujeres se dan en La Rioja, Comunidad Valenciana, Murcia, Baleares y Andalucía. Solo País Vasco, Galicia, Cataluña y Navarra tienen mejores datos que Madrid.
No saldrá gratis tampoco que Pablo Iglesias asegure que sus amigos homosexuales se plantean irse de Madrid por la “presión” que dicen sentir desde que gobierna Ayuso. No será necesario recordar la hipocresía de que Iglesias esgrima la homofobia cuando ha presumido de trabajar en una cadena, Hispán TV, financiada por Irán, uno de los regímenes más homófobos del planeta. Basta con buscar los datos o, por comparar, que solo Andalucía, Madrid, Valencia y Aragón prohíben claramente y a riesgo de sanción las sesiones que prometen “curar” la orientación sexual.
El uso obsceno de la exageración, cuando no de la mentira pura y dura, para dar patadas a Ayuso en el culo de los madrileños pasará factura el 4-M. Que RTVE use un día sí y el otro también el programa de Cintora para recrear juergas por ordenador, manipular la traducción de una turista para cambiar “Madrid” donde ella dice “España” o mostrar la playa de la Barceloneta abarrotada con el rótulo de “Desfase de turistas en Madrid”. Vaya, vaya, gracias a los odiadores oficiales pagados con dinero público, en Madrid ya hay playa...
Que la gestión de Ayuso y su equipo en la primera parte de la pandemia fue manifiestamente mejorable lo demuestra, entre otras cosas, la guerra en su Gobierno y las destituciones y dimisiones en el equipo de la Consejería de Sanidad. También, las querellas por las órdenes de no atender a los ancianos de residencias en los hospitales, una ignominia que deberá ser aclarada en los tribunales.
Por ello, porque en Madrid vimos llenarse el Palacio de Hielo de cadáveres en lo más duro de la pandemia porque las morgues no daban abasto, no es necesario mentir ahora y propagar en estos días de precampaña, toda una anestesista como Mónica García, que la Comunidad de Madrid “acumula el 40% de los contagios en todo el país”. Otro enorme bulo: el 26 de marzo, según los datos del propio Ministerio de Sanidad, Madrid representaba el 24,9% y el 25,1%, de los contagios en España, respectivamente (Fuente, Maldito Bulo).
Mientras se tilda a Madrid del 'Magaluf de Europa' o el 'Cien Montaditos', se falsean datos sobre los contagios o, ahora sí, entran "hordas de franceses" por el mismo aeropuerto que nunca se controló porque su incidencia era "mínima"
Propagar la imagen de Madrid como “el Magaluf de Europa” y “el Cien Montaditos” del país por la decisión de Ayuso de no aplicar a rajatabla las variables restricciones del Ministerio de Sanidad –el toque de queda a las 20 h que era imposible en Castilla y León y lo denunció ante los tribunales, semanas después, con menor incidencia, lo pide- es muy fácil desde los estudios de radio y televisión, sin mascarilla y con el sueldo asegurado.
Pero no lo es tanto cuando la tercera parte de los locales de restauración han cerrado, hay 4 millones de personas en el paro y otro millón más en ERTE y las colas del hambre se multiplican. No es de extrañar, pues, las loas de hosteleros y autónomos hacia la presidenta –replicadas en Castilla-La Mancha y hasta en Barcelona- y lo que votarán esos mismos madrileños cuando ven que uno de los publicitados fichajes de Pablo Iglesias es el portavoz del sindicato de manteros, por mucho que este senegalés –que la tiene- tenga tras de sí una historia de superación y emprendimiento.
En definitiva, queda aún más de un mes para acudir a las urnas y, a poco que se lo propongan y sigan convirtiendo Madrid en la imagen del infierno, Ayuso –como reconocen en su entorno- puede estar en condiciones de gobernar en solitario a partir del 5-M. Dependerá de que Ciudadanos –la primera víctima del fallo de cálculo de Moncloa con la chapuza de la moción de censura en Murcia- entre en la Asamblea.
Todo vuelve a pasar por Madrid
Ahora mismo, los sondeos le dejan al borde del precipicio, aunque en la mayoría de tracks internos de los partidos está lejos de entrar. Los ataques exacerbados y los datos inventados que alimentan la madrileñofobia pueden acabar de aglutinar a los votantes huérfanos de Ciudadanos y a muchos de los que se fueron a Vox en torno a Ayuso –esa IDA que soportó las burlas sin que nadie se alarmara por la banalización de la enfermedad mental-.
Y el 5-M, junto a un triunfo arrollador, puede haber una serie de catastróficas derrotas (Iglesias, Arrimadas y Sánchez) que cambien el inmediato tablero político en España. Todo, mal que les pese a muchos, sigue pasando por Madrid, ese infierno que algunos intentan describir.
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