De vez en cuando hay algún amigo, por lo general algo despistado, que creyendo haber encontrado la fórmula del bálsamo de Fierabrás, me envía unas líneas un tanto bobaliconas, en algunos casos, y con una prosa algo violenta y sumaria en otros. Son textos apócrifos que toman fuerza y actualidad en función de los acontecimientos y el pulso de la nación. Y así me van llegando unas líneas mal escritas y peor tiradas en las que abundan los anacolutos. La cosa no queda ahí, porque a continuación nuestro bien intencionado amigo atribuye su envío a Cervantes, y cuando no es a Cervantes, entonces se lo adjudican a García Márquez o Pérez Reverte. Son los tres más sobados, falseados por escritores aficionados, que saben que con su firma nadie los tomaría en consideración. Ya digo, son escritos chapuceros, inflamados de vanas emociones cuando no con invectivas y gruesas palabras dedicadas a nuestros políticos. Hay quien cree que puede insultar cualquiera. Cualquiera que sepa hacerlo. Para agraviar y colocar bien los dicterios hace falta manejar la pluma con resolución, y por esta razón un lector habitual sabe enseguida que son textos desnaturalizados y ajenos a los nombres que los firman.
Hay quien cree que puede insultar cualquiera. Cualquiera que sepa hacerlo. Para agraviar y colocar bien los dicterios hace falta manejar la pluma con resolución
Con estos reparos recibí días atrás un texto de Cicerón que, una vez leído, estimé que tenía la misma procedencia espuria de otros envíos que se hacen virales, sobre todo en estas fechas. Me pareció redondo, bien redactado, pero con un tinte de actualidad y voluntariedad ad hoc que lo hacía apócrifo. Demasiado bueno y sensato para ser verdad. Creí que estaba ante una reflexión que era más bien un desahogo de alguien que necesita decir lo que piensa y aprovecha la firma de Marco Tulio Cicerón para llamar la atención. Es demasiado actual para ser verdad. Tremendamente ajustado a nuestra realidad para resultar verosímil, pensé. El texto en español es el siguiente: Los pueblos que ya no tienen solución, que viven ya a la desesperada, suelen tener estos epílogos letales: se rehabilita en todos sus derechos a los condenados, se libera a los presidiarios, se hace regresar a los exiliados, se invalidan las sentencias judiciales. Cuando esto sucede, no hay nadie que comprenda que eso es el colapso total de tal Estado; donde esto acontece, nadie hay que confíe en esperanza alguna de salvación. El texto venía también en latín, lo que le daba cierta seriedad y rigor: Perditae civitates, desperatis iam omnibus rebus, hos solent exitus exitiales haberes…
Pero cuál no sería mi sorpresa cuando la semana pasada, en un espacio que comparto en Onda Madrid con Fernando Rodríguez la Fuente y Emilio del Río (los jueves de 21.00-22.00) salió el texto en cuestión. Yo no sabía que Emilio lo iba a leer, y lo leyó. Y no sólo lo leyó, es que además resultó que era un texto del Cicerón más genuino traducido por el mismo Emilio. Se trata de un trozo del discurso contra el corrupto Verres, y es del año 69 antes de Cristo. Es decir, que fue pronunciado hace casi 2.100. Emilio del Río me recuerda también los textos y discursos contra los golpistas Catilina y Marco Antonio. Y me recuerda, también, que su feroz defensa de la democracia le costó literalmente la cabeza, que le cortaron por orden de Marco Antonio. Así terminaron los días del más grande retórico y estilista de la prosa en latín de la República romana.
De modo que era verdad. Que el político había escrito lo que han leído hace dos milenios y, que lo que dice, encaja a la perfección con lo que pasa en España. Se sabe que los clásicos lo son porque, entre otras cosas, no se hacen viejos. Y este es el caso. ¿No habrá por ahí, cerca del difunto PSOE, alguien con el teléfono del presidente Sánchez que le haga llegar el texto de Cicerón? ¿No habrá alguien de fuste que, a modo de felicitación de Navidad, envíe ese trozo del discurso a los 120 diputados sanchistas que el otro día aplaudieron al insensato que trajo a Tejero al hemiciclo?
¿No habrá por ahí, cerca del difunto PSOE, alguien con el teléfono del presidente Sánchez que le haga llegar el texto de Cicerón?
"Entonces fue con tricornios, hoy con togas", dijo todo ufano y complaciente el diputado Felipe Sicilia, un tonto útil en manos de Sánchez y Bolaños, que pasará a la historia por asegurar que "hace cuarenta y un años la derecha quiso parar un pleno, y la democracia". Pobrecillo. Indocumentado y mentirosos. En los libros están los escritos, y en los archivos las fotografías de cómo recibió Adolfo Suárez a Tejero. Cómo lo hicieron el general Gutiérrez Mellado y cómo se enfrentó Fraga a los golpistas mientras la bancada socialista obedecía a Tejero: todos estaban en el suelo, agazapados en sus escaños. Supongo que da igual. Que les da igual lo que la Historia diga sabiendo como ya sabemos que son ellos los que eligen la forma de entrar en ella. Por desenterrar a un muerto, desde luego. Y por haber actualizado el memorable discurso de Marco Tulio Cicerón al tirano Cayo Verres. ¿Lo volvemos a recordar? Lo recordamos: Los pueblos que ya no tienen solución, que viven ya a la desesperada, suelen tener estos epílogos letales: se rehabilita a los condenados, se libera a los presidiarios…En fin, cosas de Cicerón escritas hace más de dos mil años. Total, un fascista más.
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