Opinión

El dilema de Ciudadanos: Entre abrazo del oso y el baile con lobos

Ciudadanos saca músculo, busca su sitio entre el respaldo al PP y los devaneos con la izquierda, Podemos inclusive. Una maniobra de funambulista, arriesgada y estéril dicen en el PP.  

"La sangre no llegará al río". Fernando Maíllo, el director de operaciones de Génova, el hombre fuerte del 'aparato', incurrió tranquilamente en el 'spoiler'. Desveló, hace ya diez días, cómo termina la serie "A Rajoy se le atragantan las naranjas", un fatigoso melodrama que vive ahora momentos de enorme tribulación.

Busca su sitio Ciudadanos. Entre la derecha y la izquierda, hace semanas se vistió de liberal-progresista. Una metamorfosis que le cuesta digerir. Ofendido ahora por el desprecio notorio del PP, que ignora compromisos del pacto de investidura, ha dado un puñetazo en la mesa. "Existen mayorías alternativas", amenazó Albert Rivera y envió al aparatoso y expedito Juan Carlos Girauta a fotografiarse en el Congreso junto a Alberto Garzón (IU) e Irene Montero (Podemos). También estaba Antonio Hernando, en su papel de portavoz del socialismo zombi.

Un cóctel imposible

Una fotografía muy controvertida, un paso discutido. Ciudadanos junto a Podemos, el cóctel explosivo, la mezcla imposible. Demasiado caro el bofetón a Rajoy. Algunos en Ciudadanos recuerdan que, tras maridar con el PSOE, perdierno ocho escaños el 28J. Pactar una comisión con Podemos puede producir un estropicio, pese a la coartada de la regeneración y la transparencia. "Temen el abrazo del oso, y quizás caigan en un baile con lobos", comenta una fuente de Moncloa.

La escena de mayor intensidad de la trifulca fue ese contraplano de Albert Rivera, palmeándose la mejilla, 'mucha cara', mientras el presidente del Gobierno hilvanaba una absurda paráfrasis con la esposa de Lot. El libretista del presidente no tuvo su mejor día. La estatua de sal, mencionada por Rajoy se estrelló con estrépito en el desplante facial de Rivera. Un cachete muy sonoro.

Era el segundo episodio de una historia que arrancó en Murcia. Rajoy, bajo el síndrome de Rita (a la que el PP abandonó en plenas tribulaciones judiciales), respaldó sin pestañear al presidente regional imputado. Hizo caso omiso a las pertinentes reclamaciones de su 'socio preferente'. Pedro Antonio Sánchez había suscrito un acuerdo con Ciudadanos por el que saltaría de la presidencia en el momento mismo de que un tribunal le colocara la chapa de 'investigado'. No lo hizo, ni piensa hacerlo. 

El incendio murciano saltó a Madrid. Rivera, tras avisos y amenazas, montó un 'cordón sanitario' junto a Podemos y PSOE, para hurgar en los bajos fondos de la financiación del PP. Nadie esperaba que llegaría tan lejos. Rafael Hernando, el portavoz 'jabalí' de los populares en el Congreso, respondió con furia, tachó de 'mentiroso' a quien en otros tiempos trataba de 'naranjito', y, tras un sabio dribling de experimentado parlamentario, anunció dos comisiones parlamentarias por el precio de una. En Congreso y Senado. La primera no saldrá viva, pues precisa del respaldo de la oposición. La segunda, sí. El PP tiene mayoría en la Cámara Alta. Será su herramienta para compensar la 'comisión de los perdedores', como le llaman en Génova.

"Hágase la paz", exhortó Rajoy este viernes a su llegada a Bruselas. "Hay que reconducir la situación. No he incumplido nada". El presidente ejerce de apagafuegos. Comprende la difícil situación de Rivera y va a ayudarle. Muchos en el PP no piensan igual. El líder naranja les irrita y hasta enfurece. Sospechan que estos desplantes son los preparativos de una campaña electoral. Tanto en Murcia como a nivel nacional.

Maíllo se sumó a la danza del sosiego. "Es muy importante nuestro acuerdo con Ciudadanos. El pacto sigue vigente, debemos continuar avanzando". Y también Girauta: "Si el juez desimputa al presidente murciano, dejaríamos de pedir su dimisión". Las aguas, poco a poco, vuelven a su cauce. La sangre,e n efecfto, no ha llegado al río. Rivera puede levantar la voz pero no romper con Ciudadanos. Menos aún, para fotografiarse con Podemos. Sería su suicidio. El 60 por ciento del voto naranja viene del PP. La soberbia de los 'populares' a veces irrita. Dos semanas de irritación

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