Los que venían a renovar la política te han vendido que España es un país de fascistas y racistas, mientras lo que renovaban eran sus cuentas bancarias. Tú, que estabas aprendiendo a dejar de hacer tus necesidades en un pañal cuando empezamos a acoger hace más de veinte años a los inmigrantes que venían a trabajar y a labrarse un buen futuro, deberías escuchar a los que empezamos a compartir nuestros espacios de ocio y de trabajo con aquellos que, además de con papeles, venían con ilusión y ganas de prosperar.
Te has tragado el cuento de que quien entra de manera ilegal en el país lo hace por necesidad y que estamos criminalizando a los inmigrantes, cuando los españoles también cometen crímenes y son violentos. Has mamado eslóganes del tipo “ninguna persona es ilegal” y “bienvenidos refugiados”. Se habla de refugiados y claro, hay que acogerlos a todos, porque España ahora no es un país, sino la ONG más importante del mundo. Pero, ironías aparte, supongo que nadie te ha explicado que para ser un refugiado tienes que venir de un país que está en guerra o, como poco, ser un exiliado político amenazado por tus ideas en tu país de origen. Cuando quieras me cuentas de qué guerra están huyendo todos los que entran en nuestro país de manera ilegal y por qué ellos se pueden saltar la ley y todos los trámites que otros compatriotas suyos sí han respetado. Para ti alguien que está en contra de la inmigración ilegal es racista o xenófobo, se ve que con pocos inmigrantes decentes y trabajadores has hablado tú, porque son los primeros perjudicados e indignados con esta situación.
Aunque no te guste la verdad, lo cierto es que quien entra en un país o permanece en él de manera ilegal está cometiendo un delito. Y quien comete un delito es un delincuente. A ver si te apuntas ese eslogan.
Ningún español podía imaginar hace diez años que alguien pudiera entrar ilegalmente en el país, incluso a la fuerza, atacando a nuestros agentes, que se le llevara a un hotel a gastos pagados y que, cometiendo un robo con intimidación o una agresión, no solo no se le deportara ni pisara la cárcel, sino que además se quedara en España con techo, comida, ropa, libertad y paga, acumulando antecedentes. Le digo yo a mi abuelo que “son nuestros niños” y me cruza la cara por no defender lo mío, pero, sobre todo, por imbécil.
Los españoles nos matamos por poder trabajar y yo veo a la gente de mi país, de mi ciudad, de mi barrio, buscar comida en la basura o en comedores sociales, tras echar el cierre a sus negocios
Esto lo han conseguido tus amiguitos los de la revolución de las sonrisas, los que defienden que un grupo de delincuentes extranjeros que vende productos ilegales en la acera, con una manta como mostrador y una mochila como caja registradora, sin pagar impuestos ni cuota de autónomos, tenga un sindicato y representación en el congreso. Mientras, los españoles nos matamos por poder trabajar y yo veo a la gente de mi país, de mi ciudad, de mi barrio, buscar comida en la basura o en comedores sociales, tras echar el cierre a sus negocios.
Entiendo que quieres parecer “el más guay de la uni” y crees que lo consigues llamando fascista a todos aquellos que recordamos una España más tranquila y segura, pero esto solo te retrata como un ignorante totalitario que no acepta la verdad, si no le gusta o no la entiende.
La verdad es que antes de que esos con los que tanto te identificas, porque dan mítines en vaqueros y camiseta, se empeñaran en que los malos de la película son los guardias civiles, aunque no se les da equipos de protección pero se les pone delante de una valla a recibir golpes, o los policías, que van a una plaza a esquivar machetes y tiros, en España los únicos machetes que veíamos salían en los documentales de National Geographic.
No creo que haya que estudiar una carrera ni hacer un máster para entender que nos han llenado el país de delincuentes de la peor calaña, porque lo que estamos viviendo no lo hemos vivido ni cuando la heroína arrasó nuestras calles llenando los parques de yonquis, aunque entiendo que igual el problema es que ahora los másteres que hacéis son en igualdad y género.
Sé que no te ponen fácil ver la realidad, cuando se destituye a un Inspector Jefe de la policía Nacional por decir lo obvio: que la práctica totalidad de los detenidos son extranjeros e inmigración no es igual a delincuencia, pero delincuencia sí es igual a inmigración ilegal. No te lo ponen fácil cuando lees titulares después que dicen: “una treintena de entidades denuncian por delito de odio a un policía”, “El policía de Valencia destituido por sus declaraciones contra los inmigrantes”.
Inimaginable que te lo tragaras y lo defendieras como si te fuera la vida en ello, llegando incluso a insultar, enfrentar y amenazar a tus vecinos, solo por decirte que la España que abrazó la democracia nunca fue racista ni fascista
Pero, aunque no te lo pongan fácil, no te resignes a ser tonto. Como tampoco te dicen nada las noticias de agresiones, robos, violaciones grupales y demás crímenes que se cometen a diario en este país por señores que están aquí en "situación administrativa irregular", te voy a invitar a que visites cualquier comisaría de España y pidas que te enseñen el libro de registro de detenidos. El inspector jefe destituido, el señor Ferris, invitó a esto mismo al ministro del interior, Marlaska, refiriéndose a su comisaría del distrito centro de Valencia. Pero elige la comisaría y la ciudad que tú quieras. Porque da igual. Busca los delincuentes españoles, a ver si así te das cuenta de la mentira de tus amigos los solidarios.
Impensable para un español que llegáramos a esto. Inimaginable que te lo tragaras y lo defendieras como si te fuera la vida en ello, llegando incluso a insultar, enfrentar y amenazar a tus vecinos, solo por decirte que la España que abrazó la democracia nunca fue racista ni fascista, hasta que te convencieron de que sí lo es los que llegaron de coleguitas antisistema, con coleta, melenas y las mangas de las camisas remangadas, pero que ahora viven todos en casas de ricos.
¿Sabes a mí en lo que me va la vida? En que mi familia esté bien, que no nos falte de nada, tener amor a mi alrededor y que mi gente esté orgullosa de mí. Piensa si no te estás equivocando con lo que estás haciendo con tu vida y lo que te han contado, porque en una década esto ya no es ni por asomo el gran país que muchos hemos conocido.
Piensa si estás dispuesto a comprobar que en diez años más de engaños y promesas falsas, no tienes ni país. De verdad que yo ya no sé cómo decírtelo sin que me llames facha o racista, aunque me dan igual tus insultos, pero piensa al menos.
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