Este Gobierno solo legisla sobre dos cosas: la subida de impuestos y el blanqueamiento ideológico de sus amigos. Pedro Sánchez nos está colocando a la altura de los países totalitarios y autoritarios. No solo quiere poner el poder judicial a sus órdenes, como dice la Unión Europea, sino que, a contracorriente de los vientos occidentales democráticos, se dedica a blanquear el comunismo.
A la espalda de la maltrecha democracia española cae ahora la “Ley de Memoria Democrática”, que excluye la condena del comunismo y olvida a sus víctimas. Nos quieren hacer creer que esa ideología no ha sido defendida por personas y partidos que han ejecutado o justificado la muerte de millones de personas.
Yolanda Díaz nos hizo un spoiler con el prólogo al “Manifiesto comunista”, ese mismo que inspiró a todos los enemigos de la libertad, la democracia, el pluralismo y los derechos humanos. Uno de ellos acaba de morir: Abimael Guzmán, el líder de Sendero Luminoso, un grupo terrorista maoísta, y que se consideraba “la cuarta espada del marxismo”. La “primera” era Marx, claro.
Bueno, pues en una tribuna del diario favorito de este Gobierno se leía que ese tipejo “lideró a los fanáticos de Sendero Luminoso con la rabia de los pobres sumada a la formación académica de los ricos”. Cada palabra es una mentira para blanquear. Sendero Luminoso se dedicó a asesinar a los homosexuales por sus “prácticas degradantes y promiscuas”. Más de 500 personas fueron ejecutadas solo entre 1989 y 1992 por su orientación sexual. ¿En serio la mezcla de pobreza y formación académica aconseja el asesinato de gays?
Esto priva de humanidad, de existencia, a los que padecieron el terror comunista allí donde mandasen los amigos de Stalin, incluida Rusia. Allí estuvieron cientos de españoles en los gulags.
En España es una vergüenza el tratamiento que tienen las diversas variantes del comunismo. Una muestra, como decía, es la Ley de Memoria Democrática. Este proyecto es un batiburrillo de contradicciones, en el que se considera que solo son víctimas aquellas personas que sufrieron el franquismo y el nacionalsocialismo. Esto priva de humanidad, de existencia, a los que padecieron el terror comunista allí donde mandasen los amigos de Stalin, incluida Rusia. Allí estuvieron cientos de españoles en los gulags.
Este proyecto ideológico, además blanquea a la URSS y su papel en la Guerra Civil como si hubiera sido una potencia democrática empeñada en el mantenimiento de una república basada en los derechos humanos. Nada dice dicho proyecto legislativo de la exaltación actual de los estalinistas en la Guerra Civil, incluidas las Brigadas Internacionales, que vinieron a España a aprovechar el río revuelto y proclamar un Estado comunista satélite de la URSS.
Muchos comunistas de hoy “entienden” a ETA, a los GRAPO y al FRAP, y prefieren hablar con sus herederos políticos antes que con el PP
¿Qué tiene que pasar en España para que el comunismo ocupe la casilla de ideologías sangrientas, en cualquier momento histórico, en todo el mundo y a tiempo completo? No puede alegarse que hubo comunistas que aceptaron la democracia de su país, como pasó con el PCE en la Transición. Pero no hay que olvidar que esos mismos justificaban entonces la dictadura en Cuba, por ejemplo, o en la actualidad en Venezuela. Incluso que muchos comunistas de hoy “entienden” a ETA, a los GRAPO y al FRAP, y prefieren hablar con sus herederos políticos antes que con el PP.
La ley de Memoria Histórica ya ha sido un fracaso. De los 23 millones destinados en quince años tan solo 7,5 millones se han dedicado a exhumar fosas comunes. Pedro Corral, diputado del PP en la Asamblea de Madrid, tuvo la ocurrencia de preguntar en el ministerio por las cifras en atención a los gastos. La respuesta fue: “hay cosas que no se pueden preguntar". ¿Por qué? Porque no lo saben. La manguera tiene agujeros que riegan las macetas de intelectuales y académicos que hacen campaña a favor de socialistas y podemitas, y los campos de asociaciones de memoria vinculadas al PSOE -dice Pedro Corral-, a IU, PCE, UGT, CCOO y ERC para su financiación.
Una ley para construir identidad europea sobre el rechazo a los totalitarismos, a todos, incluido el comunista, a las dictaduras y a quienes las justifican, e investigar y condenar sus asesinatos
Por cierto, si el PP llega al poder solo puede hacer dos cosas: derogar esa ley ideológica y dejar la historia a los historiadores, o bien elaborar una norma en el sentido que indicó el Parlamento europeo en 2019. Una ley para construir identidad europea sobre el rechazo a los totalitarismos, a todos, incluido el comunista, a las dictaduras y a quienes las justifican, e investigar y condenar sus asesinatos.
Estaría bien que la relación de Sánchez con la Unión Europea no fuera solo económica, de receptor de fondos, sino también de integración en el espíritu de la democracia actual. Sí; aceptar ese sistema que pretende alejarse de todo tipo de crímenes y violencias, y que no distingue delitos de autor ni intenta blanquear a socios de gobierno por estar un rato más en el poder.
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