Estamos tan familiarizados con la infamia que era bastante fácil imaginar que se iba a volver a manifestar estos días, como un espectro inoportuno. Suele aparecer siempre con las mismas formas, que son previsibles y toscas como el texto de un sainete, pero que en este caso terminan en tragedia, no tanto para sus protagonistas como para los demás, el público, paciente o complaciente según el caso. Así que entraba dentro de lo normal que Pedro Sánchez hipotecara la prosperidad de los ciudadanos para formar Gobierno con el voto de los separatistas, como también que Alberto Núñez Feijóo ofrecería una respuesta tibia o que García-Page lanzaría su típica perorata de colaboracionista hipócrita para intentar que sus votantes no le castiguen. Que nadie se engañe: está hecho de la misma pasta que Sánchez. Plasticosa y hedionda.
Es todo tan previsible en este país que incluso David Hume se plantearía su histórica posición sobre el principio de causalidad. Escribió el filósofo que, pese al “mecanicismo del Cosmos”, es tan válido afirmar que el sol saldrá a la mañana siguiente como que no saldrá, dado que, aunque un fenómeno se repita miles de veces, entra dentro de lo posible que un buen día se rompa esa dinámica. Digamos que habría quien pudiera llegar a pensar que Enric Juliana no iba a aprovechar el viernes su espacio en La Vanguardia para exhibir su manida filia con Italia y su todavía más manido resquemor hacia Madrid. Como era de esperar, ambas cosas se han producido, como se resume en el titular de su crónica (Giro en Bruselas, gritos de alzamiento en Madrid). El corresponsal en la capital de este diario se ha esforzado durante todo el proceso soberanista en describir la realidad capitalina como bárbara, frente a la barcelonesa, que es ilustrada. Allí se busca de forma incesante el mejor 'encaje' de Cataluña en España, mientras que en Madrid se torpedea. Su línea es similar a la de Marius Carol, exdirector de esa cabecera, quien se refiere como Madrid D.F. a esta ciudad. En su última columna, vuelve a culpar a la derecha de la polarización de la sociedad, obviando la más obvia relación de causa-efecto. Es difícil estar más alejado de la realidad.
Podría decirse que el Grupo Godó baila desde hace un buen tiempo entre dos aguas en algunos frentes. El primero involucra a papá y a mamá. A la Generalitat, siempre generosa en sus aportaciones, y al Gobierno, que en 2023 gastará 170 millones de euros en campañas (145,9 de 2023 y 25 de 2024). Debe ser difícil oponerse a los pactos del PSOE con ERC y Junts en estas circunstancias. Tampoco es sencillo -como cuentan fuentes del grupo- manejar los choques paterno-filiales que se vive en sus oficinas. Carlos quiere mandar e imponer su línea estratégica en el negocio, pero el conde se resiste a pasar a un segundo plano, lo que genera roces frecuentes. Es un secreto a voces que los más malintencionados comentan con sorna desde hace un tiempo.
La posición de Godó
El editorial que publicaba el viernes La Vanguardia se resume en una de sus frases: “La coherencia se pliega a veces ante la conveniencia”. Es difícil resumir mejor la catadura moral de Pedro Sánchez, pero también las decisiones históricas que ha adoptado el conde, a quien mientras nombraban 'grande de España' mantenía al independentista José Antich al frente de La Vanguardia; y quien lo mismo respaldaba la sinrazón de Artur Mas durante la germinación del procés que la emprendía contra Carles Puigdemont posteriormente, como si el segundo no fuera una consecuencia de primero. “La coherencia se pliega a veces ante la conveniencia”, debieron decir por allí cuando los grandes amos financieros -los que inflaron el bicho independentista en realidad- decidieron mover su sede social.
