Opinión

Un conflicto ridículo

Pere Aragonés ha conseguido que Pedro Sánchez se siente en su solemne despacho en el Palau de la Generalitat, en Barcelona, para plantar las bases de la mesa de diálogo

Pere Aragonés ha conseguido que Pedro Sánchez se siente en su solemne despacho en el Palau de la Generalitat, en Barcelona, para plantar las bases de la mesa de diálogo ante el “conflicto catalán”, tal y como por vez primera ha reconocido el Gobierno central. Pedro Sánchez a su vez consigue la estabilidad necesaria para continuar la legislatura y poder aprobar los presupuestos. Si ambos cumplen sus compromisos, evidente. Con puntualidad británica los presidentes se encontraban a las tres de la tarde, en una imagen oficial de cordialidad y frente la mirada de periodistas nacionales e internacionales. No es una cita cualquiera. A ambos, tanto en su primer saludo como tras las casi dos horas de reunión, se les ha visto cordiales, distendidos, conversando de forma fluida, pese a que la mascarilla oculta una parte importante de la expresión, las miradas hablan.

Pierden los ciudadanos

Por una parte, con este encuentro se evidencia una vez más que Junts no sabe perder el poder que siempre le ha llevado a presidir el gobierno catalán y boicotea por sistema cualquier cosa que no sea romper unilateralmente con el estado, por otra se abre la vía a una negociación a abandonar diez años de bloqueos, de no avanzar. Hasta último momento, existía la esperanza que los de Puigdemont se sentaran a la mesa, pero no. Esta no foto en el punto de partida va a marcar un camino en el que poco se va a avanzar si los principales implicados –los independentistas- no se unen. Los que más tienen que perder, los ciudadanos como siempre, unos y otros, los independentistas que están frustrados, a los que se les miente, y los no independentistas a los que no se les tiene en cuenta institucionalmente.

Las posturas son las mismas que antes de las elecciones catalanas, ERC apuesta por el dialogo –ya lo decía Oriol Junqueras desde la cárcel- y Junts por la ruptura, nada nuevo solo que cada vez más se evidencia que hay un conflicto dentro de un conflicto, lo que viene a ser en estos momentos un conflicto ridículo. O lo que es lo mismo no se podrá resolver un conflicto –el catalán- si antes no se resuelve el otro conflicto –entre independentistas-. También lo vimos en la Diada del 11S, donde por primera vez en su historia los de ERC eran increpados a gritos de “botifler” contra Aragonés.

Sus motivos tiene Junts para no estar en la foto de la mesa de diálogo, no los voy a juzgar, pero resulta ridículo centrar el foco en las personas que deben asistir a una reunión en lugar de hacerlo en el tema o los temas de la reunión. No se lo van a poner nada fácil a Aragonés. Aunque parece claro que si se acuerda que en la mesa de trabajo deben estar representantes del gobierno no caben otras personas, por muy importantes que estas sean en cada familia política. En esta nueva etapa, si los independentistas quieren conseguir algo, bien harían en sentarse primero entre ellos para ponerse de acuerdo.

Esta lucha independentista va a ser constante, ya lo auguraba el ex dirigente Joan Tardà señalando que el nuevo gobierno sería “un Vietnam diario”. Bien harían todos, cada uno desde su responsabilidad en ir a la mesa a trabajar –como ha dicho la vicepresidenta Yolanda Díaz preguntada en los pasillos del Congreso-, a trabajar por el bien común de una sociedad fragmentada. Menos politiqueo, palabrería vacía, menos foto, menos crispación y más gestión de lo público. Cuídense.

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