Cuando Oscar Wilde afirmó que el único deber que tenemos para con la historia era reescribirla hablaba, sin saberlo, del revisionismo histórico que padecemos en Cataluña. Vean el fascinante programa que ofrece este verano la Universidad Nova Historia y tiemblen después de haber reído.
Todo proviene de Cataluña
O casi todo. Eso sostiene el pseudo historiador Víctor Cucurull, uno de los más conspicuos seguidores del Institut Nova Història, que se dedica a reivindicar para Catalunya a casi toda la gente de peso en la historia. No han estado solos en su peregrino devenir. Junto a ellos podemos encontrar, en un momento u otro, nombres de peso en la política y la vida intelectual catalana como los de Carles Campuzano, Josep Rull, Isabel-Clara Simó, Ramón Tremosa, Josep María Terricabras, Miquel Sellarés, Josep Lluís Carod Rovira o el mismísimo Artur Mas, del que el Institut afirma que es descendiente nada menos que de Cristóbal Colon, bien, de Joan Colom i Bertrán, que es quien aseguran que descubrió las Indias y era más catalán que la virgen de Montserrat. Inciso, en la genealogía de estos señores, el tal Colom fue, pásmense, padre de Erasmo de Rotterdam, que, en realidad, se llamaba Ferràn. Es, sin duda alguna, café para los muy cafeteros. Sigamos.
Pues bien, este Instituto organiza una universidad de verano, la quinta, del uno al cinco de agosto en la localidad de Montblanc. No podemos resistirnos a comentar, siquiera a vuela pluma, algunas de las cosas que piensan debatir, así como mencionar a alguno de los invitados. Incluso al separatista más acérrimo le será precisa mucha moral para encajar el programa previsto, porque una cosa es querer la independencia y otra muy distinta lo de esta gente.
El primer día, tras las bienvenidas y ágapes de rigor, la tarde se presenta movidita. Pasemos por encima del hecho que allí esté invitado el director de la Agencia Catalana de Noticias, Marc Colomer. Pero tiene bemoles que el responsable de una agencia pública de información esté en un lugar así. La piece de resistence de la sesión es, sin duda, la impartida por Jordi Alsina i Bilbeny que disertará acerca del sugestivo tema “La barretina, símbolo catalán de libertad”. Tesis: la barretina es un invento catalán que simboliza mundialmente el espíritu libre. Ni gorros frigios, ni griegos, ni revolución francesa. Catalanidad pura y sanseacabó. Bilbeny, para quienes lo ignoren, sostiene entre otras cositas que Cervantes era catalán y se llamaba Servent, que El Lazarillo de Tormes lo escribió un valenciano, Joan Timoneda, que Colón, que era, por supuesto, catalán, no zarpó de Palos de Moguer sino de la localidad ampurdanesa de Pals o que, para zanjar polémicas, Castilla como tal no posee la más mínima historia. Añadamos que pertenece al Moviment Arenyenc per l’Autodeterminació y las CUP de Arenys de Mar. Copas vaginales, hijos de la comuna y esas cosas. Así todo se comprende mejor.
El martes la cosa no parece mejorar, porque aparte de tener como invitado a Toni Albá, autor de los insultos machistas a Inés Arrimadas entre otras cosas, se va a hablar más sobre Colon. De la primera carta impresa del gran navegante estaba en catalán pasaremos a conocer como era su casa barcelonesa, lo que no es moco de pavo. Hay prevista una cata de vinos del lugar, los de la Conca de Barberà, magníficos por otra parte. Si la cata hubiera sido anterior a los coloquios, la cosa tendría una cierta disculpa. Pero esto es grano de anís en comparación con lo previsto para los tres días siguientes.
¿Leonardo o Lleonard?