La conclusión del periódico más importante de Cataluña sobre el pacto entre el PSOE y Junts es que escenifica las diferencias existentes entre las partes, pero que inicia una nueva era en la que -esperan- deben producirse acuerdos entre los independentistas y Moncloa. Esto equivale en realidad a comprar la retórica del PSOE, dado que lo que aquí nos encontramos no es un armisticio, sino una victoria rotunda del independentismo, que ha sangrado todo lo que ha podido a Pedro Sánchez en un momento en el que los necesitaba para seguir en el Gobierno.
El Periódico de Cataluya, de Javier Moll se expresaba con un tono un poco más crítico sobre la asunción por parte del Ejecutivo de la dialéctica independentista, al aceptar exigencias como la que se refiere al lawfare que existió por parte de la justicia española hacia los partidarios de la secesión. Ahora bien, pese a todo, aboga por los acuerdos futuros. Moll casi siempre es timorato, como lo son quienes aspiran a contentar a todas las partes para que nadie se porte mal con su negocio. Su líder editorial en Cataluña, Joan Tapia, señalaba el viernes la fractura entre el PP y PSOE... con referencias a las manifestaciones de Ferraz. Juliana, Carol y Tapia adoptaban la misma estrategia en el día después del anuncio del pacto. Habrá quien piense que es casual.
Ayudas públicas
Conviene tener presente que, en 2022, Godó ingresó 5 millones de euros en publicidad institucional en Cataluña y fue, con diferencia, el grupo mejor tratado por el Govern, según los registros públicos de la Generalitat. Por RAC1 obtuvo 1,8 millones, por sus medios digitales, 1 'kilo'; por La Vanguardia, 1,64; por Mundo Deportivo, 313.946 euros y por RAC105, 213.915.
Atendiendo a ese buen trato, parece menos difícil que nunca escribir páginas como las del viernes (o el jueves, cuando Juliana definía como 'alboroto' las protestas de Ferraz); o incluso aprovechar la ocasión para publicar una entrevista a ese 'relator' sobrevenido que es Rodríguez Zapatero, quien tras validar la limpieza de procesos electorales como los convocados por Nicolás Maduro parece que no desiste en su empeño de hacer prevalecer la infamia sobre lo verdadero y lo razonable.
Cualquier medio de comunicación que aspire a defender la democracia y la libertad frente a las ideas patrioteras y colectivistas debería censurar este pacto. Por eso, llama la atención que el periódico de la burguesía catalana lo aplauda o que aproveche la ocasión para airear las falacias de Zapatero
Cualquier medio de comunicación que aspire a defender la democracia y la libertad frente a las ideas patrioteras y colectivistas debería censurar este pacto. Por eso, llama la atención que el periódico de la burguesía catalana lo aplauda o que aproveche la ocasión para airear las falacias de Zapatero, quien citaba de nuevo una frase de Martin Wolf para defender lo indefendible: “Quien en política critica a otro por cambiar de opinión está, en realidad, a cinco minutos de hacer lo mismo”.
Podría haber aprovechado el editorialista de La Vanguardia para recordar que Zapatero valoró la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de Cataluña antes de que le conviniera lo contrario. O incluso podría decir que las 'diadas' no fueron multitudinarias hasta un par de años después, cuando Artur Mas optó por elevar el tono contra Madrid para sobrevivir en política.
Sería bastante sano que la prensa catalana realizara de vez en cuando ese tipo de ejercicios, pero, al contrario, se muestra tibia o melindrosa con tal de seguir pillando del Govern. En el día del pacto que los jueces y los fiscales calificaron de 'desafío a la Constitución', los popes informativos de esa región celebraron una “oportunidad histórica”.
Por cierto, hablando de todo un poco... lo de Àngels Barceló merece una mención especial una vez más. La presentadora celebraba hace unas horas que Pedro Sánchez haya conseguido que los secesionistas vuelvan al redil del constitucionalismo. Supongo que lo suyo está muy bien pagado porque, de lo contrario, menudo cuajo. Son ya muchos meses deformando la realidad para que el cuadre al PSOE.
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