Opinión

La trampa del Colegio Mayor: jauría mediática y silencio hipócrita

La berrea del Colegio Mayor Ahúja ha puesto en evidencia la hipocresía mediática e institucional en España, con la Fiscalía, el Defensor del Pueblo y media profesión aullando mientras, 24 horas antes, callaban ante los gritos y el acoso de los cachorros independentistas en el campus de Barcelona

El bochornoso episodio del Colegio Mayor Elías Ahuja ha servido para poner en evidencia cómo funciona la hipocresía mediática e institucional que asuela este país. Que la jauría tertuliana de lo políticamente correcto se lance, argumentario en mano, a la caza de unos adolescentes malcriados y maleducados, al grito de fachas, pijos y machistas -"cachorros neonazis de cayetanos" les ha llamado ese gran demócrata de nombre Pablo Echenique que se hizo famoso en redes por cantar 'Chúpame la minga, Domninga..."- pidiendo poco menos que su ejecución en la plaza pública, no debería sorprendernos. Que lo hagan instituciones supuestamente independientes como la Fiscalía General y el Defensor del Pueblo sí debería dejarnos estupefactos.

A la Fiscalía General le faltó tiempo –pese a que la fiscal del TSJM a las doce de la mañana no tenía idea de lo que estaba pasando y fueron los periodistas quienes le enseñaron el vídeo de la berrea en los balcones- para abrir una investigación para saber si se había cometido un delito de odio.

Al sucesor de la fiscal Dolores Delgado –la que dejó el cargo por una incapacidad física de soportar los dolores de espalda y que hace tres semanas se fotografiaba bailando con su novio Baltasar Garzón en la boda de un tertuliano amigo-, poco le importa que los policías y los fiscales insistieran en que nunca podría prosperar una investigación, ya que ésta solo se abre por criterios de oportunidad política. Como sucedió en Chueca con una supuesta agresión homófoba que llevó a Marlaska a convocar de urgencia la Comisión de Delitos de Odio y que se cerró tras un ridículo mayúsculo. Al menos, con el colegio mayor, el ministro del Interior –ya escarmentado- no la ha reunido.

La Fiscalía que este jueves corría a investigar lo sucedido en el Ahuja lleva guardando un silencio sepulcral ante otros gritos de universitarios. Solo veinticuatro horas antes de que se hiciera viral el vídeo de la berrea en la Complutense –una ‘tradición’ de mal gusto consentida y amparada desde hace años por un colegio mayor que ahora, al albur del tsunami mediático, condena y expulsan a un par de cabezas de turco para no ser arrastrado por la ola- en el campus de la Autónoma de Barcelona tenía lugar un nuevo aquelarre de gritos y amenazas ante el silencio mediático y la inacción de las instituciones.

El colegio mayor frente al acoso de la UAB

Los cachorros de los partidos independentistas catalanes se arrogaron, una vez más, la patente de corso para decidir quién puede y quién no asistir al campus. Como la estrella de David marcaba a los judíos en el gueto de Varsovia, las banderas de España en las muñecas o en las carpas de ‘S’ha acabat –la asociación de estudiantes constitucionalistas- son suficiente motivo para ser rodeados, insultados y amenazados. La acción de los Mossos, una vez más, impidió las agresiones.

Mientras en otros países debaten sobre apagones, este invierno recordaremos que los trileros de la opinión pública nos tuvieron distraídos con la bolita de una berrea desde los balcones de un colegio mayor…

¿Por qué la Fiscalía no actúa de oficio? ¿Por qué a muchos tertulianos y periodistas que se indignan con el acoso de palabra de los jóvenes cachorros de los balcones de un colegio mayor callan ante el hostigamiento semanal en las universidades de Cataluña? ¿Tiene que ver con que en un caso, los culpables exhiben la bandera de España en la muñeca y ameritan todo el peso de los torquemadas insititucionales y mediáticos, y en el otro, son las víctimas quienes la llevan y solo merecen el silencio cómplice?

El culmen de la hipocresía llegó cuando el Defensor del Pueblo emitía un comunicado para informar que “se había interesado” ante el rectorado por los incidentes del colegio mayor y que seguía “atentamente” todo el caso. Ángel Gabilondo, ese profesor conocido como 'Cromañón' "por las leches que daba" entre sus alumnos en los Corazonistas de Vitoria cuando aún era fraile, tampoco había dedicado una palabra a lo sucedido 24 horas antes en el campus de la Autónoma.

Un dato más: los cañones mediáticos han seguido apuntando al colegio mayor, con referencias al precio de su matrícula, a que Pablo Casado estudió allí y a que son una orden religiosa que pretende formar ‘élites’. La maniobra era clara: identificar el problema como una lucha ideológica de género: machistas fachas contra mujeres. Cuando éstas, para desencanto de la prensa, defendieron a sus compañeros y aseguraron no sentirse ofendidas ni ser víctimas de machismo, los cañones mediáticos giraron de apuntar a la lucha de género a la lucha de clases. En el fondo, vienen a decir, ellas son casta como ellos: pijas, fachas y ricas. Y les avisan: “Sois peor que ellos”.

La atención sobre el colegio mayor pasará, las cámaras se retirarán de sus puertas y, si nadie pone remedio de verdad en la educación, el año próximo, volverán las gamberradas. Pero, de momento, la ola del tsunami de hipocresía bajará y en la arena quedarán, entre otros restos de los Presupuestos más expansivos de la historia, las huellas de una subida salarial a los 22 ministros y al presidente del Gobierno del 4% en plena crisis.

Y, mientras se acerca el invierno y en otros países debaten sobre apagones (Reino Unido y Alemania), nosotros recordaremos que los trileros de la opinión pública y del Gobierno nos tuvieron distraídos con la bolita de una berrea desde los balcones de un colegio mayor…

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