Groso modo, lo previsto para viernes, sábado y domingo es digno de un film de los Hermanos Marx, el manifiesto surrealista y los delirios de Rimbaud cuando se cocía a base de bien con absenta. Agárrense, que vienen curvas. El vienes tendrá lugar, si la autoridad lo permite y el tiempo no lo impide, el fascinante seminario acerca de “Vínculos de Erasmo de Rotterdam y Ferrán Colom a través de la iconografía”. Porque, ya lo hemos dicho, el autor del “Elogio de la locura” era catalán, y su padre y la leche en patinete. Claro está que, para agarrar a los asistentes bien preparados, el ínclito Ramón Cotarelo habrá hecho una previa. Deseamos de todo corazón que el alojamiento del Catedrático de Ciencia Política de la UNED y converso al separatismo recalcitrante sea esta vez digno de su persona, y no como la última vez que lo invitaron las CUP y se marchó dando un portazo porque no había ni wifi ni nada.
El sábado Manuel Civera pontificará acerca de la inquietante pregunta “¿Por qué que la comedia de Calixto y Melibea se coció en Morvedre y la escribió Joanot Martorell?”, o, dicho en román paladino, La Celestina de Fernando de Rojas es catalana y bien catalana y el tal Rojas más falso que un euro con la cara de Paquirrín. Cágate lorito.
Ignoramos si, fuera de programa, se hablará de uno de los temas más queridos por el Institut, a saber, que Leonardo Da Vinci era catalán, la Gioconda era nada menos que Isabel de Aragón y las montañas que aparecen al fondo del célebre cuadro son las de Montserrat
La cosa puede alcanzar niveles de fuera de concurso el domingo. Bilbeny, como estrella, se ha reservado el último día para el asunto “Teresa de Jesús y sus vínculos borrados con la cultura, la lengua y la nación catalana”. Inmejorable. La Santa de Ávila era, sí, catalana. ¿Qué se creían ustedes?
Ignoramos si, fuera de programa, se hablará de uno de los temas más queridos por el Institut, a saber, que Leonardo Da Vinci era catalán, la Gioconda era nada menos que Isabel de Aragón y las montañas que aparecen al fondo del célebre cuadro son las de Montserrat. De hecho, hay hasta un documental sobre todo esto, “Desmontando a Leonardo”, en el que, en alarde de opulenta erudición, llegan a asegurar que el genio nació en alguna localidad cercana a la montaña sagrada como Manresa, Vic o La Garriga. No se asusten, que los del instituto de marras también dicen que la bandera de los EEUU se inspira en la senyera catalana, que “El Príncipe” de Maquiavelo es una biografía de Fernando de Aragón, que el Cid Campeador era catalán, que en la isla de Guam se han encontrado ensaimadas o que en la independencia de Argentina tuvieron un papel notable los Miquelets Catalans.
Resumiendo: ciento ochenta pavos de inscripción por cinco días de sesudas reflexiones, más trece pavos por cada comida que hagas, sin incluir alojamiento. Unos doscientos noventa y siete euros de vellón entre lo uno y lo otro. No está mal. Tienes, por otro lado, la oportunidad de tocar en persona, además de a los historiadores catalanizadores por antonomasia, a personajes como los mencionados Albà y Cotarelo, al alcalde de Montblanc Josep Andreu – un alcalde siempre es un alcalde -, a Anna Arqué, musa del separatismo, o a Igor Llongueras, periodista, director y presentador del programa “La illa de Robinson” de El Punt-Avui Televisió.
Yo no sé ustedes, pero estoy planteándome muy seriamente cambiar mi destino vacacional para irme a Montblanc. En cualquier otro lugar seguro que te diviertes menos, porque la cartelera de espectáculos en agosto siempre es muy capitidisminuida.
Bien podía decir Gustave Le-Bon, sociólogo francés precursor en el terreno de la psicología social y teórico acerca de los rasgos nacionales, la superioridad racial o el comportamiento y psicología de masas, que los libros de historia revelan sobre todo las creencias de sus autores.
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