La ley de amnistía en beneficio de los golpistas catalanes de 2017 y con la que Pedro Sánchez compró su investidura para seguir en el poder, que luego justificó como ‘bálsamo’ para recuperar la concordia en Cataluña, ha degenerado en una monumental bronca nacional, con enfrentamientos de todo orden político, jurídico, institucional y personal.
Empezando por el Senado donde el PP ultima la presentación, en contra del Congreso, de un ‘conflicto institucional’ porque considera que la ley para la amnistía que aprobó la Cámara Baja es inconstitucional, como lo denuncia el informe de los letrados de la Cámara Alta. Un ‘conflicto’ del que no se sabe si va a prosperar e incluso llegar al Tribunal Constitucional lo que alteraría el calendario de la tramitación de la ley de amnistía en las Cortes.
Y por si algo faltara en este continuo estallido de la ‘concordia’ catalana, con el que Sánchez justifica la ley de amnistía, sus socios de ERC exigen ahora, además de una quita de 15.000 M. euros a la deuda catalana, la cesión por el Gobierno a Cataluña de su independencia fiscal en línea con el ‘cupo’ fiscal del País Vasco. Lo que sería inconstitucional y ya ha provocado la rebelión y la natural oposición del resto de las CC.AA.
El tercer escenario de la concordia fallida es en el que, al calor del adelanto de los comicios autonómicos catalanes al 12 de mayo, se enfrentan a cara de perro las primeras fuerzas nacionalistas catalanas, ERC y JxC. Así como sus líderes Junqueras y Puigdemont.
Un Junqueras inhabilitado que no puede ser candidato y un Puigdemont aún fugado que puede aspirar a la Generalitat y regresar a Cataluña, con una ‘marcha triunfal’, como parte de su campaña electoral, y aunque resulte detenido durante unos días. Presentándose Puigdemont en Barcelona como el ‘legítimo’ presidente de Cataluña. El cargo que el prófugo le exigiría renovar a Sánchez y Junqueras, si el 12-M Junts consigue ser la primera fuerza política nacionalista catalana que es, precisamente, lo que intentaron impedir Aragonès e Illa con el adelanto electoral.
Aunque, eso sí, sin renunciar Junts y ERC, y en aras de la famosa ‘concordia’, al referéndum de autodeterminación. O, en su defecto, a otra Declaración Unilateral de Independencia de Cataluña. Mientras la concordia avanza y se expande por el ayuntamiento de Barcelona donde Colau se niega a aprobar los Presupuestos del alcalde Collboni del PSC.
Una concordia que también brilla en el plano nacional gracias a las aguerridas sesiones de control al Gobierno en el Congreso y el Senado, a garrotazos entre un Sánchez que gesticula como los jefes de la Camorra un y Feijóo que va a por Begoña Gómez la esposa de Sánchez. Y bronca entre los ministros (a gritos) y dirigentes y diputados de la oposición desafiantes.
Y todo ello con la amnistía como telón de fondo y la corrupción de por medio, y ahí incluidas denuncias políticas, familiares, judiciales y abusos institucionales. Es decir y en suma la viva imagen de la concordia en las vísperas de las elecciones vascas (21 de abril), las catalanas (12 de mayo) y las europeas (9 de junio).
Tres elecciones en la primavera
O sea, menuda concordia nacional, cuyo nivel de enfrentamiento bajará en el paréntesis de la Semana Santa, camino de las campañas electorales de esta primavera que comenzarán en el País Vasco donde se espera un importante ascenso de EH Bildu con su candidato Pello Otxandiano quien podría batir o empatar en escaños con Imanol Pradales el primer candidato del PNV tras la retirada de Íñigo Urkullu.
Un partido conservador y separatista, el PNV del cada vez más radicalizado Andoni Ortuzar con el que Arnaldo Otegui pretenderá pactar un gobierno de coalición nacionalista. Sobre todo si Bildu gana o empata las elecciones del 21-A. Pero a sabiendas Otegui de que lo más lógico será la repetición del actual pacto de Gobierno entre PNV y PSOE a cambio de más beneficios de corte penitenciario para los presos de ETA.
En Cataluña podría repetirse un pacto de Gobierno parecido, en este caso ‘progresista’ entre PSC y ERC, salvo que Junts resultara vencedor de estos comicios y que Puigdemont exigiera a Junqueras y a Sánchez que le dejen presidir la Generalitat, como Junst permite a Sánchez seguir en La Moncloa.
Ni en el País Vasco ni en Cataluña el PP de Feijóo van a lograr un resultado positivo ni influyente en los pactos de gobierno, aunque mejorará. Por el contrario el PP, como lo anuncian últimas encuestas (como Ipsos para Euronews), obtendrá un excelente resultado en los comicios al Parlamento Europeo del 9 de junio con: el 37,7 % de los votos y 25 diputados para el PP, frente al 28,6 % de los votos del PSOE y19 escaños, en unas elecciones que se convertirán en plebiscito nacional sobre la ley de amnistía.
La que no debería de prosperar por la actuación de los tribunales de la UE y de España, como no prosperará la ansiada independencia fiscal catalana, ni el referéndum de autodeterminación o una nueva declaración unilateral de la independencia de Cataluña.
Aunque aún falta por saber si Pedro Sánchez, sin Presupuestos para 2024, y una vez ampliamente derrotado en las elecciones europeas del 9-J, podrá seguir en el poder. Sobre todo si los tribunales (de España y la UE) bloquean y aplazan en el tiempo la ley de amnistía, desatando la furia de Junts y ERC y se complican los pactos de Gobierno en el País Vasco y Cataluña al término de los procesos electorales que están a punto de comenzar en pleno festejo de la concordia nacional.
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